Chispa

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"Aún no se la verdadera razón para matar a otros"

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Capítulo 8: Chispa

Edward acepto sin dudarlo. Quería que ella hiciera lo que él le ordenara, sin embargo la felicidad de Bella estaba sobre todos los caprichos del cobrizo.

— Ven este fin de semana. Llama todas las noches si es posible, aunque sea cinco minutos, no te quiero sentir muy lejos. —ordenaba mientras la chica guardaba sus pocas pertenencias.

— Gracias Edward —Isabella se acercó a el— Gracias por dejarme ir, te prometo que haré todo lo que me digas. No me voy a ir completamente.

— Aun no puedo creer que este haciendo, esto. —se froto la frente.

— Yo tampoco lo creo. Pero te lo agradeceré por el resto de mi vida. —le sonríe con sinceridad. Todo el sacrificio que estaba haciendo no era para ella, sino para las mujeres y su seguridad.

Él se acercó poco a poco. La abrazo fuertemente. No quería perderla, tenía miedo de que no regresara y todo por dejarla libre. Pero confiaba en ella. Confiaba en su promesa. Ella también lo abrazo, solo para cumplir con lo que había prometido. Sin embargo, había algo más dentro de ella que poco a poco florecía. Una chipa de fuego que poco a poco quería encender. Bella no quería que ese chispa emergiera.

Se despidieron con un casto beso en los labios. No hubo más. Simplemente una palabra de despido y ella salió de aquel lugar que la hizo sufrir mucho. Un sentimiento de tristeza la invadió, pero el alivio logro dominar todo su ser.

...

Suspiro antes de llamar a la puerta de su casa. Su padre estaría tan sorprendido por encontrarla tan temprano. Volvió a suspirar, y en cuanto termino de sonar el timbre, su padre abrió la puerta. La sorpresa en sus ojos no se hizo esperar, las lágrimas tampoco. La abrazo con mucha fuerza.

— Hija... ¿pero que haces aquí? —la observo detalladamente— estas muy pálida.

— Los estudios no dejan nada bueno en mi salud. Temo que repetiré un semestre mas —sonrió nerviosa por lo que diría su padre.

— Estas loca! Mañana mismo iremos al instituto y arreglaremos tus papeles. No quiero que pierdas este semestre.

— Los estudios no son para mí. Pero aun así muchas gracias.

— Mi pequeña querubín. Es bueno que hayas regresado. Me sentía muy solo —la abrazo.

— No me volveré a ir. Te lo prometo.

Bella le conto sobre su estancia en Seattle mientras desayunaba un poco. La farsa le estaba saliendo muy bien. Odio por un momento a Edward, pero a pesar de todo en ocasiones fue muy buena persona con ella.

Descanso todo el día sobre su cama. Se puso a recordar todos sus días en aquella casa, que aunque fueron pocos, se sintieron los más largos de su vida. Ahora tendría que dar un inicio nuevo, pero con Edward... cumpliendo esa absurda promesa que le hizo gracias a su libertad.

"¡quédate calvo maldito Edward!" grito para sí misma.

Se preparó para esa noche ir en busca de bastados acosadores de mujeres y presuntos asesinos. Ya no quería escuchar más de ataques contra mujeres inocentes. Simplemente se colocó su antifaz y tomo un cuchillo para defenderse. No supo en donde quedo su fiel catana, y no quería saberlo. Todo por culpa de aquel cobrizo.

Antes de salir marco rápidamente a Edward. Solo para que no llegara a buscarla como un loco psicópata.

— Creí que no llamarías, es un poco tarde. —dijo con un tono de felicidad.

— Me he quedado dormida. En este momento mi padre está preparando la cena. Tengo que bajar. No poder hablar mucho, pero tal vez mañana hablaremos mejor.

— Está bien. Gracias por llamar. Te quiero.

— Yo... yo también te quiero. Te llamo después —corto la llamada antes de salir por la ventana.

El pueblo se encontraba casi dormido casi en su totalidad. Algunas luces a lo lejos anunciaban que aún había familias despiertas. Salto entre los techos. Entonces se percató de que había perdido la condición.

De pronto el grito de una mujer se escuchó a lo lejos. Fue corriendo hasta el lugar donde provenía. El pueblo se encontraba casi dormido casi en su totalidad. Algunas luces a lo lejos anunciaban que aún había familias despiertas. Salto entre los techos. Entonces se percató de que había perdido la condición.

De pronto el grito de una mujer se escuchó a lo lejos. Fue corriendo hasta el lugar donde provenía. No era más que una mujer ebria que se había asustado por un gato que merodeaba la zona. Ella bajo de un salto solo para verificar que ella estaba bien.

— No debería estar sola en un lugar como este.

— No te preocupes niña. En todo este tiempo no me ha pasado nada —se notaba lo alcalizada que se encontraba.

— Déjeme acompañarla hasta su casa. Estos días no es muy seguro caminar por aquí sola.

— Está bien.

Caminaron hasta las últimas casas antes de llegar al bosque. Esto no se veía muy bien. Isabella bajo el paso antes de que algo malo ocurriera.

— ¿Seguro que usted vive por aquí?

— Claro que si... solo un poco mas adelante. —siguieron caminando.

De pronto dos hombres salieron de la nada. Bella salto ágilmente hacia atrás. Los miro con odio a los tres. De seguro querían asaltarla.

— Que tonta eres —dijo la mujer— estar sola en la noche y vestida ridículamente. Tu no sigues tus propios consejos.

— No los sigo porque se defenderme. Díganme, ¿quienes son y para quien trabajan?

— Si no decimos ¿qué? —reto un hombre bajito

— Cállate hombre chubby o no querrás morir hoy —declara la castaña.

El otro hombre saca un arma de fuego, pero no contaba que Bella era más rápida. Con un movimiento feroz corto la mano del hombre haciendo que soltara el arma. El hombre chubby ataco por la espalda de la castaña, pero ella lanzo unas patadas al aire haciendo que el hombre callera casi noqueado. De un movimiento tiro a la mujer quien se encontraba un poco aterrorizada.

— Me dirás todo lo que sabes acerca de estos grupos malandros. Necesito llegar contra un enemigo.

— No te diré nada. Nosotros nos cuidamos.

— Bien espero que en la cárcel pienses más sobre esto.

Dos disparos se alcanzaron a escuchar. Y de pronto sangre salpicando.


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