Cliente: H0788

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– ¡MI CIELO!– me levanté al escuchar mi nombre.

– ¿Y ahora?– salí de mi habitación en dirección a los gritos.

– ¡CIELO! ¡MI CIELO! ¡POR FAVOR! ¡NECESITO VERTE!– reconocí la voz enseguida. Era el cliente H0788, él es el único que me decía mi cielo.

–No puedes pasar, recuerda que nadie puede entrar a la habitación de Cielo– Eddy trataba de convencerlo pero al parecer él seguía intentando acercarse a mi –que terco eres.

Mi habitación se encuentra un poco lejos de las habitaciones de los clientes, ¿la razón? No quería estar cerca de ellos. Me gusta tener un poco de distancia entre mi vida personal y mi trabajo, claro que interviene uno y otro, pero esa era mi manera tonta de separarlos... poner tierra de por medio.

–Eddy por favor déjame verla, necesito de ella.

–No tienes cita hoy, sabes que no se puede sin cita– hoy era mi día libre. Estaba en el tocador arreglándome para salir cuando escuché sus gritos.

–Lo sé, pero de verdad necesito verla– su voz se quebró al final de la oración.

– ¿Qué pasa?– me acerqué poco a poco a ellos, él trató de acercarse a mí pero Eddy estaba frente a él, con los puños en su pecho evitando su cercanía a mi – ¿Eddy?– Pregunté quedando a escasos pasos de ellos – ¿Qué pasa?

–Estaba de terco que quería verte– dijo sin voltear a verme, su concentración estaba en el cliente.

–Perdóname mi Cielo pero de verdad necesitaba verte– suspiró y cayó sobre sus rodillas frente a Eddy.

– ¡Ey! ¡Ey!– me acerqué a él apoyándome sobre mis rodillas para poder estar a su altura –¿qué pasa?– no me contestó, su mirada estaba fija hacia el piso –Eddy déjanos solos por favor– Eddy dudó unos momentos –estaré bien– asentí y le regalé una sonrisa, él hizo lo mismo y caminó por el pasillo alejándose de nosotros –¿Qué pasa?– pregunté a mi cliente que aún no levantaba la vista –dime por favor, en que puedo ayudar– acuné su rostro en mis manos y lo levanté para poder verlos a los ojos.

Su blanca piel tenía un ligero tono carmín, su cabello castaño despeinado, sus almendrados ojos ya cristalinos por las lágrimas que amenazaban con salir. Mi corazón se estremeció al verlo así, tan humano...

–Está saliendo con otro– el tono de su voz fue casi en un susurro, pero sabía de quién estaba hablando –sale con otro– sus brazos me rodearon en un fuerte abrazo mientras lágrimas comenzaron a rodar por sus coloradas mejillas, su rostro estaba oculto en mi pecho dejando salir gemidos de dolor. Acaricié su cabello tratando de peinarlo un poco.

–Tranquilo, aquí estoy...– necesitaba esto, para eso me buscó desesperado. Le di unas pequeñas palmaditas en su espalda, como mi madre lo hacía cuando era pequeña y trataba de reconfortarme –aquí estoy– besé su frente y seguí acariciando su cabello.

Estuvimos así por unos minutos hasta que poco a poco logró tranquilizarse.

–Perdóname– dijo limpiándose el rostro.

– ¿por?

–Por aparecer así– besé su colorada mejilla, eso lo hizo sonreír un poco.

–No tienes nada que agradecer, recuerda que para eso estoy– me puse de pie y le extendí la mano para que él pudiera hacer lo mismo.

– ¿A dónde vas?– me preguntó mientras limpiaba su pantalón.

–Es mi día libre, quería ir al cine– sonreí – ¿quieres que me quede contigo?– tomé su mano y lo miré tiernamente.

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