Flevance, la ciudad blanca

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El escenario cambió repentinamente, ahora nos encontrabamos en una habitación, Lamy se encontraba en cama, su madre, otro sujeto (que quizas es su padre) y Torao estaban con ella. Todos se veian realmente preocupados.

-Ven, tenemos que hablar... -Dijo el padre a la madre- Law, cuida de tu hermana, en un momento regresamos.

Ambos salieron de la estancia, pero Torao no hizo caso a las palabras de su madre, si no que fue tras de ellos, se recargó en la puerta silenciosamente y comenzó a escuchar lo que ambos padres decían. Yo fui con él e hice lo mismo.

-Esto esta mal... -Hablo el padre- nuestros hijos han contraído el sindrome de plomo ámbar... ¿Qué haremos?

*¿Plomo ámbar?* -Volví a escuchar la voz infantil, me di cuenta que era la voz del Torao niño.

-Tenemos que encontrar la cura lo antes posible -Contestó la mujer firmemente- No permitiré que mis hijos mueran.

-Si... -Agachó la cabeza tenso-... Pero tenemos limite de tiempo... Ahora regresemos, tenemos que estar con nuestros hijos, no podemos dejarles solos...

Y antes de que abrieran la puerta ambos nos apartamos, Torao volvió al lado de su hermana y los padres entraron.
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Cuando anocheció, ambos padres dejaron descanzar a su hija, le ordenaron a Torao que se quedara en su habitación, pero el tampoco les obedeció.

Ambos estabamos en el cuarto de Torao, era grande y espacioso, su madre acababa de arroparlo y no se fue hasta que se durmió, o por lo menos cuando ella creyó que se durmió.

*Madre y padre ocultan algo-volvi a escuchar la voz de Torao- tengo que averiguar que es...*

Cuidadosamente se levanto y espió por la puerta para ver si había alguien, al comprobar que era seguro, ambos salimos del lugar

Cautelosamente se escondió por los pasillos (yo también, realmente no era necesario pero me pareció divertido), y llegó hasta el laboratorio de su padre.

Abrió la puerta con cuidado, la puerta emitió un pequeño chillido, Torao volteó de prisa tras de si, unos pasos comenzaron a escucharse, seguramente habrían escuchado la puerta, corrió a esconderse atrás de un macetero con un arbusto.

Su padre apareció con una vela en mano, estaba en pijama, pero era evidente que no había dormido, unas enormes ojeras estaban bien marcadas bajo sus ojos.

Buscó que había causado que la puerta se abriera, pero no encontro nada, mientras caminaba por el pasillo inspeccionando, las llaves se le cayeron, se agachó a recogerlas y Torao aprovechó para correr hacia la puerta sin ser visto, yo entré con él, tuve que correr también, de lo contrario me hubiera quedado fuera.

Cuando su padre se hubo levantado, ya no encontró nada, así que cerró la puerta y se fue, ambos nos quedamos en silencio adentro, mire el reloj, eran las once de la noche, nos quedamos exactamente en la misma posición un rato, volví a mirar el reloj y vi que era la una de la mañana, ¡dos horas! ¡espero dos horas para poder moverse! Que aburrido fue esperar con él...

Tomó un banquito y lo acercó a la mesa, comenzó a urgar entre papeles cautelosamente.

*Por aqui debe haber algo* Decia para si mismo, Torao no hablaba, pero yo lo escuchaba ¿serán sus pensamientos los que escucho?

*¡Aqui hay algo!*

Sacó varios folders, en uno de ellos decía Trafalgar D. Lamy y comenzó a hojearlo, eran expedientes médicos de los contagiados por el sindrome de plomo ámbar.

Un inesperado sucesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora