Pretextos.

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Género: Fanfic.

Categoría: Humor/Romance.

Advertencias: Slash, boyxboy, leves insinuaciones.

Dato Extra: Leo tiene 15 y Charlie 17, para evitar malas ideas.


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Gruñó.

Si, exactamente como un perro cuando sabe que le están mirando su hueso.

Y eso era justo lo que pasaba ahora, cuando Leo veía a ni una, ni tres, ¡Sino siete chicas encaramadas a su mejor amigo!

Él en cambio, manteniendo su compostura, había decidido negar cortésmente cualquier petición de una fan o conocida que viera de casualidad cerca de sí. ¿Y para qué?

Para ver al condenado de Lenehan sonreír como todo un galán mientras hacía ojitos y saludos a las varias que aun continuaban llegando desde quien sabe donde, ahí en la salida del estudio. Aquello no justificaba ningún pretexto para ignorarlo por completo.

-Muy bien- dijo finalmente, se dio media vuelta y dejó a su buen conocido entre la multitud.

Ya para la noche, la tarde había sido divertida.

Encontró con qué distraerse, primero fue a por su patineta, rodó varios minutos por el skatepark y finalmente acabó platicando y haciendo piruetas con los chicos que andaban por ahí, ya no era como antes, que era muy tímido o se veía muy débil como para que se burlasen de él, hoy en día le era mas fácil entablar amistad y conversación con cualquier persona, y no era como que la fama estuviese involucrada, Leo solo era él mismo.

Fue desde la plaza hasta el centro comercial para entretenerse mientras rodaba y escuchaba música con sus audífonos, y sin darse cuenta, otro rato mas tarde había acabado en la heladería piropeando con varias muchachas que se le acercaban a verle o porque le reconocían.

Alguna que otra bambina terminó robándole una foto, y como no, él acompañó las imágenes sonriendo o abrazando un poco a sus, ahora, agradables compañías. Eso no era ningún pretexto para devolverle la jugada a Lenehan, él en verdad disfrutaba que le sacasen conversación o interés solo para pasar un rato con él.

En algún punto de la tarde terminó encontrándose con su madre y su hermana en el centro comercial, y como no, las ayudó en lo de llevar las bolsas y las varias compras al auto, desde donde su padrastro le saludó y acabaron yéndose una media hora luego de su hermana decidir que gorro comprarle a Leo.

Eso no era ningún pretexto, a fin de cuentas, siempre era bueno, y como no, entretenía pasar un rato con su familia.

Continuó divagando con algunos viejos conocidos por telefóno en lo que se distraía mirando un anaquel con repisas de varios tatuajes, en una tienda a mitad de la avenida.

Se quedó en una tienda de CD, escuchando música en lo que salía y se perdía viendo demás tiendas por el camino, saludando y entablando conversación con cada quién que le hiciese un gesto con la mano o le señalase por donde iba.

Nada de eso era un pretexto, él podía hacer lo que quisiera y disfrutar a su manera de todo lo que hiciese sin tener que pensar en quién pasaba de él.

En la noche, luego de haber recorrido media ciudad haciendo cualquier tontería, ya su hermano mayor le había invitado a pasar lo que quedara del día en casa de un amigo jugando billar, y como no, uno que otro trago, que Leo dudó de aceptar pero finalmente correspondiendo sin mucho que hacer.

Historias de Bars And MelodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora