Capitulo 2: Reunión ¿familiar?

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Si lo admitiera, si solo lo admitiera, si solo eso pasara tendría menos problemas encima de mí en este momento. Llegue a mi oficina y como de costumbre tenía un mocha con un panini de tres quesos en mi escritorio, mi rutina diaria era desayunar mientras revisaba todos los casos pendientes pero el día de hoy es diferente a lo usual y la razón es por qué mi secretaria aviso que tenía una visita de alguien que no podía demorar en ser atendido y por ser una condescendiente persona deje pasar el hecho de que no haya tenido una cita. Eso fue un grave error, delante de mi tenia sentada a una mujer con un traje sastre color uva, todo en ella gritaba moda, elegancia y riqueza. Ella es Cassandra Reinald, mi madre.

- ¿Qué haces aquí?

- No te he visto durante tres años y así es como me recibes. - se cruza de brazos y me da esa mirada que en mi juventud me atemorizaba.

- Esperas un abrazo y beso de mi parte, entonces quédate esperando ya que eso no pasara.

- Tienes razón, no espero ni quiero eso de tu parte Anastasia.

- Entonces que te trae a mi oficina.

- Algo muy sencillo, necesito que me recomiendes a uno de tus colegas para un caso personal.

En ese momento entro Mirelle con una taza de té y suponiendo que mi madre lo pidió, era obvio que ella había traído su marca favorita y le había pedido que lo preparara. Así era mi madre a donde quiera que fuera siempre se hacían las cosas a su manera y si algo salía mal con todo el poder que tenía hacia que el culpable asumiera las consecuencias de la forma más fatal, yo viví su odio fue por eso que me fui sin nada de aquí hace tanto tiempo.

- Necesito saber de qué se trata para poder recomendarte con alguno que te hará ganar.

- Entonces así es, necesito al mejor abogado en divorcio.

- La tienes sentada frente a ti, acaso alguna de tus amistades se quiere separar y dejar en la pobreza a su marido o es simplemente que quiere dejarlo ridiculizado frente a la prensa para que ella se denote como la víctima. - le digo tomando mi mocha y viéndola con curiosidad por lo que me está pidiendo.

- Toma su taza de té, claro antes degustando el olor que sale del vapor y bebiéndolo como una dama de alta sociedad. - No es para ninguna de mis amistades Anastasia y para serte sincera, aunque seas la mejor abogada de divorcio dudo mucho que puedas tomar este caso.

- Estas bromeando madre, divorcie a un presidente porque su mujer le estaba siendo infiel con su secretario y me estás diciendo que no puedo divorciar a una señora de la alta sociedad.

- No divorciaras a cualquiera Anastasia.

- Dime para quien quieres ese abogado y entonces yo decidiré si tomo tu caso.

- De acuerdo si tanto insistes, la persona a la que vas a divorciar seria a tus padres.

- ¿Disculpa? - no sé si había escuchado mal o realmente era lo que dijo, mis padres se van a divorciar.

- Lo entendiste bien, tu padre y yo nos vamos a separar, después de tantos años que nos enfocamos en nuestro trabajo, decidimos que éramos más felices separados el uno del otro. Así cada quien puede volver a tener una oportunidad de sentirse con vida.

- Yo realmente no me esperaba esta noticia, ya que tenemos parentesco no puedo llevar el caso, pero te recomendare a alguien.

- Es lo mejor, desde aquel día pareciera que toda la felicidad escapo de nuestra casa y solo quedo amargura.

- Yo realmente no recuerdo y por más que lo intento solo escucho.... - mi madre me interrumpió.

- No me interesa escucharte Anastasia, yo vine aquí como cliente no como tu madre tu sabes muy bien que para mí moriste desde aquel día en que me arruinaste todo aquello que me hacía continuar con vida. - con esto se levantó y tomo aquella postura de frialdad. - Tu ya no eres más mi hija, no lo olvides.

Con estas últimas palabras salió de mi oficina, dejándome con un nudo en la garganta, yo sabía que sus palabras eran ciertas me las había dicho hace mucho tiempo y las había procesado, pero aun así dolían y más por que las había dicho sin ningún tipo de remordimiento o dolor en el rostro. En eso la puerta se volvió a abrir dejando ver a un hombre con un traje gris y ojos miel, así es como él sería si no hubiera muerto en el accidente. Me levante de mi silla tomando una postura fría.

- Padre, vienes por ... - ni si quiera me dejo terminar cuando alzo su mano para detenerme.

- No es una visita de cortesía, no me importa saber cómo estas ni que hiciste en estos años. - se quita sus gafas de sol y me deja ver aquella mirada de odio. - Lo que menos me interesa es tu vida.

- Trague saliva conteniendo las lágrimas, era una exitosa abogada de divorcios y aun así todos ellos me trataban con desprecio y dejándome sin palabras como antes, no puedo dejar que piensen que estos años no me han servido de nada, me las tuve que arreglar sola y casi muero de hambre, la misma no puedo seguir siendo. Así que opte por poner su misma posición. - No esperaba eso y tampoco me interesa el si sigues vivo o te estas muriendo. Te recomiendo que no me hables de esa forma, tú fuiste el que vino en busca de mí, así que dime que quieres y lárgate.

- Vi a tu madre saliendo de aquí, entonces ya sabes que solo vengo a que me des al mejor abogado después de ti, no quiero perder contra tu madre y que me deje sin nada. Así que envíame con Richard los datos del elegido. No hagas que me arrepienta de haberte buscado. Adiós. - me dio la espalda y al igual que mi madre salió de mi oficina con elegancia y sin una mirada hacia atrás.

Maldita sea en este momento estaba furiosa no podía contener la rabia dentro de mí y mucho menos las lágrimas, necesitaba salir de aquí lo más pronto posible. Le dije a Mirelle que contactara a Louis y Mark ellos llevarían el caso de divorcio, que se reunieran y ellos mismos decidieran a quien defenderían. Salí del edificio en donde nos encontrábamos y me dirigí al parque más cercano, camine y camine hasta llegar a una fuente que tenía un puente en el medio subí a él y deje que el sonido del agua y los pájaros me calmara, sus palabras cada una estaban en mi mente y me dolían. Ese maldito día que no puedo recordar no solo lo perdí a él también perdí a mis padres y su amor, ahora es cuando estaba dudando y preguntándome si había valido la pena regresar, yo había conseguido un poco de paz y alegría viviendo lejos de aquí. Al parecer soy masoquista porque lo único que estoy recibiendo ahora mismo es dolor, pero no puedo dejarme vencer por esto, si quiero descubrir que paso ese día e iniciar mi juego necesito ser fuerte y soportar todo lo que venga.

- Veo que te sigue gustando venir a pensar a lugares así, pero sabes que nunca me ha gustado verte llorar.

- Esa voz me suena conocida, así que poco a poco abro los ojos para ver al dueño de aquella voz, lo primero que veo son sus ojos miel y mientras más voy subiendo la mirada veo su cabello negro y por ultimo me fijo en su sonrisa, aquella sonrisa que no podría olvidar y con un susurro apenas logro decir su nombre. - Sebastian.

- Me alegra que me recuerdes Anastasia.

Last GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora