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Lunes.

El faro de luz me ayuda a observar como él entra al bosque, y mi corazón en sinfonía con ese hecho, se detiene por millonésima vez en lo que va del día. Seguramente decenas de pensamientos acuchillan su cabeza en estos momentos y ninguno de ellos debe ser bueno. No puedo dejar que piense que existe algo entre James y yo. No puedo permitir que se marche así sin más. No puedo hacerlo.

Miro a James, quien está ajeno a todo lo que está transcurriendo, y luce una expresión entre el desánimo y la humillación. Sospecho que mi rostro dice mucho más de lo que podría decir con palabras.

—Maddi... —susurra suavemente. Sacudo la cabeza.

—No debió pasar. —digo cada palabra fuerte y clara, con la intención de que lo entienda.

—Te equivocas. —responde nervioso y algo dolido.— Pasó porque así quise que pasara y finalmente me di cuenta que no podía seguir soportándolo.

Cierro los ojos unos segundos tratando de digerir lo que me esta confesando pero no puedo, y cuando los abro lo tengo de nuevo a ecasos centímetros. Ha eliminado la distancia que impuse y la ha traspasado.

—James...

—Te quiero, Maddi. —confiesa mirándome todo el tiempo a los ojos.— No tengo claro cuando nació este sentimiento pero me está volviendo loco y quiero estar contigo.

Ni siquiera soy capaz de imaginármelo. Mi cabeza se niega a proyectar una imagen de nosotros dos juntos.

—¿Es una especie de broma? —inquiero insegura.— Porque te está saliendo muy bien y estoy empezando a creérmela.

—Nunca he sido tan sincero como lo estoy siendo contigo.

Me niego a creerlo. ¿Es este es el mismo James que conozco?

—No, estás confundido.

¿Lo conozco siquiera? Ahora no sé qué creer.

—Nunca he estado tan seguro de algo en toda mi vida. —responde tajante.

Estoy perdiendo el tiempo. Lo que debería de estar haciendo es seguir a Lucien a donde sea que esta yendo. Me lo imagino furioso, desconcertado, triste y mi corazón se rompe en mil pedazos ante la idea. No puedo seguir un segundo más escuchando la palabrería de James.

—Lo mejor va hacer que te vayas. —me precipito e inclino mi cabeza.— Lo siento.

Sigue en el mismo lugar, no dice nada por unos segundos pero luego se remueve nervioso y se aleja unos pasos.

—Sólo quería que lo supieras pero ahora no estoy tan seguro de que haya sido una buena idea confesártelo.

No respondo. Entiende mi silencio, se da la vuelta y se aleja por el camino de asfalto totalmente erguido y con ambas manos metidas en sus bolsillos.

¿Qué fue todo eso? Pero ahora mismo no me voy a detener a pensarlo. Hay algo más importante que requiere mi atención, así que sin pensarlo dos veces, empiezo a caminar hacia el lugar donde vi desaparecer a Lucien, vigilando todo el tiempo a James.

—Por favor, no voltees. Por favor, no lo hagas. —digo en voz baja y con éxito logro escabullirme sin ser descubierta.