Prefacio

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Tribu Fengary. Quinto ciclo lunar místico, "La cosecha".

La profecía había sido demasiado clara y ningún Fengary la tomó en cuenta con completa seriedad. Alababan a la luna como era su costumbre porque de esa forma habían sido inculcados, pero la paz no estaría sembrada por mucho tiempo en su tribu y la guerra anunciaría su llegada cuando la paz decidiera descansar y abandonarlos a la suerte del destino y las casualidades.

Las tribus cercanas o al menos la gran mayoría, vivían felices con el acuerdo llegado y con su líder en mando, si bien cada una de ellas eran gobernadas por la persona de sangre real del lugar había algunas en las que esa práctica había sido olvidada y se habían enfocado en hacer ver a sus habitantes que aquel que demostrara destreza y sabiduría serían quien gobernaría y dirigiría a pueblo. Sin embargo, aunque cada uno de los pueblos tenía un gobernante y a quienes adorar había ser místico a quien todos y cada uno de los gobernantes guardaban tributo.

Ese tributo era para una Reina cuya sabiduría, belleza y tácticas de guerras mantendría a sus pueblos bajo las faldas de la paz.

Todo era como de costumbre para las tribus de los grandes terrenos de Garla, pero no todo era como se miraba en la alianza. Felices y sustentables.

Como en toda historia que habitaba en algún mundo debía haber aunque sea un rezagado, y lo hubo. Solo hubo una tribu que nunca se dejo doblegar ante las peticiones aquella que muchos denominaba la gran Reina mística, la reina de la tribu proveedora de energía y dominante del poder heredado de la luna; ellos se hacían llamar Fergas; eran hombres y mujeres cuyos anhelos llenos de ambición y poder recurrieron a los actos más viles y atroces de los grandes terrenos de Garla. La magia oscura del temible Teristeno, magia que era poseedora del enojo que le llevo a concebir su destierro de Garla.

Los Fergas, personas desamparadas y cegadas de las palabras vacías de un gobernante que lo único que quería era el trono de la Reina mística así como el poder que cargaba en sus manos como el dominio de Garla. Fueron numerosas las ofrendas que el gobernante supremos de los Fergas ofreció en el ritual para obtener el poder del temible Triestino, así como fueron numerosas y grande fue el precio que cada uno de los habitantes de esa tribu tuvo que pagar.

Su piel se fue marchitando y la fertilidad llena de colores y bondad se fue apagando trayendo consigo seres con malformaciones y llenos de odio; pequeños que al momento de nacer fueron entregados a manos del ejercito de la tribu para su preparación y educación basada en la búsqueda de la tan anhelada justicia que con siglos de antelación su gobernante les prometió.

Se cuenta que hubo mujeres con las caderas más fértiles y llena de los colores y las bondades más hermosas que pudiese existir dentro de los terrenos que los mismos Fergas llamaron Markuk en honor al primogénito arrebatado por la gran luna.

Son demasiadas las leyendas que existen alrededor de los Fergas, pero lo cierto es que ninguna tribu ha podido saber exactamente que es lo que sucedió.

Ahora que la paz ha decidido tomar un descanso pareciera que las alarmas y la señal que hacía falta para que los Fergas pudieran empuñar espadas y cabalgar en corceles malditos pudiera ser que la historia cambie.

Hoy cuando el quinto ciclo lunar místico comience la historia de alianza pudiera cambiar.

La alianza ha terminado.

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