Lo Siento

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Puedo soportar mis propias heridas, pero jamás podré soportar las heridas de las personas que más quiero...

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Capítulo 4: Lo siento

Comieron tranquilamente sin mencionar una palabra entre los dos. Bella sabía que no debía de alterarse ante la presencia de un tipo como él. Se mantendría atenta a lo que el intentara con ella. No iba a escapar, pero tampoco iba a dejar que se sobrepasara con su delicado cuerpo de heroína.

— No te preocupes por el Jefe... él ya está al tanto de tu situación —soltó Edward haciendo que la joven saltara de la impresión.

— ¿Qué dices? —Bella se comenzó a preocupar.

— Le dije que había conseguido una buena escuela para ti en Seattle y que yo había pagado todos tus gastos —soltó una sonrisa— Tu padre es muy despreocupado. En verdad —ella no dijo nada mas no quería contarle toda su vida a una persona que no conocía y lo peor de todo es que lo consideraba un psicópata.

Charlie era una persona muy despistada, cuando su esposa Reneé fue asesinada, se culpó por ello a sí mismo, creyendo que por culpa de su sobreprotección la había perdido. Desde ese momento, dejo que su pequeña hija fuera tan libre como el viento sin antes poner las reglas correspondientes y llegar a casa antes del crepúsculo.

Isabella soltó un suspiro al recordar a su padre. Comenzó picar la comida, sin ganas de probar un bocado, pero si no se alimentaba no tendría fuerzas para continuar con esta lucha de sobrevivir en casa de un psicópata.

— ¿Por qué yo y no otra chica? —pregunto de repente haciendo que Edward le prestara más atención.

— Eres hermosa —sonrió. Bella se quedó pasmada un momento, aquella sonrisa era más sincera y deslumbrante.

— No lo soy. Si lo fuera en este momento disfrutaría de eso... me refiero a que tendría muchos chicos con quien salir y todo lo que hacen las chicas atractivas.

— No dije que eras atractiva —la interrumpió— eres hermosa —un rubor se asomó por las mejillas de la chica.

Terminando sus alimento. Bella se fue a descansar por mucho más tiempo. Se cansaría muy rápido de estar encerrada y posiblemente no soportaría estar en ese lugar. Abrió el closet, busco una prenda adecuada para ella. Cual fue la sorpresa que aquel mueble estaba repleto de ropa especialmente para ella. Edward, definitivamente, tenía todo planeado para su secuestro.

Temerosa, entro a la ducha antes de que Edward se percatara de ello. Se relajó un poco al darse cuenta que su cuerpo le comenzaba a doler a causa de estar tensa por mucho tiempo. Sin pensarlo supo no estaba tan mal vivir bajo el techo de un loco, tal vez si le obedecía no iba a llevarlo tan mal. Sacudió la cabeza intentando sacar esa idea de su cabeza. Ella no estaba dispuesta a obedecer a un maniático.

Se vistió con una pijama de gatitos que estaba entre sus ropas del closet. Espero sentada hasta que su gran cabellera castaña secara. Cerro los ojos por un momento intentado descansar. Por la ventana se podían ver la luz destellante de la luna y las estrellas. Escucho una risa e inmediatamente abrió los ojos.

— ¿Qué es tan gracioso? —pregunto incrédula.

— Nada. Solo... —intento decirlo pero estaba muy... ¿avergonzado?

— Solo... —lo animo a continuar

— Solo que me hace feliz verte con los ojos cerrados. —Bella frunció el ceño.

— No me mires cuando intento descansar.

— Lo siento —coloco el dorso de su mano sobre su boca. De verdad parecía muy avergonzado.

En ese momento Bella se preguntó si en realidad era un humano o simplemente un bicho raro. Era extraño que un demente se comportara de esa manera.

— ¿Cuándo me dejaras ir? —pregunto de la nada. La mirada del cobrizo se endureció en una fracción de segundo.

— Hasta que yo ordene —su voz fue fría y posesiva.

— Me cansare de estar aquí y lo sabes —la chica lo estaba retando con el tono de voz.

— No si yo te ordeno otra cosa. Tú tienes que obedecerme a mí —declaro. Se acercó a la chica y ella se incorporó sobre la cama de inmediato.

Una guerra estaba a punto de desatarse.

— ¡No quiero obedecerte! Solo hago esto para que no lastimes a nadie. Tú lo sabes bien. ¡No es por ti que estoy aquí, es por ellas! —grito casi al punto de llorar.

Todo había cambiado en un par de minutos.

— Cuando me quieras te tragaras tus propias palabras.

— Yo no puedo querer a un loco como tú.

— Eso crees tú. Pero en el fondo me amaras como a nadie has amado.

— ¡Nunca! ¡Nunca!

Edward salto hacia ella, la tomo de las manos y la dejo bajo su cuerpo en la cama. Ella intento quitárselo de encima, pero la fuerza de Bella era aún más y no podía contra ella. En una fracción de segundo, Edward la golpeo en una pierna haciendo que todo su cuerpo se debilitara. Fue ahí cuando la castaña cedió.

El joven comenzó a darle besos acelerados a la chica por el cuello y las mejillas sin llegar a otros extremos. Desesperada, Isabella comenzó a moverse para que la boca de Edward no llegara a nada. Pero todos sus esfuerzos eran en vano.

— No intentes nada más, Cullen! —gruñía de furia e impotencia de no poder moverse— te matare en algún momento de tu vida.

— Disfruta de mí, cariño. Tú eres la única suertuda aquí —decía entre besos.

Una lagrima inconsciente, bajo de la mejilla de Bella. La rabia y el sufrimiento no podían quedarse durante mucho tiempo en el corazón de aquella pobre chica. Tenían que salir en cualquier momento. Edward se dio cuenta que su víctima sufría. Algo en el volvió a cambiar.

"Continua... ella lo hace para que la dejes. No tiene sentimiento" le decía aquella voz en su cabeza.

— Lo siento —se incorporó. Y salió de la habitación como rayo.

La chica continuo inmóvil en la cama durante unos minutos más hasta que pudo conciliar el sueño. Todo era tan bello antes de que cayera en esta trampa más absurda. Todo en su cabeza estaba oscuro ahora. Necesitaba el vago recuerdo de su madre para sentirse aliviada y el porqué de su estancia en aquel terrorífico lugar.

"Todo estará bien. No es por mucho tiempo" se repitió en su sueño hasta el punto de olvidarlo.

Al día siguiente, había una nota de Edward a un lado de su cabeza. La tomo entre sus dedos temiendo el contenido de aquella hoja.

"Fui muy temprano al hospital. Come lo que se apetezca. Si escapas recuerda las consecuencias. Esta vez no serán todos aquellas mujeres, si no también a tu padre que será el primero en morir frente a tus ojos. Cuídate Cariño ya comienza a descender la temperatura.

Con amor: Edward"

Llorar de la impotencia de no hacer nada más que quedarse en aquel maligno lugar.


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