6. Celos.

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Narra John:

Al regresar al trabajo luego del incidente con Paul, Cynthia no me miraba, no me hablaba, aunque poco me importaba la verdad. Aunque sabía que ésto era algo que todos comentarían tarde o temprano en el hospital. Cynthia era una persona muy reconocida así como también muy apreciada por nuestros compañeros.

Ahora habían cosas que realmente podrían importarme, como lo que sucedía con Paul. Inevitablemente me sentía cegado por él, a pesar de que intuía que algo andaba mal. Ahora que sabía sobre la dirección de casa y el número de teléfono de Paul, decidí llamar, para averiguar siel agente estaba en lo correcto.

Tomé el teléfono de mi escritorio y marqué uno por uno los números que salían; esperé en completo silencio a que alguien atendiera, estaba impaciente.

—Hola, casa de los McCartney. ¿Con quién desea hablar? —no era la voz de Paul, pero suponía que era la de su hermano.

Corté y sonreí satisfecho porque sí, Ed estaba en todo lo correcto, y yo comenzaba a volverme loco.


[...]

Seguí revisando algunos papeles de exámenes que algunos pacientes se habían echo, pero uno quedó recalcado en mi mente. "Positivo". Era un examen que una joven se había hecho hace una semana, marcaba positivo ya que estaba embarazada, y al leer ésto, algo apareció en mis pensamientos.

¿Cómo sería tener un hijo con Paul? Obviamente él no puede estar embarazado, es absurdo pero podríamos intentar adoptar a un pequeño.

Creo que hablaré con él sobre la idea de adoptar un pequeño, sería totalmente genial si lo intentamos, jamás le faltaría amor, lo cuidaríamos tanto y estaba seguro de que podríamos formar un buen hogar con el pelinegro. Ya estaba haciendo una vida entera con Paul en mi mente, y ni siquiera le he pedido ser mi novio.

Ser mi novio. "Novio". Qué lindo sonaba, ¿verdad?

Creo que ya tengo la idea, sí, le pediré a Paul ser mi novio. Aunque no sé cómo es que se lo voy a pedir, ya que estás cosas no van conmigo, pero al menos haré un intento. Mientras tanto, me dediqué a ver los demás papeles.

Miré la hora, y mi horario de trabajo ya había terminado, me levanté no sin antes ordenar todo en mi escritorio, luego me quité la bata blanca y me coloqué mi abrigo a lo último. Salí de la consulta, cerré con llave y metí mis manos en el abrigo. Al salir al estacionamiento, pasé por mi bicicleta, y una vez que ya la había tomado, me monté en ella; saliendo apresurado y dispuesto a llegar a casa.


Hacía un frío del demonio, era un frío de esos que te hacían doler los huesos. Era como estar en el mar más helado y profundo, pero aún así tomé la ruta hacia casa a pesar de que había neblina.

El cielo se tornaba casi negro por las nubes que estaban de un tono grisáceo avisando que pronto se caería una tormenta y llovería. Mis pies pedaleaban lo más que podían, pero el frío hacia un poco difícil el trabajo ya que no sentía ni mis pies, y mucho menos mis manos.

Tardé más de media hora en llegar a casa y cuando logré llegar, rápidamente dejé mi bicicleta en el ante jardín con candado y entré a casa. Mi casa estaba completamente congelada y apagada, por lo que encendí las luces de la sala de estar y pronto tomé el control remoto que estaba en el sofá, encendiendo la televisión para luego encender la calefacción. Traía un hambre del demonio, por lo que decidí hacerme unas tostadas con mermelada. Me adentré en la cocina, y cogí la bolsa de pan, sacando un par de marraquetas para tostar y cuando pude tostar bien mis panes, entonces le eché la mermelada. Me los serví en un platillo y los dejé en el mesón frente al televisor, me senté y comencé a disfrutar de la delicia que me encontraba comiendo.

Doctor Lennon. [McLennon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora