Apocalipsis zombie.
No es ficción, es la vida real.
Donde conoces a personas quienes se vuelven parte importante para ti, pero luego con el pasar del tiempo desaparecen.
Sin embargo, siempre tengo en cuenta y sé que debo seguir mis instintos, mi cam...
— Ya estás a salvo -al parecer es un chico, su voz se escucha agitada, tal vez es porque ha corrido hacia mí- ¿Estás bien, me escuchas?
Aún estoy con el miedo que me invadió antes, por lo que no me inmuto, o al menos no hasta que trata de tocarme, ahí de forma casi imposible lo tomo por el cuello haciéndole una llave que lo deja casi inmóvil frente a mí, con su espalda rozando mis pechos.
Sí, lo sé, él me acaba de salvar la vida, pero eso no significa que tengo que ser amable con este y mucho menos confiar en lo que diga, no sé qué intenciones tenga este tipo... De todos modos es un desconocido, vivo, pero desconocido a fin de cuentas.
— Tranquila, tranquila -logra decirme- no te haremos daño.
¿Haremos? Carajo, no solo es él, son más. Piensa Natalie, ¿qué puedes hacer en este momento?
— Somos buenas personas, si quieres puedes venir con nosotros.
Suspiro. Si dice que son buenas personas, pues habrá que comprobarlo.
Y para eso tengo la idea perfecta, VOY A FINGIR SER UNA CHICA "SORDA". A ver cómo me tratan.
Lentamente lo suelto, y él corre unos 3 pasos lejos de mí, acaricia su cuello, parece que me pasé un poco con la llave.
Logro ver que su apariencia física de espaldas no es tan mala, es alto, delgado, piel blanca y cabello negro, las prendas que viste son un pantalón normal y un polo con estampado militar, en sus brazos tiene coderas y cosas para protegerse, en su torso cuelgan municiones para su arma, lleva algo parecido a un intento de bufanda alrededor de su cuello y para finalizar una correa de cuero como la mía, solo que en la de él lleva cuchillos únicamente. Este chico sí que va muy bien preparado.
Él da la vuelta lentamente, dejándose conocer.
Sus ojos con los míos se quedan atrapados en ese momento raro. Las facciones de su rostro son enteramente muy bien hechas, sus labios, sus ojos verdes, su nariz, su todo, es guapísimo.
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Ahora sonríe mirándome con sorpresa.
— ¿Cómo te llamas?
Estoy a punto de responderle, pero me acuerdo que mi plan es FINGIR ser una chica sorda, por lo tanto lo miro frunciendo el ceño. Le hago unas señas que ni yo sé si están bien hechas pero le doy a entender que no entiendo lo que me dice, ya que ahora supuestamente soy "sorda".
