CAPÍTULO 17: Irreal

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Diana

Ali termina de contarme su sueño y me quedo perpleja sobre como algo así le puede haber pasado. Es verdad que lo que nos pasó con Laura al venir, fue extraño, sí, pero de ahí, a que controle los sueños de alguien.. Me parece muy irreal.

- ¿Qué? Te has quedado flipada ¿No? - Me dice Alicia -

- Mucho es poco, y yo que pensaba que era a mi a quien le pasaban cosas raras oye.

- Pues ya ves, a mi incluso peores.

- No me lo jures, no.

- ¿Y qué quieres hacer al respecto? ¿Vamos?

- Vamos, pero nos vamos a casa.

- ¿Qué dices? ¿Por qué? - Me pregunta incorporándose rápidamente sobre la camilla -

- Pues.. Porque no sé que hacer Alicia ¿Qué quieres que haga? ¿Leer el diario de esa mujer? ¿Para qué?

- Pues por lo menos, para descubrir que es lo que le paso. Diana yo quiero que en este momento no pienses en tu abuelo, ni tu madre, nada de familia, simplemente Laura. Murió hace años, a manos de alguien, que supuestamente es la persona que encarcelaron y por si fuera poco tu abuelo fue uno de los principales sospechosos, pero casualmente salió inmune, por una cuartada y consiguió llevarse a tu madre a la ciudad.

- ¿Porque hablas como si mi abuelo fuese el culpable?

- Por qué es una posibilidad.

- Alicia es mi abuelo, le conoces desde hace años. No puedes acusarle de un asesinato, así porque sí.

- Claro que no, por eso quiero saber lo que pasó.

- Pero es que a ti no te debería importar nada de esto, no tienes nada que ver - Me levanto nerviosa de la camilla y sin decirle nada más a Alicia, salgo de la habitación e intento ir a un sitio alejado a calmarme y pensar -

Oigo gritar a Alicia un par de veces mi nombre, pero al instante para. A mí no importa y sigo andando por el pasillo del hospital. Veo en un cartel que hay unas escaleras al fondo del pasillo a la derecha que dirigen a la azotea y por impulso me dirijo allí, que mejor sitio que una azotea, al aire libre y sin mucho ruido para estar tranquila.

Subo los dos pisos, hasta encontrarme frente a una puerta con un cartel que pone Azotea. Antes de abrirla, supongo que necesitare una llave, así que pienso que es mala idea y me doy media vuelta, pero nada más hacerlo, se abre la puerta por la que salen dos chicas, vestidas con uniforme, con cafés en la mano. Me preguntan si quiero entrar y yo asiento con la cabeza, me dejan pasar y cierran la puerta una vez yo dentro. Menos mal que no era Belén una de ellas, no tengo ganas de hablar con nadie y menos con ella, aunque me haya ayudado antes.

Es una azotea pequeña, pero muy acogedora. Me asomo para ver las vistas y lo primero que hago es sonreír. Veo a la gente pasear, tomándose algo en bares sin hacer mucho ruido, niños jugando en los parques, gente mayor charlando en bancos, los cuales posiblemente hayan hecho que sean suyos de por vida, todo ese ambiente me hace sonreír y estar muy cómoda. Me giro y me doy cuenta de que hay un pequeño banco, así que voy y me siento un rato.

Llevo como veinte minutos aquí sentada y me siento muy mal conmigo misma, no debería haber hablado así a Alicia y seguro que ahora esta molesta conmigo, la verdad no me extrañaría, por como le he contestado yo también lo estaría. Siento mucho haberle dicho eso, pero ella también debe de entender que me moleste el que insista tanto con el tema, aunque en el fondo lleva razón. Tengo miedo a afrontar esta situación y saber que paso. Ella solo intenta que ese miedo disminuya, haciéndome ver que esta a mi lado y que me va a ayudar siempre, pero mi temperamento no me deja verlo. Debo pedirle perdón, pero no se cómo, a lo mejor no quiere hablar conmigo. Me pongo a pesar en todo una vez más y empiezo a llorar.

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