Continuitas ...(Parte II)

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Negro, todo se volvió negro pero nada parecía estar en calma conmigo había algo que me incitaba a luchar contra algo que no tenía alguna razón para hacerlo, ni mucho menos sabía que era. Los latidos de mi corazón parecían estar descarriados y correr a mil por hora, pero parecía que no me importaba porque aunque sintiera que la muerte pudiera estar cerca de mí si no hacía algo para calmarme.

Negro, que esa era la palabra que describía todo lo que estaba pasando, una oscura fuerza que me decía hazlo o puedes lamentarlo. Fue completamente extraño que una simple rabieta comenzara a colapsar mis sentidos y me invadiera la necesidad de buscar una libertad que se me había otorgado a medias pero que nunca fue razón para sentirme aprisionada.

Ninguno de mis pensamientos parecía ser verdad, todo lo que podía procesar mi cerebro era que algo me mantiene atada y rezagada de un mundo que parecía haberse creado para mí y para poder complacer mis necesidades. Por primera vez sentía que lo que tenía no era suficiente, que ser alguien nula en la vida del mundo en que vivía no era la vida correcta que sentía.

Todo era extraño y de color negro, pero no del negro que seguramente disfrutaba mientras imaginaba cada noche al ser encerrada en las paredes de esta casa, que me encontraba justo en un campo mirando la negrura de un cielo que ante mis ojos parecía tener algún toque de tinta azul, mientras las estrellas me cubrían en un especie de manto y las nubes eran el adorno complementario que una vez un manto tan bello necesito para no sentir solo en la inmensidad.

Mis ojos miraban negro, mis ojos miraban nada y sentir la insignificancia y lo nulo volverse algo inmenso que invadía mi alma de una u otra manera, desquiciando de esa manera mis sentidos, mis percepciones, mis latos. Desquiciándome, haciéndome gritar ayuda.

De pronto todo se calmo y por fin hubo paz, solo que esta se acompañaba de un dolor constante que apuñalaba alguna parte sensible de mí. Me dejé llevar, ya no podía más, y mi alma parecía clamar piedad por algo que no podía procesar.

─¿Cómo estas cariño? ─la voz, esa voz la conozco. Intento levantarme, me lo impiden ─No cariño, no te levantes aún.

Me acomodo de mejor manera en la cama, mis ojos pesan demasiado y aunque intento abrirlos la escasa luz que logro captar me lastima y prefiero no volver a intentarlo.

─¿Qué...─duele, duele demasiado.

─Tranquila, casi destruyes tu garganta anoche ─es mamá, ella es la que me está hablando. Me remuevo en la cama ─. Debes estar tranquila y evitar hablar.

Siento el costado de mi cama moverse, también siento las cobijas ser movidas por ella y abrigándome más. Paso saliva, humedezco mis labios y abro la boca e intento hacer que la voz salga de mi boca.

No sale ningún sonido de mi boca, de hecho me molesta el solo hecho de intentarlo y hace que me pique la garganta.

─¿Qué fue lo que hice? ─me duele cuando por fin la voz sale de mi boca, pero supongo que será parte del proceso de tener según palabras de mamá, mi garganta destruida.

Escucho como mamá deja ir una gran respiración, intento una vez poder abrir los ojos pero me duele mucho la en cuanto mis ojos logran captar un poco de luz. Los cierro con fuerza y decido no intentarlo más.

─Hiciste cosas que no son parte de ti ─responde finalmente ─, fue un ataque de ansiedad.

Esa declaración, no parecía real, yo no soy una persona que suelta tener este tipo de ataques o al menos no tenía conocimiento de tener este tipo de ataques. Algo me decía que había algo más de todo esto y cómo parecía que no podía hablar sin antes sentir que mi garganta se caía a pedazos y sangraba al mismo tiempo.

Alma de GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora