XI - I'm just off a lost cause

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mil gracias por esperar <3

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La caída de Pete en la adicción fue rápida y silenciosa. No notó que había tocado fondo ni siquiera cuando se despertó debajo de un puente con una aguja todavía clavada en su brazo y rodeado de su propio vómito.

Al principio era algo liviano, como fumar marihuana junto a Brendon detrás del colegio, pero cuando comenzó a ir a fiestas junto a él empezó a juntarse con gente que tomaba malos caminos y lo introdujeron a consumir cosas más "potentes", más dañinas, y casi letales.

Pasó en el transcurso de un mes donde se aisló de todo lo que antes consideraba su vida y se aisló en los sótanos abandonados en casas arruinadas en medio de lugares que nadie se atrevía a visitar. Se fascinó tanto con el efecto que le provocaba que se volvió adicto casi sin darse cuenta. Pasaba la mayor parte del día bajo el efecto de drogas variadas vagando por calles vacías despreocupado de todo lo que ocurría a su alrededor. Se aislaba con sus nuevos amigos, jóvenes con un tormentoso pasado y un oscuro futuro que se refugiaban bajo el efecto de alucinógenos para acallar esa voz de su conciencia que les recordaba que nunca iban a llegar a nada, que estaban condenados. Dormía sobre cualquier superficie que encontraba y si es que comía consumía lo que conseguía de la basura con tal de no tener que volver a su casa y enfrentar a los que alguna vez llamó amigos.

Su deterioro empeoró con el paso de los días, su hambre desaparecía y adelgazaba al punto de que podían notarse sus costillas a simple vista. Había adoptado un tono de palidez casi enferma y pasaba días sin dormir por lo que sus ojos tenían ojeras profundas y oscuras. Parecía un cadáver, pero él lo ignoraba.

No fue hasta una noche que un hombre medianamente lúcido lo encontró en el piso convulsionando y lo llevaron al hospital más cercano que se dio cuenta que había llegado demasiado lejos.

Se dio cuenta, como era obvio, que con la medicación que debía tomar era letal consumir todo lo que él había consumido. Se le obligó a ir a rehabilitación, pero a las dos semanas se fue y volvió a consumir ¿Para qué quería estar lúcido si todo lo que hacía las últimas semanas era recordar la última vez que habló con Joe?

–Pete, ¿podemos hablar? –Joe se acercó a la mesa. Pete dudó y fue con él al costado de la entrada de la cafetería–. ¿Qué te pasa?

–No me pasa nada.

–Este no eres tú.

–¿Y tú como sabes cómo soy? Todos creen conocerme ¿qué tal si siempre fue así? ¿Qué pasa si cambié?

–Escúchame Peter –lo tomó por el cuello de la camiseta y lo empujó contra los casilleros– ¿Crees que porque me quedo callado no sé nada? Fuimos amigos por años y sé cómo eres, y sé que no eres así –Pete forcejeó para salir pero Joe lo apretó más fuerte– Haz toda la mierda que se te antoje pero deja de echarle la culpa a los demás por las cosas que tú no puedes soportar. Siempre estuvimos para ti y ahora nos dejas de lado por una estupidez con tu novio y nos echas la culpa nosotros por tus mierdas. Basta.

Lo dejó ir y volvió a la cafetería, Pete golpeó el casillero con furia y con el dolor en sus nudillos simplemente salió del instituto por la puerta de los conserjes. ¿Por qué siquiera iba a molestarse en seguir ahí? Es obvio que no tiene futuro, así como no tiene amigos, así como no tiene a nadie que se preocupe por él, no tiene absolutamente nada.

A Pete le había quedado todo bastante claro esa vez, y ya no quiso volver a ver a ninguno de los que alguna vez consideró "amigos".

Todo alrededor de su vida había empeorado drásticamente. Ya no se veía con sus amigos, ya no aparecía en su casa, cuando se le ocurría aparecer en el colegio solo era para pelearse con otros y causarse a si mismo problemas. Estaba definitivamente arruinado.

Una noche luego de salir de uno de los sótanos que frecuentaba lo golpeó el frío del invierno y buscó refugio en algún hueco en un callejón, caminó hasta pasar por un parque enrejado y se cruzó con un adolescente que pasó a su lado y se detuvo justo detrás de él.

–¡Momento! –el adolescente se dio vuelta y miró hacia Pete– ¿Wentz?

Pete se dio vuelta y en cuanto reconoció a la fuente de la voz deseó no haberle prestado atención, pues era el mismo imbécil que en algún momento atrás lo golpeó en el fondo de un callejón porque le pareció divertido.

–¡Zorra suicida! Todos te daban por muerto ¿sabías? Creyeron que finalmente uno de tus estúpidos intentos por llamar la atención había funcionado –a pesar de decir palabras tan hirientes, él se veía animado diciéndolas, casi divirtiéndose clavando todas esas palabras en la mente de Pete y dejándole heridas casi imposibles de curar.

–¿Por qué me molestas? –Las palabras salían torpemente de su boca, como si tuviera los labios adormecidos– ¿No tienes nada mejor que hacer con tu vida?

Fue directamente empujado contra la reja que protegía al parque y estaba demasiado débil físicamente como para siquiera tratar de aflojarse del agarre.

–¿No me recuerdas? ¿Quién era el pequeño niño al que siempre golpeabas para impresionar chicas en primaria? ¿Quién era el niño del que después de hiciste mejor amigo porque te dio pena y al que le contaste por qué te habían internado? Dímelo Peter, si la droga aún no te quemó la memoria.

Pete frunció el ceño y trató de buscar entre los recovecos de memoria intentando reconocer a aquel que estaba ahí en frente suyo, cuando el recuerdo llegó.

–¿Bob?

–¡No lo olvidaste! Te mereces un premio –su puño derecho fue a parar al ojo de Pete y lo soltó para que caiga directamente en el piso.

Pete ni siquiera hizo el intento de levantarse, estaba tan débil que le sorprendió no haber quedado inconsciente con ese golpe. Recibió una patada en el estómago y sintió como el dolor lo recorría desde la punta de la cabeza hasta sus pies, no pudo tomar aire por instantes y se sentía desfallecer.

–¿Por... Por qué? –Dijo casi en un susurro– ¿Por qué guardaste rencor todo este tiempo?

–No recuerdas lo mal que me hiciste pasar ¿verdad Wentz? ¿No recuerdas que era tu saco de boxeo? ¿Tu objeto de burlas constantes? Y ni siquiera me dejabas decir nada... –otra patada fue a parar a sus piernas– No voy a olvidarlo tan fácil.

–Por favor... Ya no soy así Bob... Sé que estuvo mal.

–Me conmueves –llevó una mano a su pecho y fingió compasión– Al fin, cuando estas tirado en una calle, drogado y tal vez al borde de la muerte, te das cuenta de todo lo que hiciste mal en la vida.

Pete recibió otra patada en el estómago y en cuanto vio que Bob estaba a punto de patearlo en la cara solo cerró los ojos y esperó a que todo finalmente pasara.

Se despertó a la mañana siguiente, sus ojos dolían, pero el dolor no era tan fuerte como el que le invadía el cuerpo.

Se sentó sobre la acera y lloró.

Lloró porque más allá de lo fuerte que era su dolor físico, lo que más le dolía era su conciencia. Le dolía haber sido tan estúpido, le dolía haber dejado a sus amigos de lado solo porque no estaba de acuerdo por ellos, le dolía haber dejado al único chico que quiso de verdad porque no pudo soportar lo asustado que se veía, le dolía haberse aislado de todo solo porque le parecía una molestia, le dolía autodestruirse de esta manera solo porque le agradaba la sensación de que todos sus problemas desaparecieran por solo unas horas. Le dolía que todo este arruinado, y todo por su culpa.

Ahora no tenía amigos, no sabía siquiera sitenía un hogar al cual volver, y su futuro estaba completamente arruinado. Todohabía llegado a su fin.

Seven Minutes In Heaven (Petekey) [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora