Capítulo IV

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El detective Dorian recién llegaba al lujoso edificio de apartamentos donde vivía Sebastián, y fue directo al intercomunicador sin perder tiempo.

-Soy el Detective Putin Dorian, ¿hola? -indaga, buscando alguna respuesta, la que se le hizo esquiva. Sin recibir respuesta Dorian decide irse por la rudimentaria y presiona todos los intercomunicadores al mismo tiempo, esperando que alguien simplemente abriera la puerta principal.

-¡lo conseguí! -exclamó con una sonrisa.

Llegar al apartamento no fue nada difícil, lo increíblemente abominable fue encontrarse a un joven despedazado y a Sebastián salpicado de sangre riéndose a su lado, con una sierra ensangrentada entre sus manos.

-¡Detente! -Le dice el detective sacando su arma y apuntando al joven asesino- ¿Qué has hecho? ¿Quién es? -inquiere horrorizado.

-mi hermano -dice riéndose.

-¿Por qué lo hiciste?

-mi amor me lo pidió -dice mirándolo a los ojos con un mirada fría y calculadora.

-suelta la sierra -asesta el detective decidido a atacar.

Sebastián tira la sierra al suelo y se esfuma en la oscuridad del apartamento. El lugar en el que se encontraba el cuerpo del joven obstaculizaba el camino del detective. Guardo el arma y decidió pedir refuerzos. Seguidamente empezó a buscar a Sebastián por el gran apartamento donde vivía.

-¿Sebastián? -llamaba el detective, mientras veía los retratos que había en la sala, tomo uno y pudo ver que había una joven junto a Sebastián, lo que le causo un evidente sobresalto, podría ser otra víctima por lo que apuro el paso al salir de la consternación. Cuando voltio para dirigirse a un pasillo que lleva a una serie de habitaciones, pudo ver a Sebastián dejándolo encerrado en el apartamento.

-voy por mi hermanita, será divino tenerla -remató.

-¡Sebastián! -gritó desesperado dirigiéndose a la reja.

Fueron varios los golpes que el detective tuvo que darle a la reja, hasta que decidió sacar su arma y disparar contra la cerradura, lo que alerto a los inquilinos. Al salir se encontró con una multitud asustada de curiosos a los que tuvo que explicarle la situación, para no causar una zozobra. Entonces al llegar a la planta baja del edificio no vio rastros de Sebastián lo que si vio fue a los refuerzos y a su jefe el Capitán Mario Allende llegando. Dando instrucciones a sus subalternos pidió que buscaran a los dos jóvenes que aparecían en la foto que había tomado hace unos momentos.

-Dorian, preséntame un informe mañana a primera hora de ¿qué diablos haces tú aquí?

-es el Lince, capitán, lo sé -le dijo.

-te dije que olvidaras ese tema, estás viendo fantasmas. Y no te estoy dando un consejo es una orden, y ahora vete, y no olvides hacer lo que te mande -dijo el capitán Allende molesto por las actitudes del joven agente.

-pero capitán...

-¡cállate! Y agradece que no te encierro por falsificar una orden. Puntualiza el capitán dándole la espalda y dirigiéndose al apartamento.

Are You Talking Angela?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora