Esto no puede empeorar.

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El sábado y domingo fueron, como nunca antes, una tortura.

Contaba las horas para que llegara lunes y finalmente aquí estaba. Era evidente por las miradas despectivas que me lanzaban algunos compañeros que las bolsas debajo de mis ojos se notaban demasiado a pesar de que había tratado, sin éxito, de ocultaras con el corrector de ojeras.

No he visto a Sara todavía pero si a Sam. Descansar toda la semana pasada le sirvió para una renovación asombrosa. Se ve radiante y su personalidad simpática irradia como nunca por cada pasillo por donde va.

—Veo que no fui la única a la que le hiciste falta. —murmuro burlona con una sonrisa ladeada al notar las miradas lanzadas en su dirección. Mujeres e incluso algunos hombres lo miraban impresionados y absortos en su angelical rostro.

—Sabes yo... nunca creí que sería tan difícil. —resopla nervioso. Frunzo el ceño porque sus palabras me han descolocado y también porque noto como una rubia más o menos de metro setenta y muy atractiva mira descaradamente a Sam, quien parece que no la ha notado.

—Solo escúpelo.

—Me gusta Sara. —sonrío. Que me lo haya confesado a mí dice mucho pero le dejo ver que en realidad ya lo sabía.— ¿Qué? —abre los ojos como platos.

—No es como si trataras de ocultarlo. —me devuelve la sonrisa.

—¿Tanto se me nota? —asiento y resopla de nuevo.— ¿Alguien más lo sabe?

—No creo. No a menos de que haya notado las miradas que se lanzaban el día que te dieron la paliza de tu vida. Estaba preocupada.

—Quisiera que sintiera más que una simple preocupación.

—¿Y eso no te dice nada? —me mira fijamente por unos segundos para luego apartar la mirada.

—Está Michael, ellos tienen una historia... —balbucea.

—Sam, puedes confiar en mí.

—Sí, lo sé. Y sé que eres la mejor amiga de Sara... —veo la ilución brillar en sus ojos por un momento, en cuanto chocamos miradas.

—Pero no por eso puedes pensar que voy a decirte nada de lo que Sara me haya dicho. —el brillo que vi en sus ojos desaparece.

—Tienes razón. Al menos puedes aconsejarme, ¿cierto?

—Lo único que puedo decirte es que hables con ella de lo que sientes antes... antes de que sea demasiado tarde.

—No trates de engañarme, sé que Michael quiere volver con ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Nos lo dijo. La quiere de vuelta.

—La única que puede decidir es Sara. Por eso te digo que debes hablarlo con ella. —asiente, nos quedamos en silencio unos segundos antes de preguntar:— ¿Qué opinas de lo que ha sucedido recientemente?

—En realidad, justamente ese es el problema. No sé que pensar. —responde rascándose el mentón aliviado de cambiar de tema. Y luego de especular un poco cada uno se encamina a hacia sus respectivas clases.

La mañana pasa en un abrir y cerrar de ojos. En cada oportunidad buscaba con la mirada algo pero no sé que esperaba encontrar. No es como si Lucien iba a aparecer en cualquier momento por la puerta del salón o por algún pasillo. La idea es rídicula. Jamás ocurriría, estoy algo nerviosa, aunque no es nada raro con lo que está pasando.

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