2. Un lindo y tierno gato.

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Narra John:

Desde hacía ya un tiempo, sabía que algo extraño me estaba ocultando Paul. Aunque cuando lo cuestionaba, se negaba rotundamente a contarme la verdad, me parecía bastante extraño que todos los días recibiera golpes, golpes que cada vez más subían de escalas hasta parecer algo inhumano. Y puede llegar a sonar feo, pero agradecía aquello en cierto modo porque así podía tener pretextos para verlo.

Ahora éste último acontecimiento, y el hecho de saber que le habían electrocutado el pene me daba lástima. Él era un chico muy bonito para estar sufriendo, pero sí no sé qué es lo que ocurre realmente... ¿Cómo puedo ayudarlo? Ya le había dicho por montones que fuéramos a denunciar, quizás vivía agresiones en su morada.

Miles de escenarios aparecían en mi mente, pasaba días y noches tratando de descifrar lo que escondía y tenía que averiguar lo que ocurría. McCartney estaba pidiendo ayuda a gritos, lo notaba en su frágil y triste mirada.

Entre tanto pensamiento no me había dado cuenta que Cynthia estaba frente a mí con una clara mirada de enfado, tenía el ceño fruncido. Estábamos en la hora de colación, y mientras tanto bebía una taza de café al igual que ella. Su mano se agitaba frente a mi rostro, por lo cual le sacudí ligeramente para prestar atención.

—John, ¿me estás escuchando? —me cuestiona con algo de fastidio.

Últimamente mis pensamientos iban siempre dirigidos a él, me perdía en ellos tratando de buscar soluciones.

—No, lo siento, Cyn —murmuré de forma cortante y luego hice una mueca—. Debo volver al trabajo.

—Pero, John, no me has escuchado... —murmuraba nuevamente con aquella voz suave, mientras acariciaba mi mano, calmando su expresar.

—Lo lamento, debe ser en otro momento, Paul no tardará en llegar, Cyn. —dije dándole el último sorbo a mi taza de café.

—Siempre pasas tiempo con él, John. ¿A caso no te aburres? Sé que es un chico lleno de problemas por lo que me has contado, y que quizás vive en constante violencia por lo que he notado, pero debes tomarlo como a un simple paciente. No puedes ir por la vida solucionando la vida de todos, estudiaste medicina, John, no psicología.

Comenzaba a perder la jodida paciencia cada vez que Cynthia decía algo así. Últimamente hemos llegado a tener varias discusiones debido a lo mismo. Ella dice que no es normal la relación que tenemos con Paul, pero para mi sí lo es.

—¿Y eso qué te importa? —murmuré mientras comenzaba a enfadarme, frunciendo el ceño—. Tiene el mismo derecho a ser atendido a la hora y de forma correcta como a todos los pacientes que tenemos en el hospital.

—¡Claro que me importa, Winston! —gritó Cynthia, su voz fue como eco entre las paredes algunos voltearon a vernos—. Te la pasas metido todo el tiempo con ese tipo, ¿qué no te da vergüenza? ¡Todos en el hospital están hablando de que tú y él, posiblemente tengan algo! ¡Qué horrible, Winston Stanley!

—¡No me digas Winston, mierda! —espeté de vuelta; odiaba que me dijeran "Winston" o “Stanley”.

—¡Te comportas como un maldito marica, John! ¿Sabes que algo así parece anormal aunque no lo sea? ¡Hasta las enfermeras llegan a sospechar!

Lo único que atiné fue a darle una bofetada que hasta a mi pareció dejarme sorprendido. Me sentía herido, quizás humillado. Eso era un tema que a ella no le incumbe, no debería opinar sobre lo que no le respecta en su opinión. Aunque tiempo después mi reacción cambiaría, el tan sólo hecho de ver sus ojos cristalizados me hicieron volver a la realidad.

Doctor Lennon. [McLennon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora