2.

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Él necesitaba pensar, todo era muy complicado, toda esta situación lo estaba atormentando y él como si así fuese a aullentar todo lo que se le venía encima se encontraba caminando bajo la lluvia.Sabía que no surtiría efecto que por mucho que se mojase sus problemas no iban a desaparecer.
Por si no fuese poco tedría que hacer de kanguro de una niñata.
¿Cómo había acabado en esta sintuación?
Su padre le había rogado que se hiciese cargo:

-Por favor hijo, hazlo por mi. Le prometí a su madre que cuidaría de ella. No tiene a nadie que la inicie cuando llegue el momento, yo no puedo, tú bien lo sabes y además pienso que eres el más indicado.

—¿Por qué yo padre?—Preguntó él irritado.

—Porque eres el único en quien confio.—Respondió su padre.
Después de mucho pensar acabó cediendo:

—De acuerdo, lo haré.—Dijo al fin.

—Gracias hijo, puedo irme tranquilo sabiendo que ella  tiene alguien que la proteja. Puedes empezar ya a buscarla, aquí tienes su dirección.—Dijo mientras le entregaba una pequeña tarjeta.—Aquí esta escrita su dirección, aunque me temo que es lo único que puedo darte, el resto has de descubrirlo por ti mismo.

Esa misma tarde su padre se había ido. Al parecer lo habían votado como presidente en la corte y se requería de su inmediata  presencia.

Llegó la noche y él salió, iba a hacer un poco de trabajo de campo, descubrir donde vivía la niña, donde estudiaba y que sitios frecuentaba antes de abordarla y empezar a hacer de kanguro.

Ya era media noche cuando él volvía de hacer su primera averiguación.
No había conseguido mucho, ella no estaba en casa y él no tenía ni idea de con que tipo de persona debería prepararse para tratar.
Salía de la calle de la chica, cuando empezó a escuchar voces de pelea.
Estaban atracando a una muchacha.

No tenía que pararse, no debía intervenir, había que dejar que los sucesos ocurriesen, que las cosas siguiesen su curso repitió para si.

"No lo hagas, no lo hagas, nosotros nunca intervenimos."
Se dijo.
Derrepente la chica gritó y ese grito lo desconcertó:
—¡Dejenme en paz!

Su voz era lo más bonito que había escuchado en su vida,  a pesar de que se notaba desesperada.
No pudo contenerse, tenía que ayudar a esa pobre muchacha.
Gritó:
—¿No has oído a la señorita? ¡Sueltenla!

Los tres "hombres", mejor dicho, demonios menores, se giraron a la vez, dejando una competa vista de ella.
Si su voz era como la de un ángel, su belleza era sublime. Llevaba su pelo negro recogido en una larga trenza, sus ojos verdes esmeralda  lo miraban con desconcertado agradecimiento y sus labios rosdos se encontraban enteabiertos dejando ver sus blancos dientes.
Llevaba un vestido blanco.



Hasta aquí el capítulo de hoy, no se olvidenen de marcar la estrella por que de veradad me hace mucha ilusión saber si les gusta la historia😘

Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora