Capítulo 13: Finales y Comienzos (Parte 1)

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Antes que nada, ¡perdón por la larga ausencia! Tengo mil excusas y a la vez ninguna, pero estoy de vuelta y no voy a volver a dejar pasar tanto tiempo; como siempre, muchas gracias por sus comentarios que me animaron a seguir escribiendo esta historia. Este capítulo iba a ser originalmente más largo pero decidí dividirlo en dos, para tener un poco más de tiempo de terminar lo que sigue. Sin más, ¡espero que disfruten!

***

PDV Connor.

Tuve un segundo, sólo un segundo, para decidir cómo iba a reaccionar y ejecutar esa acción. No tenía tiempo para pensar por qué sucedía lo que sucedía, necesitaba tomar una rápida decisión en ese espacio de tiempo tan reducido o una bala atravesaría mi cabeza.

Tras un veloz cálculo llegué a la conclusión de que la única forma de que sobreviviría los próximos segundos era desviar la dirección de la bala; de modo que, justo cuando el tembloroso dedo se cerraba sobre el gatillo, empujé su brazo y el arma se movió a un costado. El disparo sí se dio, pero no en mi cabeza sino a un lado de mi pecho.

Sentí la bala atravesar mi piel y el dolor se disparó, extendiéndose por mi cuerpo como fuego en gasolina. Retrocedí unos pasos soltando una exclamación adolorida, y en el proceso tropecé contra algo y caí al suelo.

Luché por mantenerme consciente, pero la inconsciencia se sentía como una figura negra que me apresara y buscara hundirme en lo profundo de su oscuridad, y era difícil contrarrestarla. Miré hacia arriba pero mi vista estaba nublada, llena de cientos de puntitos blancos que hacían que nada fuera claro. Aún así, mientras me esforzaba por ganarle al dolor y mantenerme despierto, pude escuchar las palabras que eran dichas a mi alrededor.

PDV Marion.

-¡¿Qué hiciste?! -exclamé, la alteración clara en mi voz. Me arrojé sobre Connor intentando hacer presión sobre su herida instintivamente, por más que no sabía mucho de primeros auxilios. Las lágrimas se resbalaban por mi rostro y caían sobre él. Mientras me preguntaba qué tan fuertes eran los hombres lobo, cuánto podían soportar, la palabra con "M" daba vueltas en mi mente, inundándome con un tipo de miedo gélido, que jamás había sentido antes.

Levanté la vista al escuchar que Kim se movía, le había quitado el arma a Jason; él no se había resistido. En su lugar habló, prácticamente balbuceando, al tiempo que mantenía la vista fija en la herida que él había causado.

-Yo...él era... pensé que era lo que querías...que te tenía de rehén o algo así. ¿No fue por eso que fuiste a mi casa meses atrás, para escapar de él? Pero te encontró...y, y ahora busqué el revólver de mi madre, ella siempre lo guarda debajo de la cama... te quiero... y quería salvarte.

-¡No necesitaba que me salvaran! -exclamé con rabia, lo miraba y no podía creer que fuera Jason, mi amigo, con el que veríamos películas, compartiríamos una pizza y nos distraeríamos en clase por estar bromeando. Jason, que siempre era tan dulce e inofensivo, quejándose de su numerosa familia pero amándolos igualmente, simplemente no encajaba, era imposible que fuera el rostro que veía ahora.

-¿Qué hacemos ahora? – Kim tenía la mandíbula apretada mirando a Jason, por una vez parecía mayor de lo que realmente era. Por lo que sabía de ella, no era una persona generalmente violenta, lo cual era la única razón por la que la cabeza de mi antiguo amigo seguía en su lugar.

Abrí la boca para hablar, aunque no sé exactamente qué estaba por decir, pero me interrumpí al sentir a Connor moverse bajo mi mano.

PDV Connor.

En mi difusa lucha para mantenerme despierto pude escuchar el dolor y miedo, mezclados con ira, de la voz de Marion, y también de la de Kim. Y pensar que estaban sufriendo por culpa de alguien, por culpa de la misma persona que me había herido, fue como si activaran un interruptor, como si algo en mí se despertara llevándome a defender lo que me importaba, y con esa explosión de energía me incorporé de golpe. Antes de que me diera cuenta mi cuerpo cambiaba por sí solo a su figura lobuna, un instante estaba en el aire y al siguiente sobre quien había causado todo esto. El dolor se había ido, como si nada existiera más que la carne y mis colmillos.

Esta vez nadie trató de detenerme. Mordí con fuerza la carne del hombro, y cuando el cuerpo debajo de mí se revolvió e intentó patearme enterré mis dientes en su pierna, cortando a través del hueso como si se tratase de arcilla.

Mi parte animal quería seguir causando agonía, pero desde mi lado humano sabía que no podía perder tiempo con él, tenía cosas más importantes que hacer; Sharon y Luka corrían peligro. De modo que con gran fuerza de voluntad me refrené, dejando que el lobo volviera a recluirse en mi interior.

Me incorporé, mi respiración estaba agitada y la sensación punzante a la altura del hombro se hizo presente una vez más...había estado peligrosamente cerca de mi corazón.

-¿Estás bien? - me giré hacia Kim, tenía el ceño fruncido. Me limité a asentir con la cabeza, dolía pero la bala me había atravesado limpiamente y la herida pronto se curaría.

Luego me volteé hacia Marion, ella estaba callada, con una expresión conflictuada. Probablemente porque en este momento estaba furiosa con Jason (el cuerpo que gemía de dolor a mis pies), pero en su mirada podía darme cuenta de que no lo odiaba.

-Debería llevarlo al hospital -musitó, tragando saliva. Tenía la vista clavada en él, pero luego la levantó hacia mí.

-Simplemente no...mueras, por favor –su tono tembloroso hizo que yo cruzara la distancia que nos separaba en una zancada y la abracé, aferrándome a su cálida piel y a su dulce aroma.

-¿Morir? Oh Mary, pero si aún tenemos que probar la nueva dieta que se te ocurrió, no podría dejarlo pasar –dije contra su pelo, ansiaba con todas mis fuerzas que se cumpliera, que pasáramos miles de días más juntos, y luego otros miles...una parte de mí no quería soltarla nunca más.

Sonrió levemente y asintió, tragando saliva y alcanzando luego mis labios. Fue un beso suave, tentativo y con una nota desesperada, que pronto acabó. Se separó poco después y ayudando a Jason a levantarse pronto se fueron en la moto.

-Tenemos que irnos -musitó Kim, atravesando también el umbral y saliendo a la nieve, la tormenta se había centrado y el viento agitaba todo sin piedad, las ramas se partían por su azote.

Yo no perdí más tiempo y la seguí, desplazando a Jason y Marion de mi mente para centrarme en mi manada.

El rastro fue fácil de encontrar, conocía los aromas de Luka y Sharon tan bien como el mío propio. Pero la dificultad radicó en que el vendaval era tan fuerte que lo dispersaba todo, los árboles se sacudían violentamente y era difícil ver tan sólo unos pasos más adelante. La nieve caía casi furiosamente por sobre nosotros, pero nada me detuvo de avanzar, paso forzado a paso forzado, hacia donde nuestros hocicos nos llevaban.

Finalmente llegamos a lo que parecía una fábrica abandonada, la puerta principal estaba abierta de par en par, como si le diera la bienvenida a la nieve que entraba a través de las ráfagas de viento. Intercambié una rápida mirada con Kim antes de que nos dirigiéramos adentro, con paso sigiloso.

La escena que encontré frente a mí fue de los mellizos a un costado y Sharon y Luka al otro, aún no estaban peleando pero notaba lo tensos que estaban, y alcancé a oír a Tessa decir:

-Boone no tiene nada que ver con esto, ¡déjenlo en paz! -gruñó, y luego se interrumpió para toser. Noté que su salud parecía realmente mala, estaba delgada hasta los huesos (excepto por su vientre, visiblemente inflado como si su cachorro estuviera a punto de estallar) y su pelaje se veía opaco y desgreñado. Se adelantó unos pasos, interponiéndose entre su hermano y mi manada. -Fui yo quien erró el tiro y mató a su alfa, ¡no él!

Esta confesión pareció reavivar la furia al parecer hasta ahora controlada de Sharon, quien con un gruñido que se asemejaba más a un rugido se abalanzó sobre ella como impulsada por un resorte...pero sus cuerpos no llegaron a chocar porque Boone se interpuso entre ambos, mordiendo a Sharon.

Salí de mi estupor y empecé a correr hacia ellos, al tiempo que veía a Luka arremeter contra el lobo de pelaje rojizo. Pronto se enzarzaron en una pelea desenfrenada, colmillos y garras resplandeciendo brevemente ante la pálida luz antes de hundirse en la carne; y alcancé a ver por el rabillo del ojo que Tessa iba a unirse también, pero se detuvo a mitad de un movimiento y soltó un alarido. Empezó a respirar agitadamente y se echó en el suelo...al parecer la conmoción había provocado un parto acelerado...iba a tener al bebé justo ahora. 

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