(Narra Jack)
Siempre fue tan sencillo para ti mostrar sonrisas sinceras. Con tu delicada voz me sacabas hasta del pozo mas profundo, me hacías olvidar mis problemas. Me hacias querer vivir... tu y tu inocencia. Tus problemas, que siempre sacabas a la luz recostada de mi hombro con perlas bajando por tus rosadas mejillas. Esa manera especial de preocuparte por mi. Y ahora, simplemente lo volví a dejar ir. Dejé que te alejaran de mi lado otra vez. Como aquella vez, cuando tus padres adoptivos descubrieron que te iba a ver esas frías madrugadas. Para acariciar esa hinchada pancita tuya... nunca olvidaré esa última mirada. El día que desaparecí de tu vida, el dolor me consumía totalmente. Pero era por ti, solo por ti aguantaba semejante dolor. Recuerdo bien esa amenza que acabó con mis escapadas para visitarte.
"Si no dejas de venir a esta casa maldito pobre, tu querida noviecita sufrirá las consecuencias" esas palabras se repetían en mi mente. Ese hombre era malo, realmente malo. Trabajaba en el orfanato, siempre miraba con otros ojos a las chicas. La ira corrió por todo mi ser, volviéndose mis ojos totalmente negros. Deseaba sentir su sangre correr por mis manos, pero algo me detuvo. ¿Qué pensaría ella si asesino a alguien? Dudo que me perdone. Imagine sus ojos, observándome primero con miedo y luego con decepción. Definitivamente, no permitiría que eso ocurriera. Decidí no hacer nada, sin embargo muchas noches mis emociones me traicionaban y sigilosamente me asomaba por su ventana. Viendola dormir, lágrimas perladas por mis mejillas bajaban mientras que mis labios susurraban un doloroso "perdóname...". Recuerdo perfectamente el susto que me hiciste pasar, el día que por aquel ventanal no te pude visualizar. Jamás había sentido un miedo tan profundo, mientras que mi mente maquinaba mil ideas. Aquella enfermera que tantas veces nos brindó su silencio conociendo nuestro secreto. Me observaba en ese estado. Jamás olvidaré la tierna mirada que me brindó aquel día y las palabras que por 9 meses esperé escuchar. "Es una niña, muy fuerte y sana" automáticamente cascadas descontroladas bajaban por mis coloradas mejillas. Nuevamente el dolor me consumía al reconocer que no la vería crecer, que quizás me perdería gran parte de su vida. Solo por protegerlas a ambas.
"Algún día las encontraré, y jamás permitiré que las vuelvan a arrancar de mi lado" susurre. Y con aquella promesa encerrada en mi corazón. Esperé a que volvieras, casi dos horas hasta que desde las sombras pude visualizar tu cansado rostro, las ojeras, tu cabello alborotado. Pero me desconcertó esa gran sonrisa qie traías. Pude fijarme en el preciado paquete que traías entre tus delicados brazos. Era tan pequeña, tan indefensa. Unas ganas inmensas de ir corriendo hacia ambas me invadieron. Pero en cambio, mi mente me gritaba que no lo hiciera. Me quede allí deleitado con esa preciosa escena frente a mi persona. Hasta que escuché ese nombre salir de sus labios. "Karry, ¿tienes hambre mi pequeña?" Decía mientras con amor te miraba. Mi corazón se estrechó, en ese momento supe que debía irme, o sino alguna locura se apoderaria de mi mente. "Adios mis amores..." dije lentamente mientras dejaba mi razón de vivir atrás."Favor abrochar sus cinturones para el aterrizaje" desperté gracias a esa molesta voz, ajitado y todo sudado. Otra vez mi mente estaba jugando con ese doloroso recuerdo. Sacudí mi cabeza intentando despejarme de esos pensamientos. Respiré profundo intentando calmar mi acelerada respiración. Abroché mi cinturón como estaban indicando y comencé a sentir como iba aterrizando el avión. Aproximadamente unos 15 minutos después me encontraba bajando del avión y corriendo a buscar un taxi el cual encontré rápidamente. Le indique mi destino deseado al conductor y nuevamente me recosté contra el cristal.
"Ya casi llego... solo aguanta un poco más por favor, se que puedes" susurre para mi mismo cerrando los ojos y pensando en Clary.(Narra Clary)
Siento como regreso lentamente de la inconsiencia. Mi cuerpo no puede más, este imbecil no para de aprovecharse de mi débil estado. Intento defenderme, pero la deshidratación y la falta de energía no ayudan. Siento mucho frío, irónicamente muchas gotas de sudor bajan por todo mi cuerpo. Me duelen demasiado los muslos, débilmente intento moverme. Intento fallido.
"Vaya.. vaya... al parecer la pequeña perra ha despertado" escucho su asquerosa voz burlándose de mi. Mi cuerpo nuevamente no reacciona, el miedo se apodera totalmente de mi. El no poder ver solo complica las cosas. Siento como bruscamente me levanta lanzandome contra algo sólido, probablemente una pared, mi cabeza golpea de lleno contra esta. Lucho por mantenerme conciente en esta situación. Ahora siento una respiración en mi rostro, que puto asco, le apesta la boca. Un metal frío se posa en mi mejilla derecha. No puede ser...
"Admite que soy mejor que tu querido 'amiguito'' escucho como me susurra. Mis labios estan totalmente partidos por la deshidratación. Igualmente contesto su interrogante.
"Jamás..." suelto un susurro casi inaudible.
"Perra... al parecer te gusta que te enseñen como debes comportarte" escucho a la par que siento como ese metal se desliza por mi mejilla. Un sonoro grito escapa de mis labios mientras un nuevo grupo de lágrimas se acumula en mis sellados ojos. El ardor y el sudor entrando por la herida no hacen las cosas mas fáciles.
"A ver... ¿te gustó eso?" Niego levemente con la cabeza. Mi respiración nuevamente se acelera. Ahora el metal se encuentra en mi muslo.
"Admite que solo me amas a mi..." dice mientras planta un beso en mi mejilla izquierda, lo que me causa un asco incontrolabre. Escupo su rostro como contestación a su interrogante. Nuevamente el frío metal se desliza por mi piel, esta vez mas profundo haciendo que un grito ahogado escape de mis labios. Intento mantenerme conciente, mientras el dolor se apodera de área. Siento como el líquido caliente sigue bajando por mi mejilla y ahora fresco por mi muslo. De un tirón me quita la vends que cubría mis ojos negandome el derecho de ver. Al fin puedo observar, lentamente abro mis hinchados ojos. Veo el gran ensangrentado cuchillo en la mano de Steven. Con el rabillo del ojo noto como mi camisa rasgada y sucia se va llenando de sangre por la herida abierta en mi mejilla. Tengo miedo de mirar mi muslo. Así que mantengo mi mirada neutral. Steven me hala por el cabello obligandome a mirar mi muslo, una cortadaba bastante profunda no dejaba de sangrar. Lágrimas comenzaron a caer sin control mientras que el imbecil loco frente a mi reía de mi reacción. Jack, por favor. Llega antes de que algo peor ocurra..
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Continuará...
no haré comentarios...
Espero lo disfruten !
Chao! Chao!