X

278 38 5
                                    

-June...
El pelirrojo no escuchaba esa voz dirigirse a él hace mucho tiempo. Menos en ese tono.
-¿Hermanita?¿Qué pasa?
-June, no me siento bien.
Su hermano le hizo señas con la mano y ella continuó.
-Estoy inquieta-dijo con cierta duda-, frustrada, enojada, nerviosa... Yo no soy así. June. Quiero decir una palabrota ¡No sé qué hacer!
-Nunca has dicho una palabrota, Metronome.
-¡June!-gritó frustrada, saliendo por completo del tono callado con el que hablaba usualmente-Voy a decir una palabra fea ahora-recalcó esta última palabra.
-No, no, no.
-¡T-trasero!
Se hizo un silencio entre ambos antes de que June comentara.
-Bueno, no fue una palabrota al menos...
-Aún no me siento bien.
-Pero...¡Ah, ya se! Recuerda que día es hoy ¿Sabes qué día es hoy? ¡Yo si!
-June, tú eres el que da la fecha todo el tiempo. Eres un calendario.
-¿Bueno? Entonces yo te diré: hoy viene tu profesora de piano, espero que no hayas olvidado que es MIÉRCOLES. El último miércoles del mes.
Metronome se jaló el pelo.
-¡No puede ser! Odio a esa señora.
-¿La odias?-interrogó impresionado-Entonces, ¿por qué sigues tomando sus clases?
-Papá me las asignó. Y las sigo para no perder el ritmo, pero ahora ella es muy vieja, siempre va dos tempos más lento que yo. No quiero hacerle clases a ella, ¿Me entiendes?
-Si, algo.
-Quiero saltarme las clases, quiero...-finalmente halló la respuesta-Quiero ir a la tienda de música.
El calendario sabía lo que implicaba. Ella iría a pedir prestado un instrumento al hijo del dueño de la tienda, Johann. Un jóven irresponsable y flojo, pero fanático de la música, que le gustaba a su hermana.
Ese tipo no le caía bien.
-Te acompaño-dijo velozmente, así tendría asegurado que Metronome estaría a salvo del sudoroso estudiante universitario.
-Si, claro-justo entonces se oyó a alguien llamar a la puerta. Ding-dong, sonó el timbre-¡La señorita Adagio! Tenemos que irnos ahora ¡Allegro, vivace!
La chica corrió a su habitación a buscar los pocos ahorros que tenía y volvió con su hermano, quien la esperaba impaciente. Salieron por una ventana del primer piso y se fueron riendo hacia la dirección planeada, emocionados por aquel acto de rebeldía.

Los tres amigos se hallaban jugando una buena partida de Preguntas y Respuestas en la sala.
-¿Cuál es la cosa más grande del mundo?
Lo que no sabían era que alguien los observaba, esperando el momento oportuno para compartir con ellos una tecnológica experiencia.

Paige escuchó ruidos extraños provenientes de la casa desde su estudio. Acababa de llegar de compras y estaba ordenando las cosas que faltaban en su taller. En un principio no les prestó importancia, pero se dio cuenta que algo malo pasaba cuando el ambiente quedó en completo silencio.
Dejó las cosas a medio hacer, tomó las bolsas que quedaban y las llevó a la cocina.
Tal vez era demasiado silencio. Se sintió observada y se movió con sigilo hasta alcanzar uno de los cuchillos de la vajilla. Entonces, con un movimiento rápido, volteó y lanzó el cuchillo en dirección del intruso. El arma pasó veloz por aire hasta dar en la pared de en frente, no sin antes cortar un mechón de pelo blanco en el camino. Ahí estaba Colin Computer, sentado comiendo un plato de avena con los pies apoyados en la mesa.
-Casi me matas, Paige.
-¡Sal de mi casa, Colin!-gritó mientras alcanzaba su último recurso: un lápiz que siempre llevaba tras la oreja.
-Calma, calma. Solo les vine a hacer una visita y ya.
-¿Una visita?-dedujo a lo que se refería-No-salió echa una bala en dirección a la sala de al lado-¿Manny?- No había señales del trio inseparable-¿June? ¡Metronome!-ni de sus hijos. Volvió a la cocina para encarar al computador-¿Qué está sucediendo?
-Llevé a ciertas personitas a dar un paseo por mi casa digital. Al parecer aun no han vuelto ¿Quieres avena?
-¡Ugh, no! ¿Dónde están mis hijos?
-Espera-interrumpió desconcertado-, yo no tengo nada que ver con eso.
Paige se acercó a él, amenazante, y dio un puntapié a una de las patas de la silla. Colin calló de espaldas y el plato de avena acabó desparramado por su suéter.
-Óyeme bien chatarra parlante-lo apuntó con el afilado lápiz -, o me dices ahora dónde están todos, o te las verás conmigo-se acercó un poco más-. Y créeme, no quieres verme enojada.
-¡Ya! ¡Ya entendí! ¡No me toques!-se alejó a rastras reclamando su espacio personal-Los tres chicos que estaban jugando al Preguntas y Respuestas están en la web ¡Pero de tus hijos no se nada!
Paige le lanzó el lápiz, haciéndole un corte en la mejilla.
-¡Está bien, está bien!-gritó aterrado-Ahora los saco de la web.
En un momento, Manny y Robin estaban quitándose los pixeles de encima. No había señal de Harry, pero salió de una de las despensas de la cocina y calló al suelo con torpeza. No se quejó ni dijo nada, tan solo se levantó y se fue a su habitación seguido por la mirada de Colin. Paige vigilaba al albino como un ave de rapiña.
-Está bien, me voy-dijo éste mientras se limpiaba la avena del suéter-. Pero no llames a la policía.
-La puerta está a la izquierda.
-¡Ya voy!
¡Paf! Se escuchó la puerta cerrar con violencia. Una vez que el hombre de la informática se retiró, la artista tomó el teléfono sin saber si llamar o no por ayuda.

Otro fanfic de DHMIS #PremiosDHMIS2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora