Pablo Aimar

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Cuando te vi ingresar a la cancha de River, luego de 14 años sin vestir el manto sagrado, mis lagrimas salieron sin permiso.

Cuando combinaste la primera jugada me levante y te aplaudí hasta que me dolieran las manos.

Cuando te persiguieron para quitarte la pelota pero vos la protegiste y terminaron convirtiendo una falta, de mi boca salieron puteadas para el jugador de Central.

Cuando acabo el partido todos coreamos tu nombre, era increíble que hayas vuelto a tu casa.

Cuando desde esa fecha volviste a jugar un par de partidos mas nada ni nadie podía arruinar la sonrisa de estúpida que tenia en mi cara.

Cuando no volví a verte en el banco de suplentes mis ganas de cuestionarle a Gallardo aumentaron.

Cuando comunicaste tu retiro sentí huirme en una depresión profunda, no me imaginaba los partidos sin la magia que vos le dabas.

Fue como si quisiese volver el tiempo atrás para verte jugar, para verte disfrutar todos los partidos, para escuchar tu lindo acento cordobés y por sobre todo para apreciarte futbolisticamente.

No me toco ver tus grandes jugadas, no pude contemplarte de cerca ni mucho menos pude saludarte o darte un abrazo. Solo se que fuiste uno de los grandes ídolos de mi River querido y eso para mi ya es todo. Por eso cuando supe de tu vuelta al club de tus amores me alegre infinitamente, porque a pesar de no saber tu juego me ilusionaba conocerlo dentro de poco. 

Tu recuperación fue lenta, con mucha paciencia y esfuerzo volviste a jugar aquel 31 de Mayo del 2015, cuando me levante de la silla y te aplaudí con fuerza y mucha alegría. Daba gusto ver a un jugador de tu categoría hacer cosas increíbles con la pelota.

Lamentablemente no pudiste levantar la Libertadores ni viajar a Japón para ver al mejor jugador del mundo adorarte, fueron cosas que me entristecieron muchísimo.

Hoy navegando Youtube encontré este vídeo:

Recuerdos invadieron mi mente, las lagrimas queriendo salir de mis ojos se precipitaban hasta que decidí llorar de la forma mas linda, viéndote jugar nuevamente, viendo como convertías tremendos golazos y festejarlos con mucha euforia.

Solo quedan palabras para agradecerte por haber vuelto a River y por retirarte en el mismo club que te vio nacer. El sabor amargo que tengo no se va a ir jamas, me hubiera encantado que siguieras jugando, pero son cosas que pasan.

Sos mi gran ídolo, sos una persona de la cual me encantaría conocer y preguntarle miles de cosas o recordar juntos cada jugada de éxito tuviste.


Señores y Señoras les presento a Pablo César Aimar mi gran héroe en todo este lió ♥

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