Una nueva rutina se instauró a partir de ese momento. Siempre había un par de lobos cerca de la casa de los Cullen, listos para advertirle al resto de la jauría cuando llegaran los Vulturi. Habíamos acondicionado una casita cerca de la casa principal para ellos, que así podrían quedarse a dormir o guarecerse allí de las frecuentes lluvias de Forks. La casa de la familia era un lugar que ellos evitaban, con el argumento que el lugar apestaba de un modo insoportable para sus sensibles olfatos.
En general, la convivencia no era difícil. Algunos de los lobos se acostumbraron pronto a tratar con vampiros y hasta aceptaron adoptar su forma humana cerca de nosotros. Jacob fue, desde luego, el primero en jugar al ajedrez con Jasper, permitir que Alice lo peinara, correr carreras con Emmett y discutir de mecánica automotor con Rosalie. Poco a poco, los demás fueron dejando sus recelos atrás y tomaron confianza. Los más jóvenes y los amigos de Jake fueron, desde luego, los primeros en acercarse a oír a Edward narrar sus recuerdos de la invasión a Normandía o en aceptar la comida preparada por Esme, pero poco a poco prácticamente todos fueron tomando confianza.
Pronto Esme tenía como nuevo pasatiempo principal cocinarles toneladas de comida a los lobos, que siempre tenían hambre y estaban agradecidos por las capacidades culinarias de la matriarca de la familia. Carlisle trabajaba aún en el hospital, aunque en sus ratos libres seguía examinando discretamente a los lobos. Tener varios especimenes diferentes que analizar hacía su investigación más interesante que nunca.
Dos semanas pasaron casi sin sobresaltos, sólo apareció el indicio que estábamos esperando: en Portland comenzó una ola delictiva de grandes proporciones. Los muertos y desaparecidos ya sumaban una treintena en quince días. Alice no podía ver nada estando en casa, dada la constante presencia licántropa, por lo que varias veces al día se iba a un par de decenas de kilómetros de distancia, en el intento de averiguar detalles de la visita de los Vulturi.
Me sorprendía tanto como me alegraba que los Cullen estuviesen tan conformes en trabajar en equipo con los lobos. Parecían hasta felices, al menos algunas veces, de tenerlos ahí. No fue hasta que me quedó en claro que los lobos estaban dispuestos a destrozar a los que ataquen a los Cullen que comprendí por qué tanta tolerancia. El día que los ancianos quiluetes, Billy Black entre ellos, llegaron de visita para hablar personalmente con Carlisle, la paz entre ambas partes quedó sellada oficialmente.
Charlie había dejado de intentar comprender qué pasaba. No es que se hubiese esforzado mucho tampoco, pero ir de pesca con Billy ocasionalmente hacía que estuviese al tanto de que la legendaria enemistad entre los Cullen y los quiluetes de pronto había desaparecido, que muchos de los jóvenes de la reserva se pasaban los días en casa de los Cullen, y que había algo relacionado con unos enemigos en común o algo así. Pero Charlie decidió que, en vista que todos parecían felices y conformes, no podía ser nada demasiado malo lo que sea que estuviese pasando. Al menos, eso fue lo que Edward encontró en su mente, y debo decir que me tranquilizó que papá pensara así.
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Antes de lo pensado, llegó el día. O mejor dicho, la noche. La visión de Alice cambió de nuevo, y pasó del crepúsculo a una noche oscura, tan nublada que parecía de luna nueva. Acabó siendo a mediados de julio, el día dieciséis. Llevábamos desde el dos de junio esperando y sufriendo; saber que de ahí a un rato todo estaría concluido, para bien o para mal, era causa de alivio y terror a la vez.
Alice lo vio poco más de una hora antes de que los Vulturi llegaran, lo que nos dio tiempo de sobra para estar todos presentes. Todos los licántropos estaban allí, los quince que eran a esa altura. Ah, sí, parece que el que los licántropos conversos regresaran a la reserva con el olor a vampiro impregnado en ellos aceleraba el proceso en los otros jóvenes, del mismo modo que la cercanía de Jake con los Cullen y conmigo parecía haber precipitado la transformación de Embry y Quil, sus amigos más cercanos y con quienes pasaba más tiempo cuando no estaba con los vampiros o en su casa. Esas eran teorías de Carlisle, por supuesto.
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El jardín de senderos que se bifurcan
Storie d'amoreEsta historia pertenece a CruzDelSur y los personajes a Stephanie Meyer. Pueden encontrar el fic en Fanfiction.net Resumen: Bella se muda a Forks con la excusa de darle espacio a su madre... pero la verdad es que fue convertida en vampiro en Phoenix...