Entonces, vio al hombre de metal.

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Bucky miró hacia la puerta, dudoso. Por un lado, Steve estaba ahí, sonriendo. Por otro lado, no quería salir de su lugar de confort.

Bucky sabía que estaba preparado para salir del lugar, pero sentía que no debía. No era un sentimiento agradable para nada, pero él ya quería salir. Paso a paso, fue acercándose a la puerta y tragó saliva cuando por fin, dio un paso fuera. Tragó saliva, cerró los ojos, esperó que alguien lo atacara, el hombre de metal de sus sueños, el enorme tipo verde. Alguien.

Pero nada ocurrió.

Poco a poco, pudo mirar alrededor, al lugar vacío. Había un sofá, una pantalla, una cocina y una mesa con un plato lleno. Nada más.

Se puso en guardia cuando escuchó un sonido, pero sólo era Steve, que le agarró de la mano y con tranquilidad le llevó a la mesa para que se sentara.

Bucky obedeció sin rechistar y delante suyo el rubio puso un montón de panecillos. Los favoritos de Bucky eran los rellenos de crema, de los cuales había cuatro.

"¿Ves?" le dijo Steve, sentándose a su lado y comiendo con él. "¿No ha sido tan difícil, verdad? ¡Lo has hecho muy bien!"

A Bucky le gustaba ser halagado por Steve siempre que hacía lago bien. Se sentía como si de verdad hubiese hecho algo importante, no sólo un paso fuera de la habitación. Sin embargo, Steve le sonreía como si estuviera orgulloso  de él, cosa que emocionaba al moreno.

"Vaya, mira quién está fuera" Nat entró al cuarto, sonriendo y cogiendo un bollo del plato, sacando una protesta de Steve, para luego sentarse sobre la encimera de la cocina.

"Steve me dijo que salir me haría bien" dijo Bucky, terminándose el segundo bollo.

"Lo dije. Y yo siempre tengo razón" se rio el hombre y se hinchó como un pavo. A Bucky eso le hizo gracia, pero no hizo ninguna mueca de diversión. Dudaba siquiera de saber hacer una.

"Deberías salir al balcón. Ahí te da el aire fresco, y a todo el mundo le gusta eso" dijo Nat, con una sonrisa.

"Nat, mejor vayamos paso por paso"

Si embargo, Bucky estaba curioso. Muy curioso. Quería saber qué quería decir la pelirroja con eso de que diera el aire fresco.

"Yo podría querer ir" sin embargo, miró pidiendo permiso a Steve, quién parecía un poco asombrado por sus palabras, pero no necessariamente por desagrado.

"Por supuesto" vaciló un poco. "Pero si ves que te sientes mal, entraremos de nuevo al momento".

Bucky asintió con fuerza, entusiamado de poder hacerlo.

"Muy bien" Nat cogió el plato de los bollos y salió al balcón, dejando la puerta abierta.

"Me dirás si hay alguien que va a atacar, ¿cierto?" miró la noche, un poco de aire se estaba filtrando a la habitación, aunque se agradecía por el calor que julio les estaba haciendo pasar.

"Sí. Siempre. No voy a dejar que nadie te vuelva a hacer daño" Bucky asinitió y salió con él. Lentamente, la noche fue lo único que miró cuando su mirada dio al techo. Bucky no podía ver las estrellas, pero le daba igual, porque sabía que ahí estaba.

Unas sillas les esperaban. Nat estaba bebiendo una cerveza, en la única mesita estaba el plato. Bucky se sentó al lado de Steve, quién le pasó una Cocacola. Cerró los ojos para que "le diera el aire" como había dicho Nat, y de verdad que se sentia bien. Tenía el pelo bastante largo, con lo que se agitaba como hondas.

Era agradable.

"Cuando estábamos en la guerra, nos gustaba escaparnos del campo para ir a otro muy diferente. Nos tumbábamos en el pasto y mirábamos las estrellas. Tú me decías que siempre querías luchar a mi lado, estar conmigo" Steve respiró hondo. Estaban tranquilos, Nat callada, como si bebiera del momento. Y Bucky simplemente no podía apartar sus ojos del rostro soñador. "Cuando me desperté aquí sin ti, sólo podía pensar en que ojalá no hubieras estado ahí conmigo, habrías estado vivo, sin sufrir lo que hiciste"

Bucky miró la botella, que la giraba en sus dedos.

"Yo no me acuerdo de mucho" se aclaró la garganta y empezó a pasar sus dedos metálicos por ella, haciendo ruido. "Pero lo que he logrado recordar... los únicos recuerdos que no duelen, son en los que salgo contigo"

Steve iba a decir algo, había abierto la boca, cuando un sonido como de disparos o metralleta le hizo entrar en pánico. Unas explosiones en el cielo de colores le hizo reaccionar.

Ya no estaba en la terraza, estaba en el campo.

Había un montón de bombas cayendo a su alrededor, una le podría dar a Steve. Se lanzó contra él, cubriendo con su cuerpo el más grande. Pero daba igual.

Miró a su alrededor y frunció el ceño, esperando encontrar algún atacante, la voz de Steve no se filtraba.

Entonces, vio al hombre de metal.

Till the end of the line (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora