Capítulo 5: Como osos y conejos

2.4K 278 35
                                    

PDV Connor.


Mientras estaba echado recuperando el aliento, preparándome para la vuelta a la cabaña, Sharon se acercó.


-¿Podemos hablar un momento? -preguntó. Se veía muy seria, pero esa inusual inquietud aún se mantenía en su expresión; por lo que asentí y la seguí. Nos alejamos lo suficiente para que los demás no nos escucharan.


-¿Qué sucede? -quise saber, intentando ignorar mis músculos extenuados.


Ella miró a Luka y Kim a lo lejos, terminando la presa, y luego redirigió la vista hacia mí.


-¿Pensaste sobre lo que te dijimos, lo de liderar?


Mi cola se tensó. La verdad lo había olvidado completamente, esas palabras se habían perdido en el torbellino que se había formado en mi mente con todo lo que sucedía.


Me dediqué a considerarlo ahora, pero realmente no lo entendía.


-Sharon...tú eras la segunda al mando, no yo. Además pasé tres años lejos de la manada, no creo que sea el ideal.


La loba sacudió la cabeza.


-Ese rango lo tenía sólo por ser más fuerte. Y ser un alfa es mucho más que eso, lo sabes. Esa vez que los humanos me atraparon...tú fuiste quien supo qué hacer y terminó rescatándome, nadie más. Pero de todas formas...no me refería a que liderases solo... -en este momento, para mi sorpresa, metió la cola entre las patas, algo que nunca había hecho antes, ni siquiera ante Jack. -...sino junto a mí -finalizó, mirando al suelo y levantando la vista poco después, expectante.


-¿Juntos? -retrocedí un paso, anonadado.- Pero eso implicaría...


Fue entonces cuando todas las piezas cayeron en su lugar. Su forma de tratarme, y la aversión que sentía por Marion...¿habían sido celos todo este tiempo?


-¿...Desde cuándo te sientes así?


Ella parecía exasperada, sentía que iba a morderme en cualquier momento.


-Connor, tú fuiste el que me ayudó a integrarme a la manada, a aceptar mi parte humana un poco más, el que insistió en que me quedara cuando simplemente quería huir hacia el bosque...Eres un idiota por no haberlo notado, pero te quiero. -afirmó con su brusquedad característica.


Apenas podía creer las palabras que salían de su boca. Esta era Sharon después de todo, nunca la había visto de otra forma que como a una hermana, un miembro más de mi familia y manada.


-Sabes que estoy con Marion, y que la amo -musité.


De pronto ira subió a sus ojos y mostró los dientes.


-¡Es una humana! ¿Cómo puedes preferirla antes que a cualquiera de nosotros, que a mí? -gruñó- ¡Ni siquiera puede darte hijos!


Me quedé inmóvil.


-¿...A qué te refieres?


-¿No lo sabías? -se tranquilizó un poco- Es obvio, especies tan distintas no pueden reproducirse. No ves osos y conejos teniendo crías, y en este caso es lo mismo.


-Eso...eso no importa -repliqué al tiempo que tragaba saliva, asentando la nueva información.


-Como quieras -farfulló- Aún así la oferta sigue en pie, sin mí. No tengo madera de líder. Sé pelear y cazar, pero no sé medir a las personas y carezco del criterio necesario para tomar decisiones que afecten a todos...te necesitamos, Connor; te guste o no.


-Necesito...necesito procesar todo esto -respondí, todo estaba cambiando.


Me despedí rápidamente de todos y emprendí el camino de vuelta a casa, de vuelta a Marion.


Cuando finalmente llegué, sintiendo en cada parte de mi cuerpo un dolor punzante, estaba listo para dormir hasta la primavera, o más.


Pero Marion estaba esperando junto a la puerta, de brazos cruzados. Por un momento me recordó a Jack, él solía controlar cada momento de mi día.


-Mary, hola -saludé, cerrando la puerta a mis espaldas.


-¿Dónde estuviste? -preguntó, apretando los labios.


Rodé los ojos.


-No maté a nadie, si eso es lo que te preocupa. Estuve con la manada, están de regreso.


-Oh -su expresión se ablandó- tienes que presentármelos alguna vez, es decir, si ese lobo blanco no tiene problemas...


-Ese era Jack, él...ya no está -aclaré.


Me miró por unos momentos y luego me rodeó el cuello con un brazo, y puso su otra mano en mi mejilla.


-...Oh, ¿y estás bien? -preguntó con preocupación.


Su suave contacto se sentía tan bien como la primera vez que me había acariciado, y no pude evitar apoyar mi cabeza contra su mano. Luego respondí.


-Sí, es decir... estuve mejor, pero podría estar peor.


Marion asintió.


-Ya veo...bueno, mejor vamos a dormir.


-Sí...sabes, mañana puedo presentártelos, seguro les caerás bien -excepto a Sharon, pensé, pero procuré no decirlo.


-¿Mañana? Ah, me olvidaba; mis papás llamaron, quieren que almorcemos todos juntos mañana. Creo...creo que mi padre quiere decirte algo.


Palidecí, eso no podían ser buenas noticias.


-¿No podemos...posponerlo, por unos días? -o semanas, o años.


Ella alzó una ceja.


-No...ya les dije que sí, siempre haces lo mismo...


Siguió hablando, pero de repente dejé de escucharla. Me sentía muy cansado, y quizás fue algo realmente inmaduro, pero en ese momento decidí transformarme. No quería que discutiéramos, y no se puede discutir contra un lobo.


Ella primero se sorprendió, y luego soltó un bufido.


-¿En serio, Connor?


Probablemente me arrepentiría más tarde, pero por ahora el agotamiento había tomado el control y la ignoré mientras me dirigía a la cama. De un salto subí y me acurruqué entre las colchas, era realmente cómodo.


-Vas a dejar pelos por toda la cama -oí que se quejaba, pero por toda respuesta me envolví con mi cola y cerré los ojos. Poco después sentí que me golpeaba con una almohada, pero para mí eso era prácticamente una caricia.


Finalmente se rindió y con un bufido lleno de exasperación se acostó a dormir también. Después de todo, todos los problemas seguirían ahí para cuando amaneciera.


Más Huellas en la NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora