8. El prostíbulo.

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Narra John:

Mi tan ansiado horario de trabajo había terminando, por fin; realmente me gustaba y a la vez me agotaba. Me encontraba bastante agotado, y de cierta forma abrumado, ya que tenía muchos pendientes aún. También, tendría que sumar el tema de Paul, era algo que me había dejado marcando ocupado. Tenía demasiadas preguntas, así como también no tenía ninguna respuesta a ellas. Quería tratar de justificarlo, pero era algo que no podía, tenía demasiadas cosas que pensar antes de hacer algo así. No me cabía en la mente cómo me podría haber mentido, creía que era justo que lo hiciera al principio, pero no cuando decidió llevar las cosas mucho más lejos conmigo.

Ahora me encontraba con Stuart en mi consulta, había decidido acompañarme tal cual lo habíamos planeado anteriormente. Me encontraba también nervioso, era un torbellino de emociones negativas, sabía que la venganza no era buena, algo que Stuart ya me lo había dicho pero me encontraba cegado. Esa era una triste verdad.

Prontamente nos levantamos de nuestros asientos, y aproveché de quitarme la bata blanca, dejándola en el perchero, posteriormente me coloqué mi abrigo y tomé el paraguas dispuesto a salir, y enfrentar el golpazo de realidad.


[...]

Al salir en nuestras bicicletas, emprendimos nuestra ruta hacia el prostíbulo en el cual se suponía Paul prestaba sus servicios. De todas formas ahí lo encontraríamos y aunque me doliera, sabía muy bien que debía obtener al menos una palabra por parte de Paul; por lo que emprendí con la decisión de enfrentar ésta situación realmente pésima.

—Stu... ¿De verdad quieres acompañarme? —pregunté mirando al blanquecino, mientras éste pedaleaba a todo dar—. Yo puedo solo, de verdad.

Él me miró unos segundos para luego negar rotundamente, sí, él era muy duro en cuanto se decidía a hacer algo.

—Sé que no es mi problema, pero eres mi mejor amigo y yo debo ayudarte, también apoyarte en todo momento. Así que no te dejaré solo, John. —dijo éste mientras soltaba un suspiro.

—Gracias, Stu...

Éste sólo me dedicó una leve sonrisa.

—Para eso estamos los amigos, ¿no? Te conozco como la palma de mi mano y sé que eres vulnerable a momentos y que quieres llorar por dentro... Tus ojos lo dicen todo, como también emanan furia por doquier, sólo relaja y despeja tu mente un poco.

Yo sólo me limité a asentir.

—Es solo que todo ésto duele.

—Y lo sé perfectamente, Johnny, pero debes enfrentar cada caída que tengas, para luego poder levantarte.

Miré hacia en frente, Stuart tenía razón, dolía, sí, porque yo realmente me había enamorado de Paul, pero me dolía que me engañara de tal forma sin pensar en el daño que podría haber ocasionado, como ahora.

Seguimos nuestro camino en silencio, Stuart seguía mi pedalear, mientras que yo pedaleaba y pedaleaba por llegar a mi objetivo: Paul. Mi respiración era agitada, la de Stuart también, para la hora que ya era en éstos momentos y para lo oscuro que se tornaba el cielo, debía suponer que eran las nueve de la noche. Miraba a mi alrededor y aún habían personas caminando hacia sus casas, otras sólo paseaban, parejas, amigos, de todo se podía ver a ésta hora, pero, yo me sentía solo en aquél momento, aunque claro, tenía el apoyo de Stu.

¿Alguna vez se han sentido vacíos? ¿Alguna vez han sentido que algo les falta? ¿Han sentido la horrible sensación de sentirse rodeado de muchas personas, pero aún así se sienten solos? Es horrible, ¿verdad?

Doctor Lennon. [McLennon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora