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La vi bella,con la piel recién nacida y los ojos relucientes,anabela me observaba inmóvil bajo el marco de la puerta.Su bata transparentr se agitaba por el viento que entraba por la ventana.El brutal golpe de la pestilencia pegó en mis narices y un segundo antes de que anabela cerrara la puerta,pude ver una porción del cuarto,donse creí advertir,tirados por el suelo,mechones de cabello,fragmentos de carne humana y hasta algunos elementos que me parecieron costras, caparazones o despojos rastreros.Quedé estupefacto, tanto que apenas senti el abrazo de anabela cuando se vino a mí, y apenas le correspondí.

-Entiendo tu sorpresa mi vida,gracias por confiar en mi.

Me pidió que esa noche durmieramos fuera, en algún hotelito de las inmediaciones, y me prometio que al día siguiente todo volveria a la normalidad.

En efecto, todo volvio a ser igual,al punto que hasta los crímenes de las callejuelas dejaron de see noticias aterradoras en los periodicos.

Nuestra vida volvio a la rutina a la que nos habiamos acosrumbrado antes del incomprensible encierro de anabela.La verdad esa segunda temporada con anabela fue otra vez,maravillosa.Su renovada belleza despertaba la codicia de los hombres cuando saliamos de compras, y de todas maneras, la envidia de las mujeres.

El cachorro volvio a acercarse a ella,a vivir plenamente a su lado y hasta las vecinas menos hospitalarias empezaron a invitarla a participar en sus tertulias de beatad y sus juegos de canasta.Ella nunca aceptaba porque sólo vivia para mí.

El Hambre De AnabelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora