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Era una noche lluviosa de Halloween,ella volvía de una fiesta de disfraces en Central Park.

En un principio no quería ir, no se encontraba con ánimos ese día y no creía poder divertirse en la fiesta, pero al final se decidió,¿qué podía perder?

Se disfrazó de ángel negro, lo cual le parecía algo gracioso puesto a que ella normalmente parecía uno. Cuando terminó de arreglarse llamó a sus amigas y estas la recogieron para ir a la fiesta.

Empezó a sentirse incómoda, sus amigas se encontraban en algún lugar de la pista de baile con dos chicos que habían conocido durante la noche.
Un vaquero y un vampiro se le habían acercado y la habían pedido bailar, pero ella no estaba de humor y rechazó ambas peticiones, por lo que se encontraba sentada en la barra mirando su vaso de zumo de arándanos sin saber muy bien que hacer.

Después de mucho decidió irse.
Sabía que era peligroso ya que era muy tarde, también sabía que tendría que haber cogido un taxi, pero no le quedaba dinero suelto y a esas horas muy pocos querían adentrarse en un barrio como él suyo.

A la salida del metro la esperaba una estampa de película de terror.
Una niebla tan espesa que no se podía ver más allá de cinco metros le daba la bienvenida,y un frío que helaba la sangre se colaba por sus huesos,la hacia sentir que algo malo se avecinaba. Para colmo no todas las farolas de la calle se encontraban encendidas.
Decidió que no tenía porque tener miedo, afín de cuentas era una noche como cualquier otra, así que ignoró la sensación de que algo malo la esperaba a la vuelta de la esquina y se encaminó hacia su calle.

Diez metros después encontró tres vagabundos apoyados en una pared y se lamentó por ellos, pues deberían pasar la noche a la interperie.

Uno de ellos salió de entre las sombras y se le acercó, haciendo que la horrible sensación que la acompañaba desde la salida del metro volviese con mayor intensidad.

El vagabundo era muy alto, puede que demasiado, llevaba una barba de días que emergencia su cara junto con la mugre que lo cubría. Cuando habló ella pudo ver que le faltaban dientes y que los que le quedaban en pie tenían forma puntiaguda y eran marrones:

-¿Te has perdido angelito?-Preguntó con una sonrisa diabólica.
Ella lo ignoró y siguió caminando. Siempre era mejor ignorar cuando se trataba de su barrio, siempre era mejor con tipos como aquellos.

Un segundo hombre se interpuso en su camino, este era más horripilante que el anterior y desprendía un hedor nauseabundo.

-¿Ya no puedes volar preciosa?-Dijo este.
-¡Aparta!-Respondió ella entre dientes.
Un tercer hombre, si podía llamarse así, pues su piel era grisácea y viscosa, no había pelo en su cráneo desforme y su mirada se asemejaba a la del mismo diablo. A pesar de encontrarse encorvado, era más grande que los dos anteriores y más terrorífico. Él la cogió de un brazo y la empujó fuertemente contra la pared más cercana.

-Oh valla el angelito se ha enfadado.-Dijo este tercero con voz de ultratumba.
Ella se levantó con dificultad y los miró con odio, agarró un tubo metálico que se encontraba en el suelo y lo interpuso entre sus atacantes y ella.

-¡Déjenme en paz!-Gritó en una advertencia.
-¡Oh! Pero si esto no ha hecho más que empezar.-Se burló el tercer hombre haciendo crujir su cuello y manos mientras los otros dos "hombres" se reían a carcajadas.

Una cuarta voz se oyó entonces en la oscuridad:
-¡¿No has oído a la señorita? Suéltala!

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Y aquí llega el final del primer capítulo de mi segunda historia.
Para los que habían empezado con la otra:
"No se preocupen dejará de estar pausada, tan solo necesita una reedición después de tanto sin escribir.
Mientras aquí les dejo esta mini-historia para que se entretengan.
Espero que les guste.
Lynn
P.D: El hecho de que haya decidido empezar hoy y no antes o después se debe a que me pareció un buen día de comienzo el de mi cumpleaños número 17. ;)
Ahora si me despido espero otra vez les haya gustado.
Lynn

Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora