CAPÍTULO 15

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ESPECIAL 29 DE FEBRERO

Rubén sonreía como un desquiciado en la misma banca que compartía con la misma persona especial. Casualmente, esperándola.

Sostenía una rosa en su mano derecha, repitiéndose cien veces las palabras que le diría en cuanto llegara.

Vestía una camisa verde con un creeper en el centro, estando en la universidad, algunos chicos lo veían aniñado. Frente a esta persona podía ser el mismo. Sin remordimientos. Sabía que lo aceptaba tal y como era a pesar de que sus gustos e intereses fueran como el agua y el aceite.

Precisamente esa chica de ensueño se acercaba. Pelirroja no natural, bajita a la altura ideal, piel caucásica en su punto. Aunque no fuera su imagen natural, de cualquier manera que se arreglara, todo le sentaba perfecto. Al menos para él chico que la amaba.

--¡Jenny!-- Se levantó en cuanto le saludó.--Que mona estás hoy.-- Para Rubén todos los días se veía hermosa.

La alzó unos centímetros del suelo y besó su mejilla.

--Rubén, necesitamos hablar-- Le dijo cuando la devolvió al suelo.

--Claro, podemos hablar de lo que sea--Le habló con la delicadeza que una dama merecía. O al que solo ella merecía.

Un hombre enamorado, es un hombre invaluable.

Le entregó la flor en sus manos seguido de un seco agradecimiento. Se sentaron y el tema comenzó.

El buen hombre tenía planeado llevarla a la playa a enseñarle a pescar, como ella siempre le había pedido pero nunca tenía tiempo, justamente el día que pensaba llevarla le salió con estás cosas. Probablemente sería algo importante, así que esperaría el tiempo necesario. El que ella quisiera.

--Es algo que he pensado durante mucho tiempo... Me gustaría que me entendieras, es una decisión que me he planteado muy bien y... no hay vuelta atrás--Tragó saliva-- Necesito enfocarme en mi futuro Rubén, vendrán cosas pesadas para mi en poco tiempo, estaré muy estresada y ocupada y no quiero hacerte algún daño por mi culpa, por no tener el tiempo que mereces para dedicarte.

Existía una gran capa llamada ceguedad. Ceguedad por el amor, ceguedad de un buen hombre entregando todo su corazón. Un día esa ceguedad se tenía que quebrar como un vidrio y exparcirse en millones de pequeños pedazos divididos en: Desamor, amargura, tristeza, melancolía, ira talves. Ella como mujer sabía lo que hacía y lo que no también, estaba dispuesta a romper un bello corazón que le daba todo por propia voluntad.

Rubén entendía lo que le quería decir. Si deseaba crecer laboralmente, la dejaría, no le estorbaría, respetaría su espacio y sus decisiones.

--Si se trata de lo que me imagino, me parece perfecto, haz lo que tengas que hacer, no hay problema-- le afirmó. A Rubén le daba gusto que su misma novia tuviera una iniciativa para si misma.

En ese momento, solo ella tenía bien claro a lo que se refería. Comenzaba a tener lastima por él.

--Me iré a París a estudiar francés durante dos años, allá seguiré la universidad-- le dijo.

Se habían conocido en preparatoria unos años atrás. En la época en que Rubén era tímido como niño pequeño. Llegó a mitad del primer año, estaba solo, con nadie a un lado suyo.

*Flash back*

Jenny había entrado al aula a primera hora después de despedirse de sus amigas, como era costumbre habían llegado media hora antes de la entrada, por lo regular no había nadie a esa hora, casi nadie llegaba tan temprano o en casos poco comunes, aveces llegaba uno que otro compañero, casi siempre las mismas caras conocidas. Milagrosamente no estaba sola. Al final estaba un chico, un chico solitario que aveces veía por los pasillos y difícilmente se topaba en clase, era el nuevo de la clase. Al que todos ignoraban.

DURANTE CIEN AÑOS (WIGETTA) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora