CAPITULO 27

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Cumplí 19 años junte mi dinerito, producto de unos trabajos  que realizaba mientras estudiaba y en plan de aventura me tomé una lancha rumbo a Brasil , tenía muchas ganas de ver nuevamente a mi querida prima, aunque feíta pero muy simpática, fue un viaje muy largo, hasta que por fin llegué, al bajar de la lancha escuché mi nombre en todo lo alto en medio del puerto
-“huy que piña, hasta aquí me vienen a cobrar” me dije,
pues no, una bella chica me llamaba con la mano, me acerqué y me dijo con ese rico acento portugués al hablar:

-Hola!
-Ho Hola
-Mm que?
- que paso
-Soy Kelys , no me digas que no me recuerdas.

Me quedé mudo, me pregunte dentro de mi mismo
“¿Dónde esta la feita con la que conversaba por internet?", frente a mi tenía una nena de cabello castaño claro, unos ojazos impresionantes, unas curvas por la que fácilmente cualquier mortal perdería el juicio, era bajita eso sí, como esta muy de moda, hicimos “click” al instante, si antes me gustaba al hablar por el chat, ahora me encantaba.

Me alojó en su casa, en una habitación al fondo del pasillo y junto a la de ella, aquel martes conversamos toda la noche, fue lindo tenerla frente a mí, en vivo y en directo. Compartimos toda esa semana juntos. Llegó el sábado y fuimos a una discoteca, bailamos de todo y bien que se mueve la chata, los movimientos eran muy provocativos, se me acercaba mucho, la rozaba demasiado y sé que lo hacía a proposito, mis manos acariciaban su espalda, sobre todo en las lambadas, bailando pegadito y en una de ellas estando con las mejillas muy juntas sin quererlo, por así decirlo ya que me moría de ganas de robarle un beso, pero no tuve que robarle nada solo sucedió lo que tenía que pasar, empezamos a besarnos en plena pista de baile y así toda la noche parecía interminable hasta que aparecímos en su cuarto al día siguiente, no preguntes lo que pasó porque ya lo sabes.

Luego de unos días más tuve que regresar a Londres  ella estaba muy misteriosa en los últimos dos días.
Me despedí de mis tíos y de Kelys allí en el puerto. Una vez ya dentro de la lancha, acomodé mis cosas dentro del camarote y mientras me disponía a dormir un poco, sentí unos suaves labios besando los míos, al abrir los ojos, vaya sorpresa era Kelys  con unas mochilas en la mano, me iba a acompañar en el viaje a Londres  se iba a pasear por allá y tendría en mi persona como guía personal. Las noches eran chéveres, me sentí como Leonardo Di Caprio en el Titanic, abrazados juntos en la proa de la lancha, y ni hablar lo que era en el camarote

Se los dejo a su imaginación.

En Londres la pasamos muy bien, todo chévere hasta que tuvo que regresar después de una semana, me costó trabajo dejarla ir ya había mucho sentimiento, pero ni modo la despedí en el puerto con la intención de volver a encontrarnos muy pronto.

Mi RelatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora