IV - I'm not going home alone 'cause I don't do too well on my own

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Pete se quedó congelado. Maldita sea.

Se dio vuelta y se encontró con el chico al que le rompió la nariz y otros dos chicos que evidentemente se la pasaban en el gimnasio e inyectándose esteroides.

Trató de volver a su camino de vuelta a casa pero fue agarrado rápidamente por a quien ahora vamos a denominar como las dos bestias.

–No no –chasqueó la lengua– ¿Te pensabas que ibas a salirte con la tuya?

–¿Qué quieres? Ni siquiera te conozco.

–¿No me recuerdas? –Fingió estar compungido– ¿Me rompes la nariz y me olvidas? –se limpió una lágrima invisible.

–Déjenme ir –se sacudió pero era inútil, las dos bestias lo sostenían con demasiado fuerza por el brazo, definitivamente iban a dejarle un moretón.

–Me temo zorra que es hora de devolverte el favor –sonrió con malicia. Pete le pegó una patada y le dio al costado de la pierna haciendo que suelte un quejido. El chico cerró su puño dándole con toda velocidad en el estómago.

Pete se dobló de dolor y tomó aire, no fue un golpe dado con mucha fuerza, pero si dolía como los mil demonios.

–Oh, me temo que no te afectó mucho. ¿Podrías...? –miró a una de las bestias, este aceptó y soltó el brazo de Pete dejando que la otra bestia lo tomara por los dos brazos y lo dejara casi inmóvil de no ser por las piernas. Maldita sea, esto iba a doler mucho.

La bestia cerró su puño y lo besó antes de encajarlo con toda sus fuerzas en la mandíbula de Pete.

Pete sintió que un tren le daba de lleno en toda la cara y cerró sus ojos con dolor. La bestia no esperó ni dos segundos y le dio otro puñetazo en el estómago.

Pete sintió que todo el aire se escapaba de su cuerpo y le soltaron los brazos para que caiga de lleno al piso. Trató de arrastrarse contra la pared pero recibió un tercer golpe en el abdomen, esta vez una patada a la altura del pecho.

Pudo sentir el dolor punzante y como el aire le faltaba, podría jurar que sintió como una de sus costillas se rompía.

Se sentó contra la pared y el chico le tomó del cabello con fuerza.

–La próxima vez que te atrevas a tocarme un pelo va a ser mucho peor zorra suicida –soltó su cabello mientras tiraba su cabeza para atrás haciendo que se golpee contra la pared.

–Lo siento... –susurró.

Los tres chicos se alejaron y reían mientras Pete se quedó sentado en el piso con todo su cuerpo doliendo.

Su cabeza daba vueltas y su mente estaba cegada por el dolor punzante de su pecho. El mareo le dio náuseas y terminó vomitando todo lo que consumió durante el día. Las arcadas no paraban pero ya no había nada más que devolver.

Su cuerpo dolía, su garganta ardía, su boca sabía horrible y su mente solo podía concentrarse en el hecho de que estaba completamente solo, de que tal vez iba a morir en ese callejón.


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Mikey no recordaba cómo llegó ahí, pero lo único que le importaba ahora era conseguir otra cerveza. Se acercó al refrigerador y una chica que estaba sobre la encimera le llamó la atención.

–Debe ser la primera fiesta de Ray a la que vienes.

–¿Por?

–Se nota por la forma en la que te comportas y como miras hacia todos lados, de hecho creo que es la primera fiesta a la que vienes en tu vida –sonrió.

Seven Minutes In Heaven (Petekey) [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora