No existe comparación.

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La multitud grita enardecida al grupo de música que está en la tarima del anfiteatro, y yo nunca me he sentido tan fuera de lugar como lo estoy en este momento. Y no lo digo por el grupo, es una banda local y a pesar de ser nueva son muy buenos. Lo digo por mi acompañante y las miradas de reojo que me lanza de vez en cuando.

No sé que hago aquí, ni siquiera sé porqué acepté venir. Le hubiera mandando un mensaje a Sara diciéndole que de pronto me agarró un resfriado terrible y me dolía la cabeza pero sé que es una pobre excusa y sinceramente Sara me hubiera ido a traer de los pelos, si hacía falta, con tal de que viniera.

Ahora sé que Ángel se refería a esto cuando dijo esta tarde en clase de química que ya se lo cobraría. Y todo por haber copiado sus respuestas. En realidad, gracias a él saqué la mejor calificación de mi vida. Se lo debo.

Miro a una Sara y a un Michael sonrientes. Ella ha dejado a un lado su incomodidad y ha dado paso a la diosa que lleva por dentro y está muy dispuesta a divertirse esta noche. Ríen, gritan y de vez en cuando Michael se tiene que inclinar para escuchar lo que Sara quiere decirle. No pareciera que Sara ha pasado por un reciente accidente. Se ve espectacular con su vestido rojo fuego, como su cabello, y lleva los mismos lentes oscuros de esta mañana. Parece que la están pasando realmente bien.

Si no estuviera Ángel, quizás yo podría divertirme libremente al igual que ellos, pero sus miradas me resultan inquisidoras e intimidantes, y sus ojos centellean con los farolillos de color dorado que colocaron en hileras sagazmente por encima de nuestras cabezas. Cada vez que nuestros ojos se encuentran no puedo evitar pensar que son muy bonitos. Mucho. Está noche viste muy simple, zapatillas converse, vaqueros azules y una camisa verde.

De pronto se inclina hacia mí y susurra unas palabras que no puedo escuchar muy bien.

—¿Qué? —grito por encima de la música que resuena fuertemente, enloqueciendo a todos los presentes.

—Me encanta la manera en que tu pelo luce esta noche. —murmura cerca de mi oído. Cuando vuelve a mirarme, sonríe y no tengo idea de qué contestar a eso. Como ve que no respondo se inclina otra vez y dice:- Acompáñame.

Consigo inhalar el olor de su exquisito perfume. Es masculino y enérgico. No creo que sea buena idea marcharme a otro lugar.

—No. Estoy bien aquí.

Sara se preocuparía si no me ve cerca.

—No lo parece. —elevo ambas cejas en respuesta, y antes de que pueda hacer nada, tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, sorprendiéndome.— Ven conmigo, Maddi. No soy un delincuente ni un violador, puedes estar segura de eso.

—Una persona con esas características lo negaría. —su expresión cambia, ahora parece como si lo hubiera golpeado. Vaya, no quise hacer que se sintiera mal.

—Déjame ganarme tu confianza. —apretó mi mano y dejé que me guiara lejos del bullicio.

Pasamos a varias personas y logramos salir del anfiteatro rápidamente. Nuestras manos siguen unidas y cuando pienso que su apretón es delicado y afable, me suelto de su agarre no queriendo desviar mis pensamientos ni sentir alguna emoción. Ángel se da cuenta de mi nerviosismo y se voltea a mirarme curioso.

—No creí que fueras una chica tímida. —murmura creyendo que ese es el problema. No pienso corregirlo pero entonces, agarra mi mano de nuevo pero está vez es diferente, es más fuerte y decidido.

—No creo que sea una buena idea. —intento tener mi mano de regreso pero no me deja ir. Veo una chispa de determinación en su mirada, como si por fin encontrara el valor que necesitaba y tengo mis sospechas de lo que se trata cuando se inclina hacia mi rostro, despacio y sin prisas. ¡Oh Dios, va a besarme!

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⏰ Última actualización: May 21, 2016 ⏰

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