CAPÍTULO 6: Al fin alguien más con nosotras.

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Alicia

Diana avanza hacia la puerta, con el candelabro en la mano, iluminando la salida del salón. Una vez ella fuera, la puerta se cierra rápidamente, impidiéndome salir de allí. Diana me grita que abra la puerta, pero yo por mucho que lo intentaba, no conseguía abrirla y sin saber muy bien qué hacer, le digo a Diana que se aparte de la puerta todo lo que pueda.

Me quito la chaqueta, me la enrollo en el brazo y pego un puñetazo a la parte acristalada de la puerta, que es toda ella realmente, excepto el pomo y el marco. Al romperse, un trozo de cristal me cae al brazo y me hace un corte muy profundo, por el cual grito de dolor. Me olvido por un instante de la herida y paso por la zona sin cristal que se ha creado con el golpe e intento no cortarme más.

Una vez fuera, Diana me abraza con fuerza, se acerca a la puerta para coger la chaqueta que se me había caído y me lo enrolla en el brazo presionando la herida, para que no se infectase ni me desangrase. Tengo suerte de tener a una cirujana como amiga, en este tipo de situaciones un poco de ayuda siempre viene bien.

- ¿Te duele mucho Alicia?

- Sí un montón.

- ¡Corre! Vamos a ver si encontramos algo con lo que curarte la herida antes de que se ponga peor. Es que... a quien se le ocurre...

- ¡¡NO...!! ¡Si quieres me quedo ahí de por vida...!

- Hombre no, yo te iba a ayudar...

- Sí... Veía mucha colaboración desde la otra parte de la puerta...

- ¡Oye! ¡Qué no te curo la herida eh!

- Pues recorrerás sola el hospital. Bueno puede que el candelabro te haga compañía – rio maliciosamente -

Diana me aprieta la herida del brazo para hacerme callar y yo le doy una colleja con la otra mano.

- Tenemos dos opciones compi, nos podemos quedar aquí discutiendo todo el día cuales viejas o... podemos continuar andando hasta alguna sala que encontremos y curarte la puñetera herida de una vez.

- Hmm... la segunda, ya que gracias a ti, ahora me duele más.

Avanzamos por un pasillo oscuro, pero que gracias al candelabro podíamos iluminar.

Casi al final del pasillo vemos una puerta y nos dirigimos a ella. Le hago señas a Diana para que la ilumine y da la casualidad de que es una enfermería. ¡Qué suerte! Pienso. Aun así ninguna de las dos nos atrevemos a abrirla por si algo nos pasaba, pero como yo estaba herida y un tanto convaleciente, fue Diana la que abrió la puerta, un gesto que me impresionó bastante la verdad ya que siendo ella, nunca lo habría hecho.

- Hmm, esta todo lleno de polvo. Si los medicamentos tienen el mismo tiempo que el hospital... Estarán todos caducados y no podré curarte con ellos.

- Bueno al menos mira a ver que hay...

Diana se pone a mirar los botes que se encuentran sobre las estanterías de la habitación y ve que todos ellos están caducados, pero si ve algo que podría calmarme.

- Me duele mucho, Diana cúrame.., corre..., que me duele... - me quejo con voz infantil -

- ¡Toma plasta! - me dice Diana mientras me mete una botella de whisky en la boca y me hace tragar –

La única ventana de la habitación se abre y vemos que alguien entra de un salto, lo cual nos sorprende porque lo hace con mucha ligereza. Diana grita al instante y a mí se me cae la botella del susto -

- Perdón perdón, no pretendía asustar a nadie. - nos dice la voz que parecía ser masculina –

Diana ilumina la zona en la que se encontraba la persona, nos damos cuenta de que es un chico muy atractivo, moreno y muy alto. Ambas nos quedamos embobadas y sin habla, pero tardamos poco en percatarnos de que el chico nos estaba hablando.

- De normal no suele haber nadie por aquí... Aun así siento mucho mi entrada. Mi nombre es Daniel ¿Los vuestros?

- Yo soy Diana y ella es Alicia. Encantadas de conocerte, siento parecer maleducada pero necesitamos salir de aquí cuanto antes, mi amiga se desangra.

Veo que Daniel se queda mirando mi herida con cara de lástima, después me mira a los ojos muy fijamente y con rapidez empieza a buscar algo dentro de la mochila que llevaba colgando.

- Vamos a salir por la ventana, será lo más seguro. – dice Diana decidida -

- Espera... ¿Y qué pasa con Laura? No la podemos dejar aquí sola.

- Déjala que se quede aquí, ¿no era este su hogar?, pues que se quede aquí que estará muy bien.

- ¿Y tú? ¿Quieres irte y así quedarte con todas las dudas que tienes sobre ella, tu abuelo, el hosp... Psiquiátrico perdón?

- No, pero ahora lo más importante es curarte la herida.

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