De amor y de sombra

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Los nómadas se marcharon poco después. A James era bastante claro que le parecía repulsiva la idea de tanto amor y tolerancia, y Victoria se veía obviamente incómoda, aunque no tan asqueada como James. Laurent irradiaba curiosidad, pero la presión grupal lo obligó a retirarse pronto, junto a ellos. Xiu, a todo esto, había vuelto al aire tranquilo que la había rodeado al inicio, aunque su feliz indiferencia había sido reemplazada por una expresión meditabunda. Debía estar conjeturando formas de perfeccionar su laberinto.

Alice les proporcionó ropas nuevas a todos, y Xiu, Laurent y Victoria se dieron sendas duchas, mientras James esperaba afuera de la casa. Alice ardía en ganas de ponerle las manos encima al enredado cabello de Victoria, eso era obvio, pero la cara de la joven pelirroja era tan poco amigable que Alice no se atrevió.

Por fin, los nómadas se alejaron en dirección al suroeste. Sólo cuando estuvieron a una prudente distancia, los Cullen-Hale cayeron otra vez sobre mí, radiantes de alegría y muy curiosos, pidiéndome más detalles de cómo había despertado, felicitándome por mi inteligencia, preguntándome qué tipo exacto de recuerdos eran los que me habían guiado, queriendo saber cómo envié los recuerdos al olvido... Esme y Carlisle se presentaron oficialmente, y me repitieron un centenar de veces lo felices que estaban de conocerme y lo ansiosos por que yo le diera más detalles.

Jasper fue el primero en darse cuenta de mi incomodidad.

-Tal vez Bella necesite un poco de calma –sugirió, y un sentimiento de paz me invadió-. Mejor démosle un rato para pensar y acostumbrarse a la idea de volver a estar despierta.

Los demás estuvieron de acuerdo (algunos más renuentes que otros), y pronto Edward y yo éramos los únicos que quedábamos en la casa, recostados en el sofá. Él había pasado un brazo alrededor de mis hombros, y yo me había acurrucado en ese abrazo, que me hacía sentir tan cálida y protegida. Afuera lloviznaba levemente, un concierto de gotas caía contra las ventanas. Un día típico de Forks.

Permanecimos un rato en silencio, todavía cómodamente abrazados, mientras mil preguntas bullían en mi cabeza. Xiu podía hacer a alguien perderse dentro de su cabeza, sumirlo en una especie de locura. Laurent traducía a la par todo lo que ella decía, o lo que los demás le decían a ella. ¿Esos eran dones también? Edward me había dicho una vez que podía oír mentes, pero no la mía...

Era una suerte que Edward no pudiese oír mis pensamientos, porque hubiese creído que estaba loca.

-Dime qué es lo que piensas –me susurró al cabo de un minuto-. Me parece muy raro no saberlo. ¿Así es como es para los demás?

-Sí, así es –medio sonreí, divertida ante su tono asombrado-. Estaba pensando... escuchas las mentes, yo tengo una especie de... escudo, que hace que no puedas oírme. De los nómadas, Xiu podía convertir la mente de alguien en un laberinto. ¿Y los demás? Tu familia... ¿también tienen... superpoderes parecidos?

-Esme... mi madre, o figura materna, si prefieres, tiene un don parecido al mío. Ella... de ella podría decirse que escarba en las mentes, sólo que es muy descortés formularlo de esa manera. Esme puede sacar a la luz los recuerdos. Depende cómo de accesibles estén, con cuánta claridad se haya grabado el recuerdo, si es un recuerdo de infancia o algo que sucedió la semana pasada... también la edad influye mucho. Es mucho más difícil encontrar un recuerdo específico en la mente de un vampiro de mil años que en la de un niño humano de cinco años.

-Wow... -me asombré. Estaba fascinada-. ¿Puede hacerlo a distancia?

-No, tienes que estar presente, lo más cerca posible, y preferentemente, mirándola a los ojos. Ya ves, es un don poderoso, pero limitado. Si te resistes, lo haces más difícil para ella, y si concentras toda tu mente en un recuerdo específico, puedes ocultar los demás. Como creo que ya te dije una vez, la mente es compleja y tiene muchos niveles –tras una pequeña pausa Edward, añadió-. Hay algo más interesante aún, y es que Esme puede implantar falsos recuerdos. En una ocasión, sólo para probar si podía hacerlo, ella consiguió crear en la mente de Carlisle el falso recuerdo de haber visto un perro verde. Él lo recuerda con toda claridad, y salvo por el hecho que el recuerdo es obviamente falso y él lo sabe, podría creerlo auténtico. Esme no usa esta habilidad, pero porque tiene principios muy firmes y sabe que jugar con la mente de otra persona es incorrecto. Podría hacer de la cabeza de alguien un infierno si quisiera, obligándolo a creer que lo ocurrieron todo tipo de cosas horribles. No lo hace por principios morales.

El jardín de senderos que se bifurcanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora