VII - ...And a scar away from falling apart

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Mikey llegó a su casa y llamó la atención de Gerard al azotar la puerta.

–¿Todo bien hermanito?

Mikey se dirigió a la cocina donde estaba Gerard preparando café y se sentó en la mesa. Gerard tomó una taza y la llenó de café recién hecho, pasándosela.

–¿Recuerdas que me besé con Pete? –Gerard asintió– Bueno, estuve evitándolo últimamente porque estaba asustado después de lo que pasó con... Ya sabes quién, y hace un rato fui a disculparme por mi comportamiento y ¿sabes que estaba haciendo? ¡Besándose con Patrick! Que digo besándose ¡Estaban a punto de hacerlo! –gritó con espanto.

Gerard negó en desaprobación e hizo una mueca.

–Al menos ahora sabes qué clase de persona es.

Mikey estuvo a punto de dar un sorbo a su café cuando el timbre hizo que saltara y se le cayera café en el pantalón.

–¡Mierda! –Se levantó rápidamente y pasó un trapo húmedo por la zona manchada para tratar de sacar el calor– quema, quema, quema, quema –estos eran los momentos en los que maldecía usar jeans ajustados. Fue hasta la puerta y al abrirla se encontró con Patrick.

–Necesito tu ayuda.

–¿Necesitas mi ayuda?

–Pete está en peligro, me llamó... Va a hacer algo estúpido otra vez y...

–¿Y es mi problema porque...?

–¿Puedes dejar tu orgullo de lado por una vez? ¡Va a matarse!

–¿¡Qué!?

–No me dice dónde está, me dice que solo la persona indicada lo sabe y –apartó la mirada–¸es obvio que esa persona eres tú –aceptó con molestia.

Mikey lo pensó un momento, Pete era un idiota, pero no por eso iba a dejarlo solo. Meditó un momento los posibles lugares que solo ellos dos conocieran y sintió como el foco se encendía sobre su cabeza.

–¡Gerard, vuelvo en un rato, no me esperes despierto! –gritó mientras tomaba su chaqueta.

–¿A dónde vas? –asomó su cabeza por la puerta de la cocina.

–Por ahí.

Gerard lo miró un momento pensando.

–Bien, por favor no seas asesinado, mamá va a matarme si te matan bajo mi cuidado.

–Si me matan no quiero que toques mis cómics.

–Si te matan no vas a estar aquí para verlo.

–¡Chicos! –los interrumpió Patrick– Pete es lo principal ahora ¿podemos irnos, por favor?

–Uh, cierto –Mikey tomó sus llaves y su teléfono y salió de la casa cerrando la puerta a sus espaldas, tomó a Patrick de la muñeca y lo guió por la calle en dirección a la escuela.

Las calles por esa zona eran más tenebrosas durante la noche, las casas estaban en oscuridad y en silencio y el deplorable estado de las calles daban una sensación de estar en una típica película de terror donde dos jóvenes idiotas van a la vieja escuela abandonada a buscar a su amigo perdido y terminan asesinados por el conserje.

Llegaron a las puertas de la institución y Patrick tiró de las manijas de las puertas principales, encontrándolas obviamente cerradas.

–¿Esperabas que se abran?

–No perdía nada con intentarlo.

Mikey volvió a tomarlo por la muñeca y lo arrastró a la puerta lateral.

–¿Cómo sabías de esta puerta? ¿Qué hace aquí?

–Es la puerta por donde los conserjes sacan la basura y esas cosas, la uso para meterme cuando llego tarde a clases.

Mikey sacó un clip y una ganzúa de su bolsillo y las posicionó en la cerradura.

–¿Siempre fuerzas la cerradura?

–Bueno, siempre está cerrada porque los drogadictos solían meterse durante horarios de clase y... –paró de hablar para sacar su lengua y concentrarse mejor mientras hacía movimientos específicos con la ganzúa– yo solía robar en las casas cuando era niño así que tengo práctica y esto no es un gran desafío para mí –sonrió con satisfacción mientras la puerta se abría.

Si no fuera porque Patrick estaba muy preocupado por Pete estaría sorprendido y disgustado de que Mikey hablara con tanta naturalidad sobre robar casas y llegar tarde a clases.

Entraron y caminaron lentamente, con sus oídos atentos a cualquier mínimo sonido que indicara que Pete esté ahí.

Acercándose al corredor principal escucharon algo.

Mikey puso su mano en el pecho de Patrick para detenerlo y posicionó su índice frente a sus labios indicándole que haga silencio y preste atención.

Los sonidos se escuchaban con más claridad. Eran sollozos.

Mikey dio pequeños y silenciosos pasos acercándose a la fuente del sonido, venía del pasillo abandonado. Junto con Patrick se acercaron y asomaron la cabeza por la rendija.

La calma no duró mucho.

Patrick casi se ahogó al tratar de tomar aire y Mikey no esperó ni dos segundos al entrar corriendo con desesperación.

Pete estaba sentado en el piso apoyándose contra una de las paredes, en su mano derecha una navaja, en su brazo izquierdo muchos cortes.

Mikey tomó el brazo de Pete y se quitó la chaqueta para cubrir su antebrazo y hacer presión para detener el sangrado.

Patrick se preocupó por quitarle la navaja de la mano lanzándola por la sala y sostuvo su rostro buscando señales de que Pete siguiera consciente.

Su pulso estaba débil y la palidez se hacía cada vez más presente. Sus párpados estaban caídos y sus ojos no podían fijarse en un punto fijo. Casi no podía hablar, pero de sus labios pudo escaparse un leve susurro con palabras muy claras:

"Lo siento."

Seven Minutes In Heaven (Petekey) [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora