La camioneta vagaba por caminos terrosos, alejada de aquellas vías pavimentadas y cuidadas, el hombre que iba al volante miraba por el retrovisor de vez en vez. Paró aquella y bajó, se apeó y miró a la parte trasera de la camioneta. Tomó en bulto que iba a tirar. La bolsa negra crujió ante sus brazos sopesando lentamente si debía de crujir para llamar la atención de pájaros y que éstos fueran los emisarios de lo que envolvía.
Una piedra miró al hombre, éste se tropezó y cayó al pantano que tenía a su espalda, el agua lodosa lo recibió, abrazando al hombre y a su carga.
Unas manos lo tomaron, lo fuero tocando y llenándolo de marcas. La bolsa se rompió y otra mano lo recibió.
Del hombre ya no se supo nada.
Y de aquellas manos que descansaban en el fondo de aquel pantano, fueron engullendolo lentamente hasta que del asesino que les había arrebatado el alma, no quedó nada.
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Corazones Desesperados ®
NouvellesEn ocasiones aquellos corazones desesperados necesitan tan sólo un rayo de luz para sobrevivir, pero no todo en esta vida se puede. Antología de Micro Cuentos.