Cliente: W1992

294 15 19
                                    

–Te está esperando.

–Lo sé. Dame 5 minutos– Eddy asintió y salió de la habitación –Ok... tranquila. Lo que te hizo en su última cita no tiene por qué afectarte ¿ok?– me miraba en el espejo tratando de sonreír –recuerda que él es así– me abracé a mi misma frotando mis brazos –sólo le gusta rudo, no quiso lastimarte, ¿ok?

Me senté en la cama para ponerme las botas negras que a él le gustaban. Vestía una sudadera Adidas en color gris con negro, me quedaba un poco grande así que sólo cubría mi ropa interior de encaje negro. Me paré y me di una última mirada en el espejo ¿qué me hará hoy? Una parte de mí temía por la respuesta.

Este cliente es algo extraño, aún no puedo asegurar que es lo que quiere, algunas veces es sexo duro, otras es sensual, en pocas ocasiones es tierno. Me confunde cada cita, la anterior me dejó marcados los brazos por 4 días. Él fue claro al decir que vendría a tener una nueva aventura en cada cita. Pero sus cambios son tan drásticos que confunden. Le gustan las mordidas, los chupetones, las nalgadas pero sobre todo... las reacciones, se excita con ver mis reacciones en el acto.

Llegué a su habitación, di un último suspiro y entré. Estaba en la ducha, escuchaba el ruido del agua al salir de aquella lluvia artificial. Me detuve a observar su habitación, antes no me había percatado de la guitarra cerca de la puerta, quizás porque siempre que entro ya tiene mi boca en la suya y terminamos en la cama sin dejar de vernos. La ropa de cama era en color rojo cereza con blanco, las cortinas eran lisas y en color blanco que hacia la iluminación más natural. Dejé de escuchar el ruido de la regadera, giré sobre mis talones para encontrármelo saliendo con una toalla blanca que estaba enrollada en su cintura y con una más pequeña secándose el cabello que ahora era castaño rojizo, era rubio ¿no? Me pregunté tratando de recordar nuestra última cita. Me miró enojado, sus castaños y almendrados ojos me mataban lentamente mientras unas cuantas gotas de agua rodaban por su lechosa piel.

– ¿Por qué diablos tardaste?– gruñó molesto, su tono de voz era algo grave en comparación a otras ocasiones.

–Me estaba arreglando– me dirigí hacia la pequeña mesa que estaba cerca de la puerta saqué una de las paletas que tiene guardadas.

–Eso es mío– me sonrió lascivamente.

–Era– la abrí y la metí a mi boca sin dejarlo hablar.

–Te he dicho que no toques mis cosas, sabes que me enoja– se fue acercando lentamente a mí, su sonrisa no abandonaba sus labios – ¿cuántas veces tengo que decírtelo?– se detuvo a escasos centímetros de mí, pasó su lengua lamiendo sus gruesos y rosas labios mordiendo el inferior al final. Saqué la paleta chupándola lentamente frente a él.

– ¿Y cuántas veces tengo que decirte que yo como lo que quiera?– volví a meterla y sonreí lascivamente enarcando una ceja, acaricié su suave piel blanca empezando por la marca de tinta en su brazo derecho, acaricié su hombro y llegué hasta su clavícula siguiendo las letras en ella. Cerró los ojos e hizo la cabeza hacia atrás al sentir mi piel rozar la suya, abrió la boca disfrutando de mí.

–tendrás que pagar por esa paleta– regresó su atención a mí, sus ojos brillaban de deseo mientras sonreía divertido de sus propios pensamientos, saqué de nuevo aquel caramelo y me giré para dirigirme a la cama, él me tomó de la muñeca y me jaló bruscamente hacia la puerta, grité al sentir la dura madera golpear mi espalda.

Tomó mi rostro entre sus manos y me besó con exigencia, sus labios se movían desesperados sobre los míos forzándolos abrirse, correspondí a su beso con la misma intensidad que él, rodeé su cuello con mis brazos y él bajó sus manos hacia mis glúteos apretándolos, gemí al sentir como me cargaba. Mis piernas rodearon su cadera, la toalla húmeda me hizo reír, cerró los ojos y sus manos aún acunaban mis glúteos. Nuestras lenguas se unieron peleando entre si, sus saliva se mezclaba con la mía, mis dedos se perdían en su cabello revolviéndolo aún más. Sus manos se fueron metiendo entre mis bragas, sentí sus dedos acariciar mi ardiente piel, su miembro se erguía conforme los besos subían de tono. Sus manos salieron de mis bragas para recorrer mi cuerpo hasta llegar al borde de mi sudadera.

20 + 1 (CL-HOT)Where stories live. Discover now