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Déjeme contarle esta historia,amigo,que pronto estaremos cayéndonos de borrachos, contársela mientras todavía podamos hablar.

Mire,la verdad es que a mí no me interesa que me responda,me basta con que me escuche.Tómese este trago y yo pediré otro ,digo,para pasar el rato,y para que mi historia sea menos terrible.

Porque lo que tengo que contarle es realmente abominable.Después de escucharme se dará cuenta de que el amor no es lo que parece.

Para empezar,tengo que confesarle que siempre he sido un hombre solitario,silencioso,muchos dirán que hasta insociable.Honesto,sí, y trabajador,porque me he pasado la vida entregado a un trabajo honrado.Hasta que cumplí los cuarenta nada bueno le había pasado en mi vida: todo era igual,la calculadora en mi escritorio,las toses de mi madre en el departamento.

En cuanto a mujeres,pues también,hubo algunas que llegaron por casualidad,hubo algunas que llegaron por casualidad,aveces pienso que hasta por lástima.

Lamentablemente,ninguna de esas relaciones duró mucho,aunque siempre hacía lo mejor para divertirlas.Las llevaba al cine,a los conciertos de moda,pero ellas siempre terminaban escapando.Cada fracaso me fue sumiendo en una nueva frustación, y cada frustación fue sumandose a otra más grande,hasta hundirme en una dolorosa agonía de la que nunca pensé salir.Pero salí.

El Hambre De AnabelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora