Capítulo Treinta y cinco

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Laverdad para Jack.


Alex.

Me parecía increíble que al fin la estuviera viendo con mis propios ojos, era tal como la recordaba de aquel extraño trance en ese lugar lleno de luz y bello sin duda y, aun así, no dije nada porque estaba conmocionado por la situación en sí. Tanto tiempo hablando Alysa y yo en esta sala, ella diciendo que debía cuidar mis palabras y en ningún momento hasta ahora hizo acto de presencia, pero henos aquí, los cuatro.

Tres de nosotros conmocionados y uno en específico parecía maravillado por la hermosa mujer de vestimenta rara que permanecía parada en medio de mi sala, sería un completo milagro que no apareciera en este preciso momento mamá porque entonces sería para mí muy complicado explicar qué es lo que estaba sucediendo. Así que con un nudo en el estómago y la garganta seca tomé aire y miré a mi amigo, pero como era de esperarse él me ganó así que lo dejé hablar mientras tomaba valor de algún lado dentro de mis entrañas.

─Oye amigo ─Jack habló y en el fondo lo agradecí porque yo no habría podido hacerlo y Alysa tampoco ─¿Quién es la mujer que se encuentra parada en medio de tu sala?

Quería decirle que era la causante de muchas de mis extrañas actitudes, pero entonces eso se vería mal. También quería decirle que era la culpable y el motivo de porque hoy actué como actué, pero entonces él no lo entendería. ¡Caramba!, toda posible sonaba más descabellada que la anterior, por qué tenía que ser tan complicado.

─Deberías dejar de maquinar oraciones si no las piensas usar, Guerrero ─habló la Reina ocasionando que la observara al instante. Me sentía avergonzado de mis palabras, porque no recordaba el insignificante detalle de que ella podía entrar en nuestras mentes ─. Soy la Reina Mística, todos me conocen por Luna─ respondió a Jack.

─Un nombre bastante peculiar ─contestó mi amigo con torpeza ─Y dígame, ¿usted que tiene que ver con toda esta situación?

El tono en su voz que adoptó, tan serio y firme me hizo sonreír por un segundo porque era usual en él tomar esa actitud, así que con más empeño permanecí callado y miré de la Reina a mi amigo con curiosidad esperando una respuesta, pero tenía que actuar un poco así que dije:

─¡Jack!

Ahora sentía más vergüenza, una que al parecer en oídos místicos de la reina no podía diferenciar entre si era completamente real o fingida. Ni siquiera yo lo sabía.

─¿Qué? ─preguntó ─Tú pareces haber perdido el habla y sigo preguntándome qué tiene que ver en esto Alysa y ahora me pregunto qué tiene ver la mujer que se encuentra en tu sala y por la cual ustedes parecen estar bastante asombrados. ─Ahora no solo me sentía avergonzado, también sentía como mi rostro comenzaba a ponerse rojo porque quiera o no, esta situación me sobrepasaba y me hacía sentir un tanto tonto.

─Así que tú eres Jack.

Mi amigo la miró y asintió.

─Así es señora ─contestó y extendió su mano antes de retirarla. Parecía tan perdido como yo─, un gusto conocerla, aunque yo no la conozco a usted.

Hasta ahora me doy cuenta de que Jack ni siquiera entró por completo a la sala, que todo este tiempo que ha transcurrido se encontraba en la entrada de esta. Alejo la mirada de Jack y observo finalmente a Alysa que se encuentra igual de pasmada por la situación que yo.

─No entiendo nada ─me susurra, a lo que yo asiento queriendo darle a entender que siento lo mismo que ella en este momento.

─Entonces amigo ─Lo observo cuando lo veo sentarse enfrente de nosotros ─¿Me vas a explicar que está sucediendo?

Alma de GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora