CAPÍTULO 18: Fuegos artificiales (Parte III)

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Aparco el coche en una de las aceras de la calle. Todavía es muy pronto para que abran las tiendas, así que decido ir a algún sitio tranquilo para preguntarle a Celia, mi mejor compañera en el hospital y también la jefa del mismo, que si todo va bien por allí y si necesitan mi ayuda. Por lo que me comenta aunque todo está bien, ayer trajeron a un paciente en muy malas condiciones y que le tuvieron que intervenir enseguida. Como jefa de traumas, me empiezo a preocupar mucho por el estado en el que está el paciente, así que le hago mil preguntas sobre ello. Al cabo de un buen rato, me doy cuenta de que hemos estado hablando casi más de una hora. Aunque tenga tiempo de sobra también quiero cenar con Alicia y poder ver los fuegos un ratito.

Antes de colgar a Celia le digo que volveré muy pronto y que me siga manteniendo informada sobre las condiciones del paciente. Miro la hora y son casi las seis y media, ya habrán abierto todo. Me despido y guardo el móvil en la mochila. Voy andando por una calle la cual parece ser la principal del pueblo, ya que hay de todo, panaderías, mercados, tiendas... Para mi sorpresa, hay bastantes tiendas de ropa, pero hay una que me llama más la atención.

Tiene un toldo muy grande que aun por su tamaño deja ver el magnífico escaparate con una gran variedad de productos. Encima del toldo, el cartel con el nombre de la tienda " Hoshi ". Todo en esta tienda es bastante llamativo, así que no tardo en entrar para echar un vistazo dentro. ¡Wow! Es lo primero que se pasa por mi mente ante la cantidad de espacio que hay, es enorme por dentro... La gente mira y mira con detalle las diferentes prendas de la tienda, al igual que los zapatos y bolsos que también se venden en ella.

Como si de la nada se tratase, aparece una chica joven corriente, más o menos de mi edad. Alta y delgada, su pelo castaño caoba recogido en una larga coleta, que ya de primeras me da envidia, se acerca hacia a mi sonriente.

- ¡Muy buenas! ¿Deseas algo? – Me pregunta con tono alto y alegre -

- Estoy mirando de momento, gracias – Respondo extrañada por la peculiar actitud de la chica.

- ¿Eres nueva no? Lo digo porque no me suena tu cara de haberla visto por el pueblo... - Me pregunta sin parar de moverse -

- ¿Conoces a todo el mundo aquí?

- Yo no, pero mi padre sí, es el alcalde - Dice riendo de repente -

- Oh, no sabía...

- Claro que no, porque eres nueva – No para de reírse, tiene una risa peculiar, pero muy contagiosa al parecer porque yo también empiezo a reírme – Perdona, no me he presentado, soy Altea, dueña de la tienda.

- ¿Due... Dueña? ¿De esta tienda? ¿Tan joven?... ¡Disculpa! No quería decir eso, soy Diana – Digo avergonzada, mirando al suelo.

- No te preocupes Diana - Me responde dándome un golpe en el brazo, lo que me hace reaccionar y subir la vista – Me lo dicen muy a menudo, pero eso sí, la tienda la conseguí por mí misma, no por ser la hija del alcalde – Dice parando de reír de golpe y después empezando de nuevo – Por cierto lo que pone en el cartel significa Estrella, es que lo puse en japonés porque aprendí cuando era pequeña y siempre me gusto su pronunciación, además me gustan las estrellas.

- Oh... La verdad es que el cartel me ha llamado mucho la atención, bueno todo en general la verdad. Es preciosa la tienda, me gusta mucho.

- ¡Muchas gracias! Por cierto, ¿Buscas algo para ti? ¿Puedo ayudarte con algo?

- No para mí no, para mi mejor amiga que está en el hospital y le quiero comprar algo para cuando salga.

- ¡Ay! ¿Has estado en el hospital? – Pregunta entusiasmada – Uy perdona, los hospitales no son alegres, no me puedo poner así con este tema pero es que me emociono porque seguro que has conocido a Belén ¿Verdad?

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2017 ⏰

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