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Max

Dejé de pintar y la miré. Era extraño que todos los días estuviera sentada en ese árbol. Siempre que yo llegaba en la mañana, ella ya estaba ahí.

Así que ese día me decidí a hablarle. Y comencé a caminar hacia ella. Pero corrió.

La chica del árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora