Jake III

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Jake definitivamente estaba aburrido.

Estaba en clase de biología y el profesor exponía acerca del parecido del hombre con el simio. Jake se aburría, él prefería los pandas.

Contrario a lo que muchos pensaran, Jake no era un chico malo que robara ni mucho menos. De hecho amaba la naturaleza casi tanto como amó a sus difuntos padre, pero debía mantener esa imágen de chico malo para ganarse el respeto de los otros estudiantes.

Sin embargo, cada vez que recordaba el trágico accidente donde sus padres perdieron la vida, se rompía.

Los padres de Jake murieron en un accidente de auto, donde se salvaron por milagro el pequeño Jake y su hermana recién nacida, Cassie.

Nadie podía explicarse como Jake y Cassie pudieron sobrevivir en el bosque durante casi un año, solos y sin familia.

Pero Jake sabía que él y su hermana se habían salvado porque alguien (o algo) los había cuidado. Esto lo hacía pensar en esa ridícula película de terror, Mamá, pero era mejor no pensar en eso ahora. Él creía realmente que lo que los había cuidado era la naturaleza misma.

Así que se sentía en deuda con ella. Juró cuidar de su hermana Cassie y jamás dañar a la naturaleza de ninguna forma para devolverle el favor.

Cassie...

Cassie era la razón de vivir de Jake. Él haría cualquier cosa por su hermana, aunque a ella no le gustara depender de nadie

Cassie era muy parecida a Jake en lo físico (piel oscura y rostro serio), pero en lo psicológico eran muy diferentes: Jake era pacífico y a menudo la gente se alejaba de él porque no lograban ver su verdadera personalidad y creían que era un chico que podría golpearlos si lo hacían enojar, en cambio Cassie era básicamente lo contrario: se enojaba fácilmente, era muy orgullosa y nadie podría atreverse a llamarla bajita a menos que quisiera conseguir una patada en la entrepierna.

Jake tenía 14 años y era mucho más alto que sus compañeros de clase.

Tal vez por eso tenía un sólo amigo...

Travis era ese único amigo.

Este era un chico pequeño, de pelo corto negro. La gente se alejaba de él a menudo y esa era una razón de que le cayera bien a Jake, pues la gente se alejaba de ambos.

Travis también era ateo y tenía una fascinación por llevar siempre puesta una caperuza negra desgastada, que había pertenecido a su padre.

Travis venía a veces a clases y salía muy temprano y Jake era el único que sabía el porqué: Travis salía a robar, como lo hacía su padre.

Jake siempre le aconsejaba que no siguiera con eso, porque era peligroso y, además, incorrecto, pero Travis le decía que no tenía opción.

Eso no era del todo falso, pero no era excusa para dedicarse a robar.

Ambos chicos no tenían padres y vivían solos. Iban al colegio por un programa de estado que ayudaba a los niños sin hogar.

Vivían más específicamente en una fábrica de papel abandonada y se alimebtaban mayoritariamente de manzanas que crecían en un árbol a las afueras de la fábrica.

En realidad el estado les enviaba carne congelada, la cual sabía horrible, así que las usaban como frisbees o para ahuyentar a los animales salvajes.

El timbre sonó y alejó a Jake de sus pensamientos.

Travis no había ido ese día a clase, lo cual no era nada nuevo.

Jake iba a ir a buscarlo a "casa" cuando lo vió entrando a hurtadillas al colegio desde una entrada en el sótano. Ese Travis tenía una especie de don para encontrar entradas secretas a cualquier lugar.

Elegidos: La Leyenda Del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora