Había pasado un mes desde el incidente con el automóvil de Tyler y una semana desde San Valentín sin muchos contratiempos. Edward y yo intercambiábamos cabeceos amables en clase, pero no volvimos a hablar.
Mike, Eric, y después del accidente también Tyler, me rodeaban constantemente y hacían lo imposible por llamar mi atención. A Tyler alguien, sospecho que fue Mike, le contó que me asusté tanto cuando su auto chocó con el Chevy que tuve que irme a casa por el resto del día. Si pretendió crearle un complejo de culpa o algo así el tiro le salió por la culata, ya que desde ese entonces tuve un nuevo admirador que añadir a mi lista. Resultaban insoportables, y más de una vez me hubiese gustado explicarles con toda claridad lo que podría haberle pasado a sus patéticos cuellos si mi rostro (y mis dientes) hubiese estado demasiado cerca de ellos.
Ángela y yo éramos prácticamente amigas. No era una amistad basada en la conversación ni las confidencias, sino una construida en base a silencios y leves sonrisas. Era agradable y cómodo estar junto a ella, una persona tranquila y buena.
Jessica y Lauren seguían buscando mi compañía, no sé para qué. Y si es lo que sospecho, a saber, desparramar todo tipo de rumores infundados, prefiero no confirmarlo.
El resto de los Cullen y los Hale no habían cambiado mayormente su actitud, y yo tampoco modifiqué la mía. Eludí el choque y el conflicto siempre, a costa de seguir acumulando miles de dudas y preguntas que no me atreví a formularles.
Esas mismas dudas y preguntas eran las que me daban vueltas por la cabeza durante las noches, pero mi nuevo sistema para mantener a la familia vampírica fuera de mis pensamientos, el mismo que había usado la noche después de la práctica de laboratorio y antes de casi desayunarme a Tyler, funcionaba.
Durante ese mes había progresado mucho: ya era capaz de recitar una palabra de cada dos y una de cada tres, no solo del himno nacional, sino también de la declaración de la independencia y del juramento de lealtad a la bandera. También podía deletrearlos de corrido, de adelante hacia atrás y de atrás hacia delante. Además, era capaz de recitar sólo las vocales o solo las consonantes de cualquier de los tres textos.
Sí, era patética, pero era mejor eso que seguir haciéndome mala sangre.
Pero también hice cosas más constructivas durante el mes siguiente. Limpié la casa a fondo, enceré el suelo de madera del piso superior, volví a pintar varias paredes y colgué nuevas cortinas en las ventanas. Toda la ropa era lavada, centrifugada, tendida fuera cuando el tiempo lo permitía o en el lavadero cuando no, y escrupulosamente planchada. Pegué botones, zurcí medias y aprendí a cambiar cierres relámpago. Cociné para Charlie todos los días, desayuno y cena, y le preparé viandas los fines de semana, cuando se iba de pesca. Tanto el móvil patrulla como el Chevy brillaban de limpios, por dentro y por fuera.
Charlie dijo en una ocasión que la casa nunca había estado tan hogareña, aunque se arrepintió al instante. Comprendí su dilema: Reneé era una excelente persona y una mujer muy alegre, pero como ama de casa dejaba bastante que desear. Sin embargo, era evidente que Charlie aún la extrañaba, y al decir eso había dado a entender que Reneé no era buena ama de casa, lo cual era cierto, pero él no quería insultarla, lo que era tierno. No le di demasiadas vueltas al asunto y me limité a informarle con una sonrisa que la comida estaba lista.
Mis calificaciones escolares eran excelentes, lo cual no dejaba de sorprender gratamente a todos, incluso a mí misma. Mike murmuró "perfecta" el día que obtuve mi tercera nota máxima consecutiva, y Jessica me lanzó una mirada capaz de congelar un charco en el Sahara. Edward sólo sonrió levemente, como riendo ante un chiste privado.
Respecto a mi alimentación, estaba consiguiendo controlar mi apetito y alimentarme cada diez días en lugar de una semana. Ocho días después del hombre apuñalado de Port Angels, encontré una motociclista a la que un transporte de carga, atiborrado hasta arriba de troncos cortados, no había alcanzado a ver a tiempo cuando zigzagueaba por las siempre mojadas rutas cercanas a Forks. La chica no usaba casco, y la verdad es que sólo quedaba una masa sanguinolenta de ella; supe que era una mujer porque tenía las uñas pintadas y cabello largo.
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El jardín de senderos que se bifurcan
RomanceEsta historia pertenece a CruzDelSur y los personajes a Stephanie Meyer. Pueden encontrar el fic en Fanfiction.net Resumen: Bella se muda a Forks con la excusa de darle espacio a su madre... pero la verdad es que fue convertida en vampiro en Phoenix...