IX

311 38 4
                                    

Durante sus años de estudio nunca logró hablarle, aunque siempre la veía salir por la calle al este del recinto, la Avenida Capitán Barbón.
Paige estudiaba en el lado humanista de la universidad, el edificio B, por lo que nunca se encontraron sino hasta una tarde del último año de Tony. Tantas veces habían cruzado miradas que el joven se había hartado de no conocerla. Ese día el reloj calculó todos sus horarios, los reajustó y logró 162 segundos libres para hacer lo que quisiera. Y, por casualidad, para el momento en que Paige salía de almorzar en la cafetería.
Tony salió de la sala con anticipación, dando zancadas largas y de ritmo constante.
Atravesó el edificio esquivando a cada estudiante que se le cruzaba. Claro, lo tenía todo calculado y preparado desde hacía una semana. Sin. Margen. De error.
Salida trasera del edificio A.
A las 14 horas, 11 minutos, 09 segundos (en promedio) marchaba una Chevrolet roja por la calle. Debía cruzar antes de que pasara, porque Paige salía por la puerta sur 10 segundos después del paso de la Chevrolet.
Al llegar a la esquina de Capitán Barbón con la calle Algún Escritor Famoso, Tony viró para ir en sentido contrario a la artista. Así se encontrarían de frente.
Como era jueves, Paige salía con prisa cargando un monumental desorden de papeles sobre sus cuadernos, todos dibujos a carboncillo creados ágilmente en hojas sueltas.
Cuando le quedaba la mitad de tiempo libre, la vio dar vuelta en la esquina contraria. Así se acercaron sin que ella se diera cuenta, porque tenía la mala costumbre de ir mirando el suelo. Tony pasó junto a ella ligero y silencioso, y con un movimiento rápido tomó uno de los dibujos de Paige.
Ella se detuvo bruscamente y volteó luego de unos segundos.
"3, 2, 1..." Calculó el reloj.
-¡O-oye, tú!
Entonces el joven dejó de caminar y volteó lentamente viendo el dibujo que tenía en su poder.
-¿Éste soy yo?-dijo seriamente. Eso sí que fue inesperado. Aunque no la estuviese viendo, supo instantáneamente que se había ruborizado. Su vacilación fue muy prolongada, por lo que dedujo que se estaba poniendo nerviosa. Se acercó unos pasos y le devolvió la mirada directamente a los ojos.- Tony Clock-concluyó devolviéndole el dibujo.
-P-Paige Notepad- miró abajo con timidez-. Disculpa por eso, es que tú eres... -vaciló nuevamente.
-¿Interesante?-completó el reloj.
-Si-contestó ella con seguridad, pero perdió la calma al verse observada por los profundos ojos de Tony-. Es decir... Lo siento.
-No te disculpes. Ha sido un placer conocerte.
Ella logró verlo con más confianza y le respondió en silencio con una dulce sonrisa.

Toc, toc, llamaron desde afuera.
-Adelante-farfulló el hombre con pocos ánimos.
La mariposa asomó su cabeza por el marco con cierta inseguridad. Entonces entró y cerró la puerta silenciosamente, apoyándose en ella.
-Creo que...-vaciló- Es buen momento para hablar.
Tony suspiró y se pasó una mano por el pelo, revolviéndolo un poco. A esas horas del día lo invadían todos esos recuerdos de juventud; lo único que lograban eran hacerlo sentir miserable y culpable, pero sin distraerlo de su trabajo.
-Algo no está bien conmigo-dijo mientras sostenía un pequeño reloj entre sus manos-, no me siento como antes.
-¿Quizá te sientes solo?-sugirió la mariposa-Tal vez deberías intentar, no se, hablar con Paige...
El interlocutor se levantó de la silla de su escritorio.
-No sentía soledad hace mucho tiempo-comentó haciendo memoria mientras caminaba por la sala, ignorando la recomendación de su amigo-, por eso debe parecerme extraño.
-Si, eso debe ser porque...
-Debe ser hora de aclarar las cosas-concluyó decidido-, tengo que conversar seriamente con Paige.
-¡Si, exacto!
-Tendré que buscar los papeles...-agregó un tanto desanimado.
-¡No! Los papeles no-se detuvo al ver que había subido mucho el tono. Rió tontamente para disimular-. Quiero decir que es muy pronto para pensar en firmas y documentos... Aun... ¿Quién sabe? Las cosas podrían arreglarse.
Tony guardó silencio.
-¿Tony?
-Debo recuperar a Paige-dijo este con gravedad-. No solo la extraño, no solo la necesito a mi lado. Mis hijos también...
Shrignold entendía perfectamente ese sentimiento: necesitar a alguien. Últimamente había sentido un vacío dentro suyo y todo provocado por un equívoco platónico. Pronto se olvidaría de ello, pero por ahora no había nada más en qué pensar: su amigo necesitaba más apoyo que nunca en ese momento. Lo correcto era que estuviera con su mujer, así que tendría que borrarse pronto esa idea de que pudiera tener un crush en Tony.
-Lo lograrás. No te eches a morir, porque en el fondo... Ambos se aman y si ponen de su parte podrán salvar su matrimonio. En asuntos cómo éste debes ser optimista y nunca rendirte.
El hombre de bigote levantó la mirada hacia él, lo cual le provocó un escalofrío.
-Gracias.

El autobús escolar partió a mediodía lleno de estudiantes entusiasmados.
-Uno, dos, tres, cuatro-murmuraba la señorita Laptop mientras contaba a sus alumnos-... diecinueve, veinte. Están todos-suspiró aliviada.
Los niños iban cantando y jugando, eso si, bien ordenados en sus asientos. De un momento a otro, estaban todos apegados a las ventanas para ver la entrada del museo.
Bajaron ordenadamente, armaron una fila y entraron al museo tomados de las manos. Al entrar a la sala de exposiciones, la profesora se percató de que uno de sus niños se salió de la fila como un remolino.
-¡Mamá!-exclamó el pelirrojo al percatarse de la sorpresa: Su madre había ido por el día para recibir a la excursión y él no podía esperar para saludarla.
Laptop invitó a Paige a presentarse, lo hizo con gusto.
-Hola a todos, mi nombre es Paige Notepad.
Los niños saludaron al unísono.
-¡Hola mamá de June!
-Bueno, si quieren llamarme así -rió-... Pero es un poco largo, ¿No creen?Veamos-pensó-¡Ah! Si. Supongo que debo hablar de mí. Desde que yo era pequeña (mas o menos como ustedes) he tenido un talento increíble para las artes plásticas y el diseño. No sé cómo, solo nací haciendo eso. En mi familia eran todos matemáticos, ingenieros y cosas así, así que nadie supo de dónde salieron mis intereses. Después de pensarlo toda mi infancia y adolescencia, ingresé a una buena universidad a estudiar (por supuesto) Arte.
Un niño levantó la mano.
-¿En algún momento quiso ser otra cosa?
-Ahora que lo preguntas, hubo una época en que pensaba ser escritora, pero nunca logré plasmar mis ideas en palabras tan intensamente como en un lienzo. Pronto descubrí que no era lo mío. A pesar de que muchos trabajos están desvalorados, no me ha ido nada mal. Tengo una vida feliz y vivo con mis hijos.-concluyó.
Una chiquilla de pelo rosado que llevaba a su muñeca en la mano preguntó sin previo aviso.
-¿Y le pasó algo romántico en la universidad, como en las películas?
La siguió un silencio mortal. June vio a su compañera con mirada asesina.
-¿Por qué no... Les muestro la exposición?

Una de las niñas más observadoras de la clase hizo un comentario inesperado durante el tour.
-Ese cuadro de allí no es suyo...
Paige miró en la dirección que la pequeña indicaba. De hecho, el payaso de Manny se había colado en la camioneta al momento de cargar, y ahora era parte de la exposición.
-Oh. Si, es de un niño que conozco; lo hicimos juntos así que no quería dejarlo afuera.
Claro, cuándo lo único que ella agregó al cuadro fue un montón de tinta negra que cubría gran parte del retrato.
Luego de un rato, June notó algo extraño: Un hombre de suéter a cuadros espiándolos desde un lugar recóndito de la exposición.
-Esta vez no podrá decir que no-murmuró Colin. Avanzó de puntitas acercándose a la fila de niños con su grabadora en mano, pero no se dio cuenta cuando tropezó con la profesora. Ella se volteó asustada y lo miró asustada un momento.
¡Flechado!
-Oh-fue lo único que dijo el albino antes de disculparse. Se echó un paso hacia atrás, le tomó bastante tiempo procesarlo (no era de los más modernos que digamos)-, disculpe-dijo con su voz robótica-, soy más lento que Internet Explorer.
-No se preocupe-Laptop no podía quitarle los ojos de encima. Se acomodó los lentes con cierto nerviosismo-, fue culpa mía.
Los niños la miraban desconcertados. Su profesora y un extraño, amor a primera vista. Paige les indicó a los niños que la siguieran para evitar una situación incómoda.
Una vez que intercambiaron números, Laptop volvió con sus alumnos y agradeció a Paige por cuidarlos un rato.
Colin salió más que satisfecho del Museo.
-¿Quién necesita una entrevista cuando tienes el número de una chica tan guapa?
En ese momento recibió una llamada a su celular.
-Vaya, vaya. No creí que me extrañara tan pronto-se apresuró en tomar su móvil bastante pasado de moda y respondió.
Resulta que aún no llevaba el artículo para la revista online para la que trabajaba y lo llamaron para regañarlo.
-¡No importa!-exclamó la voz al teléfono sin dejarlo responder-¡Ni siquiera eres buen periodista! No te necesitamos en la revista. Adiós.
La llamada finalizó tan cortante como un cuchillo recién afilado.
-Am... ¿Qué?-sonrío nervioso sin quitarse el teléfono del oído.
Despedido, así tal cual. Al inteligente, sabelotodo Colin, al genio de la informática, al periodista perspicaz... Lo habían echado a patadas del trabajo. La frustración se acumuló en su cerebro y sintió deseos de desahogarse contra algo. Mas bien, alguien.... Y no le costó ingeniar un plan para desquitarse.

Otro fanfic de DHMIS #PremiosDHMIS2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora