Volver a la realidad.

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El sol a finales de marzo era algo insoportable de presenciar.  Una ola de calor está arrasando con todo Forrest y gracias a las noticias supe que iba a tardar más de dos semanas en volver al clima de siempre.

Un par de golpes insistentes en la puerta terminaron de despertarme de mi sueño. Me levanté de la cama y al comprobar mi ropa, me dirigí hacia la puerta con paso tambaleante. Un nuevo mes, un nuevo día, ¿qué cosa más escalofriante podría pasar hoy?

—Pequeñina, ¿estás despierta? 

—Papá, sabes que no me gusta que me llames así. —le recuerdo. El apelativo que utiliza para llamarme no es algo que me agrade del todo.

—Para mí siempre serás mi pequeñina.

—¿Qué quieres? —abro la puerta y me encuentro con su mirada sagaz.

Heredé el color de ojos de mi padre. Ambos tenemos los ojos oscuros y la mirada perspicaz, cosa que no ha todo el mundo le pasa inadvertido. Me han dicho que podría ser una gran abogada si me lo propongo pero el oficio de abogacía no es realmente lo mío.

—Te quería avisar que voy a salir con tu tío Jimmy.

—Que la pases bien.

—Sabes… todavía tengo unos minutos más —dice mirando el reloj de su muñeca.— ¿quieres hablar conmigo?

—¿De qué quieres que hable contigo? —frunzo el ceño.

—Hija, sé que casi no paso en casa pero siempre que vuelvo del trabajo me doy cuenta que todo el día pasas encerrada en tu habitación, y cuando estoy, sólo bajas cuando tienes hambre o sed. ¿Tiene algo que ver con lo de Louise?

—No me pasa nada. —a la sola mención de su nombre me entran ganas de llorar.

—Sé que han pasado más de dos meses, ¿estás bien?

—Sí, lo superaré.

No digo nada más y comienzo a cerrar la puerta pero su mano la detiene. Sé que tal vez parezco una niña malcriada pero realmente no es un buen momento para mí, tengo que dejar ir a Lou, debo hacerlo y por otra parte, ¿qué le puedo decir a mi padre? Un, “Oye papá, debo confesarte algo que me ha estado carcomiendo el alma, he matado a un ser humano, y no estoy muy orgullosa de ello, ¿llamas a la policía?” no puedo imaginarme la situación sin pensar en un posible ataque al corazón. 

—Puedes confiar en mí.

En ese momento me entran ganas de llorar pero me resisto y en vez de eso le sonrió débilmente en respuesta tratando de aligerar el ambiente y para que sepa que puede irse tranquilo.

—Lo sé, papá. Y no me pasa nada, creo que voy a enfermarme, eso es todo.

—Si quieres puedo quedarme. Podemos alquilar un par de películas y hacemos palomitas. —sonríe emocionado.

Sebástian Cooper tiene solo 37 años, es un hombre simpático, trabajador y atractivo a su manera. No dudaría de que haya alguna mujer revoloteando a su alrededor por algo de atención. Y es que desde que mi mamá murió no lo he visto con alguien más aparte de su hermano Jimmy. No quiero que se sienta presionado por mí y piense que tiene que reducir sus amistades, el necesita rehacer su vida.

—Sal con tío Jimmy, estoy segura que la pasaras bien con él.

—¿Estas segura?

Asiento con la cabeza, se inclina y besa mi frente.

—De acuerdo. Nos vemos más tarde, pequeñina.

Ignoro esa última palabra y cierro la puerta cuando ha desaparecido del pasillo, me siento en la silla que da a la ventana y miro como sale de casa en su camioneta negra, cuando lo pierdo de vista dejo mis ojos en el camino por el que desapareció y pienso en las palabras de mi padre y en lo diferente que ha sido estos días para mí.

Hidden © [#PGP2016 #WOWAwards2 #GoldenAwardsJC/Juvenil @editorialbuenaletra ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora