CAPÍTULO 1: Esa tarde de verano

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Relatado por Alicia


En una tarde de verano, de esas en las que hace un calor infernal y no te apetece hacer nada, yo me encontraba en mi habitación trabajando con el portátil en lo que a mí me gustaría llamar "proyecto". Digamos que hasta que no sea más profesional, no se podría denominar de tal forma, así que por ahora diré que es un pequeño paso hacia mi sueño de ser editora.

La mayoría del tiempo estoy pendiente de este tema y no me suelo desconcentrar, pero hoy, debido al calor, me noto algo cansada. Así que decido parar un rato y mirar los posibles mensajes que tenga en el móvil. Me asombro al ver que hay una gran cantidad de ellos de mi mejor amiga Diana, pidiéndome que le acompañe a... En ese mismo momento, antes de que pudiera leer más, me llama y, por cómo suena, parece estar muy nerviosa.

- ¡Alicia!, llevo mandándote mensajes desde hace media hora, y ahora se me va a hacer tarde.

Sintiéndome mal, intento tranquilizarla para que no se ponga peor.

- ¡Hola Di! Perdona, es que estaba con el portátil, y ya sabes cómo me concentro. ¿Qué es lo que querías hacer? - Le contesto riéndome -

- Te lo cuento cuando te recoja que voy de camino hacia tu casa.

- Pero si es súper tarde... ¿A dónde pretendes ir ahora? ¿No puedes esperar a mañana? - Le digo mirando el reloj de mi muñeca -

- No, no puedo. Llevo planeándolo desde por la mañana y además no quiero ir sola. Hala va, vente conmigo...

- Mira que eres pesada eh... Está bien, me preparo y en cinco minutos estoy abajo.

- Ah por cierto, coge algo de comida para luego cenar por allí.

- ¿Qué? Pero... ¿Qué cojo?.. Si no he preparado nada aún - Estoy hablando sola, Diana ya me había colgado ya que va en el coche y no se quiere distraer.

Cuando cuelgo yo también, sonrío ya que me alegro de tener una amiga como Diana. Me conoce muy bien, tanto que hasta sabe que esos cinco minutos, son en realidad quince y que cuando digo que voy a coger la comida, sí, la voy a coger pero siempre suele ser poca, porque me suelo preparar las comidas en el último momento; así que cuando bajo por fin al portal y veo el coche me dirijo hacia él, abro la puerta y me doy cuenta de que ella también ha cogido comida para que no falte.

- Como me conoces eh.. - le digo riendo mientras miró la bolsa de comida -

- Ya ves, lo que hacen los años..

Me quedo mirándola directamente a sus ojos de color miel verdosos, nada que ver con los míos, que son de color marrón oscuro. Ambas tenemos el pelo castaño. El suyo es castaño liso muy claro, tan claro que incluso podría llegar a ser rubio. Sin embargo el mío es muy oscuro y rizado. Es tan oscuro que se podría decir que es negro, pero yo sé que no es así. Además me suele molestar mucho cuando la gente me dice que es de tal color.

Sin más rodeos y muy impaciente le digo:

- Bueno, ahora que estoy aquí, sentadita en el coche y además con comida... ¿Me puedes decir, a dónde vamos?

- Vamos al hospital de mi abuelo.

- A un hospital. Por la noche. Con todo oscuro y cerrado. Como no lo veo extraño..

- Ya verás que bien, es que por la mañana ha llegado una carta a casa para mi abuelo y como no estaba la he abierto pensando que sería algún recibo, pero me he sorprendido al ver que sin embargo era una oferta de compra y demolición. El hospital del que te hablo lleva cerrado muchos años y como nadie lo usa, una empresa quiere comprar el terreno para demoler el edificio y construir uno nuevo.

- ¿Y que ha dicho tu abuelo?

- Nada porque no se lo he enseñado todavía. Quiero ir para verlo y si mi abuelo me lo permite, reabrirlo por mi cuenta.

- ¿Y con qué dinero?

- Bueno eso ya se verá, de momento quiero verlo, puede que no esté en malas condiciones.

Sabe que en este tema le apoyaré siempre, porque es su sueño, desde que era pequeña siempre ha querido ser directora de un hospital. Además Diana es una gran cirujana, con sus estudios de medicina y su temperamento, estoy segura de que sería una perfecta para ese puesto.

- ¿Entonces, a qué esperas para arrancar? - Le digo animada -

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