Capítulo 4.

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    No sabía qué hora era. La noche había caído sobre Arkadia y ella acababa de tener otra pesadilla relacionada con Lexa. En ésta, le suplicaba a Clarke que la salvase, pero  ésta no podía. Tenía las manos atadas literalmente y no podía hacer nada. No podía ni siquiera detenerle la hemorragia. La muerte de Lexa parecía querer atormentarle durante noches y noches. Por suerte, la pesadilla le había hecho levantarse de la cama. Por lo que Bellamy le había dicho durante la cena, Aden y sus acompañantes de Polis se habían asentado fuera de Arkadia, en un campamento que sus acompañantes habían estado montando durante su reunión con Kane y Abby. 

    Esa noche, se encargaría de la puerta Lincoln, por lo que podría salir perfectamente. Necesitaba hablar con Aden a solas y ese era el momento. 

    Bellamy, por supuesto, cuando ésta les contó a sus amigos lo ocurrido, se opuso ante la idea de que la rubia se entrometiese en aquellos temas cuando Kane le había ordenado directamente que se mantuviese al margen. Clarke sabía que su amigo sólo quería evitarle sufrimiento, pero lo que Bellamy no entendía, es que quizás, para evitar ese sufrimiento, tenía que enfrentarlo antes. Desde que Lexa murió no había tenido ningún contacto con Polis y lo había aceptado con reproches porque sabía que quizás era lo mejor para ella. Quizás, alejarse de todo aquello la ayudaba a alejarse del dolor. Pero era algo imposible. El dolor era algo que la acompañaba cada segundo del día. Y quedándose de brazos cruzados cuando Polis llamaba a su puerta no solucionaría absolutamente nada. 

   Minutos después, salió de su bunker. Casualmente, Bellamy estaba sentado fuera de él, charlando tranquilamente con Jasper. Cuando la vio caminar decidida hacía la torre de vigilancia para que Lincoln la dejase pasar, en seguida se levantó y corrió hasta ponerse a su lado, imaginando cuáles eran las ideas de su amiga. 

    - ¿A dónde vas? 

    - Sabes a donde voy- contestó cómo si fuese la respuesta más obvia del mundo. Fue entonces cuando Bellamy le impidió el paso a su amiga, poniéndose en frente de ella. - ¿Qué te crees que haces? 

    - Evitar que formes parte de esto, otra vez

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    - Evitar que formes parte de esto, otra vez. 

    - No puedes evitar eso, Bell. 

   Clarke le puso una mano en el hombro e intentó apartarlo, pero su amigo parecía tener los pies de acero, porque no consiguió moverlo de su sitio ni unos centímetros. 

    - Ya te perdí una vez, Clarke. No te perderé otra. 

   La mirada de Bellamy gritaba una profunda sinceridad. La rubia sabía que tras su marcha a Polis, en la cual tuvo que abandonar a su pueblo para salvarlo, Bellamy fue uno de los que peor lo habían pasado. Y sentía de verdad que fuese así. Pero entonces, su lugar estaba en Polis. Y tenía que averiguar si lo seguía estando porque lo cierto era que, una parte de ella, seguía allí. 

    - Tengo que hacer esto- le contestó con la misma sinceridad. 

    - ¿Para qué? ¿Para abrir heridas pasadas? 

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