Jake IV

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Jake soñaba con que corría por un prado.

Perseguía algo, no sabía que era, pero debía alcanzarlo antes de que fuera demasiado tarde.

Se detuvo junto a un árbol para recuperar el aliento.

Él árbol era un álamo muy alto, de tronco blanco y muchas hojas de color plateado.

Cuando Jake se dispuso a correr de nuevo, se dio cuenta de que no podía porque algo lo tenía retenido.

Al voltearse, vió al álamo sosteniéndole un brazo con una rama.

Tiró de su brazo todo lo que pudo, pero el árbol no lo soltó.

Jake sabía que debía hacer algo o lo que perseguía se escaparía.

Entonces pensó en su hacha, Montaña, la cual apareció al instante en la mano que le quedaba libre.

La blandió con fuerza y cortó el tronco del árbol de un sólo golpe seco.

El álamo solto su brazo y cayó inerte al suelo.

Jake aprovechó para correr lo más rápido que pudo en persecución de su presa.

Corrió y corrió.

Entonces tropezó con una gruesa raíz y cayó de cara al suelo.

Se volteó y vió al mismo álamo que había cortado con su hacha sosteniéndole una pierna.

Intentó cortarlo, pero más álamos aparecieron de todad direcciones y lo inmovilizaron.

Las ramas de un álamo se cerraron alrededor de su hacha y tiraron de ella, lanzándola lejos y dejando a Jake desarmado.

Jake estaba pensando en cómo escaparía cuando el día se oscureció y los álamos empezaron a tirar más fuerte de él.

Jake gritó de dolor y todo se volvió negro.

Muchas voces susurraron en su oído: "no podrás salvarlos y salvarte a ti a la vez."

Cuando sentía que se desmayaría de dolor, despertó.

Aun le dolían las extremidades y estaba bañado en sudor. Se miró las manos y los pies, todo parecía estar en su lugar.

Se levantó tambaleándose y miró alrededor: Travis y Zac ya estaban despiertos y conversaban junto al arroyo. Las mascotas dormían aun.

Travis reparó en él y dijo: Ah. Despertaste. Ven siéntate con nosotros.

Jake caminó hacia él todavía asustado por el sueño. Zac pareció notarlo y preguntó: ¿Estás bien, grandulón?

-Si,- Mintió Jake- estoy perfectamente bien.

Zac lo miró desconfiado pero no insistió. Jake se lo agradeció en silencio, pues no quería que los chicos se preocuparan.

Entonces se dio cuenta de algo que lo hizo palidecer: el gato de Travis, Sombra, estaba acurrucado junto a un álamo blanco, igual al de su sueño.

Estaba viendo al frágil álamo mecerce con él viento cuando las voces que les habían hablado ayer hablaron de nuevo.

-Ya vienen los otros.

Todos se acomodaron para recibir a los nuevos. Las mascotas despertaron y se colocaron junto a sus amos.

Al fin sabrían quienes son los otros elegidos. "¿Serán hostiles?" pensó Jake. Instintivamente su mano fue a su hacha, por si acaso.

El arbusto espinoso se abrió y dejó ver tres figuras que se acercaban entre las sombras.

Elegidos: La Leyenda Del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora