Capítulo 38: El Ángel Azabache...

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El combate avanzaba salvaje, Antonio no daba un respiro a Helena quien por otra parte se estaba defendiendo de forma excelente.

Antonio: ¡Velo de Agua! -gritó mientras clavaba su tridente en el suelo-.

Una corriente de agua en forma de muro ascendió rodeándola. En ese momento entré en escena.

Alex: ¡Tormenta Glacial! -dije mientras saltaba por encima-.

Entonces un remolino blanco invadió el espacio donde estaba Helena congelando el agua y el aire.
Pero Helena no cedió.

Helena: ¡Abanico de Espadas! -respondió una voz como con eco-.

Un abanico de espadas de energía roja surgió cortando el hielo y obligándonos a esquivar. Después de eso ella cayó de rodillas al suelo y tras un grito desgarrador, dos pequeños cuernos escarlata surgieron de su cabeza. La escena era espantosa, la infección de la piedra de sangre avanzaba y por cada ataque que ella realizaba, ésta robaba más de su energía para extenderse.

Assiel: Alex... No puedes demorar esto más, si se transforma, vamos tener problemas muy serios. -dijo muy preocupada-.

Alex: ¡mierda! ¡Mierda, mierda, mierda! -lloraba sin perder la compostura en el combate-.

La frustración se apoderaba de mi, el dolor, la ira... No puede ser, el destino me ha hecho verdugo de la persona que quiero... Pero ¿cómo? ¿Cómo matar a la persona que quieres? Es una paradoja caprichosa y contra natural del destino...
En un momento Antonio se puso a mi lado y poniendo su mano en mi hombro me dijo sonriendo y sin mirarme.

Antonio: Creo que no termino de entender por lo que estás pasando, y espero no tener que hacerlo nunca, pero, se que es duro. Amigo, tómate tu tiempo, yo te lo consigo ¿vale? -dijo apretandome el hombro-.

Alex: Gra-Gracias... -dije sin alzar la cabeza-.

Antonio: (dando varios pasos adelante y girando su tridente) ey guapetona, ¡¿bailamos?! -dijo con su típica sonrisa fanfarrona-.

Y sin más se lanzó al combate con todo. Extendió la mano y guiñando un ojo dijo.

Antonio: a ver de que eres capaz... ¡Cortador de agua!

Varias figuras en forma de media luna, conformadas por agua a altísima presión, salieron disparadas hacia ella. Con sus espadas repelió varias, y las otras las esquivó, pero una le rozó levemente, provocando que sangrase por el brazo. Esto la enfureció tanto que se lanzó a por el.

Antonio: Perfecto... Ya estás en mi poder. -respondió confiado mientras se abalanzaba contra ella con su tridente-.

Y empezó un autentico baile entre ambos, en el que el sonido de los filos de sus armas marcaban el compás. Jamás había visto a Antonio ponerse tan serio. Tras bloquear dos cortes de Helena, se agachó y planto la mano en el suelo.

Antonio: ¡Técnica secreta, 100 dragones!

Del suelo surgieron cien círculos exactamente, de los cuales surgieron cien dragones hechos de agua, tan fieros que a cualquiera le habría hecho retroceder. Pero Helena sin amedrentarse creó espadas de energía que la apoyaban mientras cortaba aquellos dragones como si de mantequilla se tratase. Yo contemplaba la escena, observándola, desgarrándome y entonces lo comprendí. No había mas remedio...

Alex: Lo siento... -susurre tras dos lágrimas-.

Entonces me abalancé sin pensarlo. Antonio me cedió el puesto. Con dos giros de mi guadaña, tan cargados de furia como de tristeza, desequilibré a Helena y la hice saltar por los aires.

Guerra De Sombras: La Estrella CaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora