Llevaras la carga de mi dolor... hasta el día de tu muerte y si es posible hasta tu llegada al infierno.
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Capítulo 6: Mas allá de la muerte
Ni siquiera habían mencionado algo de lo que aconteció esa noche, almorzaron silenciosamente sobre el comedor.
Esa mañana Edward se asustó un poco al ver a Bella dormida a su lado, pero ver aquel rostro tan tranquilo no quiso hacer un ruido en absoluto. Hizo un ágil movimiento para incorporarse e ir a la ducha directamente, tenía miedo de tener el olor de un ebrio sin bañarse. No quería darle una –bueno, en realidad otra- mala impresión de ser una persona perversa. Al salir de la ducha ella no se encontraba en su habitación. Cayó en cuenta que si lo sintió cuando él se había apartado de su lado.
¿Y como no sentir aquel calor que desprendía su cuerpo?
A partir de ese momento... aquellos dos desconocidos comenzaron a anhelarse desesperadamente.
— Yo... —el cobrizo corto el absurdo silencio entre ellos dos— Yo lo siento. No me agrado que me vieras de esa forma; totalmente ebrio, casi inconsciente.
— Tú no eres una persona consiente.
— Tienes razón, pero quiero comportarme de forma correcta contigo.
— Me gusta que seas tú mismo, si eres un bebedor está bien. No tienes porque ocultarlo —Bella le mostro una sonrisa sincera.
— ¿Yo te gusto? —aquella pregunta fue inesperada. Las mejillas de la castaña comenzaron a teñirse de rojo intenso.
— No. Lo siento... no eres mi tipo —bajo la mirada.
— De alguna forma yo lo sabía. Pero me gusta que me lo digas de esa forma.
Edward fue al trabajo a pesar de que era su día de descanso. Quiso estar apartado de su casa y pensar un poco en la decisión de los últimos días con Isabella. La dejaría ir sin antes pasar un agradable rato con ella. Al final pudo entender que si de verdad la quería, debía dejarla ser feliz.
Entonces envió un mensaje.
De: El atractivo psicópata
Isabella. Supongo que como eres mi cautiva no tienes nada que hacer esta tarde. ¿Puedes prepararte para salir conmigo?
Isabella leyó unas cuantas veces el mensaje para verificar si estaba muy bien escrito.
Para: El atractivo psicópata
Espero que no hayas fumado algo malo, Cullen.
De: El atractivo psicópata
Te juro por mi nuevo amiguito azul que no he fumado nada. Entonces que dices, ¿saldrás conmigo?
Para: El atractivo psicópata
Si, saldré contigo. Pero no quiero ver a tu nuevo amiguito azul cerca de ti.
De: El atractivo psicópata
Visto por el amiguito azul.
Sintió un gran nerviosismo por salir de nuevo a ver la luz del día. Quiso llorar de la emoción, pero Bella sabía que debía apreciar este momento como ningún otro. Podía sentir la libertar dentro de su corazón.
Escucho el auto de Edward estacionarse fuera de la casa. Espero ansiosa hasta que abrió la puerta y se asomó con una gran sonrisa. Sabía que podía ser un gran día a pesar de ser una prisionera.
— Iremos al cine. Después tal vez cenar hamburguesas con mucha salsa. ¿te agrada la idea?
— Me pone muy feliz — Edward sonrió al igual que ella.
No dejaron de charlar durante el trayecto, rieron como dos personas que se conocían desde hace varios años. Bromearon como buenos amigos, contaron de sus historias como una pareja y escucharon del otro como personas normales. Sin ninguna preocupación, sin ningún obsesión de por medio, supieron como gozar.
Pero ya todo estaba decidido para ellos, durante esa noche.
Al terminar de ver su película, fueron a cenar sus hamburguesas como lo había prometido el cobrizo. Hablaron de nuevo sobre trivialidades. Antes de emprender su viaje de vuelta, Edward pasó al servicio. Al regresar se encontró con una desagradable imagen.
Bella estaba sonriente frente a un desconocido.
Ese era su trabajo... pero Edward lo había interpretado mal.
— ¿Quieres salir de este lugar e ir a algo más privado?
— Me gustaría, pero tengo compañía. Quizás en unos minutos podemos vernos de nuevo —ella lo miraba con ojos picaros, pero am mismo tiempo de repulsión.
— Me agrada la idea, baby —quiso regresar las hamburguesas en la cara de aquel tipo.
— Me desharé de aquel tipo y volveré —se levantó del asiento, pero Edward fue más rápido y la halo hasta la entrada de aquel lugar.
Furioso, la metió en su auto y tan rápido como subió, acelero a toda velocidad. La ira lo estaba alejando de todos sus sentidos comunes. Sus ojos se veían demasiado rojos bajo la luz de la luna. Por segunda ocasión, Isabella tuvo miedo.
— No sabes lo que hiciste —murmuro Isabella— quería matar a ese tipo.
— ¡¿Por qué no lo hiciste en ese momento?! No quieras verme la cara de estúpido, Isabella.
— Es la verdad.
— ¡YO VI ALGO MAS! —grito más furioso— Lo estabas seduciendo.
— Es que así trabajo yo. Maldita sea, ¿Por qué no me crees? —las lágrimas estuvieron a punto de salir, pero supo que a Edward no debía darle explicaciones— Yo no soy nada de ti, no entiendo porque te explico todo esto.
— Tienes razón. Y no sé porque yo te permití salir —se frenó en seco. Saco un pañuelo de su abrigo y otro de sus pantalones. De movimientos rápidos, sujeto las manos de Bella y vendo sus ojos.
— ¡¿Por qué haces esto?! Déjame libre por favor.
— Cállate. No quiero escuchar una palabra tuya hasta que lleguemos a casa.
Su lado psicópata había despertado de nuevo. Quería matarla sin antes disfrutar un poco de ella pero una parte de él no quería hacerle daño. Al llegar a aquella casa, la bajo lo más rápido posible. La lanzo contra el piso de su habitación. Isabella sonto un jadeo de dolor, se había lastimado un brazo después de caer al suelo.
— Creo que te debo enseñar buenos modales. Tienes que aprender a no mover la cola a otros. —si quitarle el pañuelo de los ojos, Edward comenzó a besar desesperadamente a la castaña donde sus labios alcanzaran. Ella trataba de evitarlo a pesar de que no podía ver nada, sus piernas se elevaban a puntos indefinidos contra Edward.
— Te lo suplico —comenzó a llorar por culpa de la impotencia —Mátame de una buena vez.
— ¿Es que tú no entiendes que no puedo vivir de esta forma? —beso aún más— yo de verdad te quiero. No me gusta que estés detrás de otros hombres.
— Tu eres el que no entiende —el sonido de la tela rota de su blusa hizo un ruido estrepitoso.
— Perdóname. Solo quiero que seas para mí y para a nadie más.
— Detente. —suplico con lágrimas en los ojos.
— Solo ámame a mí —beso su cuello y su pecho de la sufriente chica.
— Mátame primero. Y te amare más allá de la muerte.
— Perdóname —fue lo último que Isabella escucho antes de hundirse en el profundo dolor de su corazón.
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Potenciales Asesinos
Fiksi PenggemarIsabella Swan defenderá su pueblo a costa de arriesgar su propia vida y luchar contra los acosadores de las jóvenes mujeres. Edward Cullen y su vida peligraran al encontrarse con esta joven justiciera enmascarada. Y así es como se convertirán en Pot...