Capítulo 2: Amigos y familia

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PDV Marion


Me alejé con la motocicleta a gran velocidad, quería poner tanta distancia entre él y yo como fuese posible. Primero seguí un camino de tierra hasta la ruta, que me llevaría a la ciudad. Hubiera podido hacer este recorrido con los ojos vendados, ya que lo utilizaba todo el tiempo para ir desde nuestra casa hasta lo de mis padres, a la universidad o lo que fuere. Era una ventaja conocerlo tan bien, ya que no estaba en mi mejor estado mental como para conducir prestando total atención.


Aún no podía creer lo que me había hecho. Luché contra las lágrimas, pero estas se escaparon igualmente y me las sequé de un manotazo. No había hecho más que mentirme, desde el comienzo. Era comprensible que ocultase lo que era al principio, pero había creído (¡qué ingenua era!) que ahora ya no tendría razones para mentir, pero claramente me había equivocado.


Y lo peor era que no eran sólo las mentiras, sino que mataba gente. Personas que eran los hijos de alguien, y quizás tenían hijos propios, seres queridos...Y ni siquiera parecía arrepentido por eso, sólo se sentía mal porque lo había descubierto.


Quería odiarlo, pero no podía. No tenía dudas de que Connor me quería, había visto la culpabilidad mezclada con inconmensurable amor en esos ojos suyos de cachorro. ¡Pero hay más que eso en una relación, la honestidad es algo básico, Connor! Imaginé que le decía, al tiempo que apretaba aún más el acelerador, con rabia.


En lo que pareció una eternidad llegué a mi destino: el edificio residencial donde Jason vivía. Realmente necesitaba a alguien en este momento, y mi amigo era la mejor opción, a pesar de que hace meses no lo veía.


Estacioné mi moto y sin más entré y subí por el ascensor hasta su departamento. Era un lugar agradable, y la mayoría de los residentes eran universitarios.


Sequé mis ojos y arreglé mi pelo despeinado por el viento lo mejor que pude antes de tocar la puerta, con cierta incertidumbre. Quizás ni siquiera estaba en casa, o estaba ocupado...quizás lo mejor sería volver...


Antes de que me decidiera sobre si irme o no, la puerta se abrió. Era él, y se mostró sorprendido, pero pronto sonrió.


-¡Marion! -exclamó, abrazándome. Sus brazos a mi alrededor se sintieron increíblemente reconfortantes, ¿cómo podía haber dejado pasar tanto tiempo?


-Hola... me alegro de verte.


Cuando se separó de mi pude verlo mejor, había crecido mucho en los últimos años. Su pelo rubio en punta ahora estaba acompañado por una creciente barba de tres días, y era bastante más alto. Pero la misma mirada dulce tras los mismos anteojos de siempre se mantenían.


Él también me vio mejor, y frunció el ceño.


-Cielos, te ves terrible. ¿Quieres pasar?


Yo asentí con la cabeza, a pesar de mis intentos aún se notaba que había estado llorando, y probablemente nuevas lágrimas vendrían más tarde.


Entré al departamento y un gato gordo y peludo de color blanco (se llamaba Einstein, si mal no recordaba) me recibió frotándose contra mi pierna. Lo acaricié con una leve sonrisa y luego miré a mi alrededor. El lugar estaba decorado con pósteres de películas, y por más que había basura y ropas por todos lados, era una habitación realmente linda.


-Vaya, bonito lugar -comenté -¿vives con alguien?


-Gracias...sí, se llama Héctor, pero ahora está de viaje con su familia. -hizo un gesto al sillón y ambos nos sentamos- Entonces dime, ¿qué sucedió? Me doy cuenta que es más que una visita amistosa...

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